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Exposición de 30 esculturas elaboradas por Cristián Pineda que se inauguró ayer

En Oaxaca, Migroma recoge la experiencia de los migrantes de la frontera sur

Personas en tránsito provenientes de Centroamérica plasmaron su sentir en cada pieza

Foto
El padre Alejandro Solalinde (derecha) asistió a la apertura de la exhibición, en la explanada de la parroquia de San Vicente Ferrer, en Juchitán, OaxacaFoto Diana Manzo
Corresponsal
Periódico La Jornada
Lunes 15 de agosto de 2016, p. a12

Juchitán, Oax.

Treinta esculturas de gran formato componen Migroma, exposición de arte que presentó el artista juchiteco Cristián Pineda Flores, en las cuales hombres y mujeres migrantes centroamericanos plasmaron su sentir ante la violencia que han vivido al cruzar el territorio mexicano por la frontera sur.

El recinto de la explanada de la parroquia de San Vicente Ferrer arropó a los migrantes y también al sacerdote Alejandro Solalinde Guerra, fundador del albergue Hermanos en el Camino de Ciudad Ixtepec, quien además fue padrino de inauguración de la exposición.

Las esculturas son una especie de siluetas humanas de madera, de aproximadamente 180 por 60 centímetros, las cuales fueron elaboradas durante un largo e intenso periodo.

Pineda nombró la muestra Migroma, como significado de la narración poética y artística de la vivencia del migrante, tomando en cuenta sus traumas, dolores y tristezas, pero también sus sueños, alegrías y recuerdos.

En cada escultura, los migrantes, originarios de Honduras, Guatemala, El Salvador, Nicaragua y otras comunidades, como las garífunas, plasmaron rasgos de identidad, pero también la violencia que viven por alcanzar el llamado sueño americano.

Las personas en tránsito asistentes a la exposición expresaron que nunca se hubieran imaginado ser parte de obras de gran formato en las que se hablara sobre sus experiencias, por lo que dijeron es una reconocimiento a la migración centroamericana que pasa por México.

El artista resaltó que con estas esculturas se cumple un ciclo de 10 años de compartir su vida con los migrantes, no sólo centroamericanos, sino también aquellos que viven en Estados Unidos y Bélgica.

Fue un trabajo intenso. Cuando el albergue se fundó, hace más de 10 años, estuvimos ahí acompañando al padre Solalinde; por eso decidí regresar y realizar un trabajo integral con los migrantes de paso. A ellos les gustó mucho el resultado, las esculturas, expresó.

Por último agregó que la migración es un fenómeno milenario, pero contemporáneo, ya que lo distingue la mediatización del fenómeno.