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Sigue festejando 40 años de carrera; llenó el teatro Metropólitan el sábado pasado

En los shows de Platanito se debe aguantar carrilla en nombre de la interactividad
 
Periódico La Jornada
Lunes 1º de agosto de 2016, p. a15

En el humor de Platanito el recurso cimero es el silogismo, la idea que está en el colectivo, lo conocido, pero que llevado al escenario causa rubor, todo permeado de humor negro, de barrio, guarro, soez.

Su público debe aguantar carrilla en nombre de la interactividad, como ocurrió la noche del pasado sábado en el espectáculo Platanito sinfónico, ante un teatro Metropólitan absolutamente lleno.

El ambiente es de carpa, de cuando en el teatro de las Vizcaínas Palillo actuaba en Agarren a López Por Pillo; también, a burlesque, pues el payaso entrará en su elemento y hablará de unas de sus obsesiones: el sexo al ritmo de ametralladora.

El riesgo es quedar a unos pasos del escenario y ser objeto de escarnio de Platanito, como le ocurrió a Rocío, quien compró su boleto de primera fila y tuvo que aguantar vara toda la función, porque el payaso no la bajó de ingenua.

Parodias y albur

El payaso sigue festejando sus 40 años de carrera. El asunto es que ahora es Platanito sinfónico, la cumbre de sus rutinas, en las que sintetiza sus parodias, el albur...

El Metropólitan se prestó para ponerse en la perspectiva de Mariano Azuela y distinguir a los de arriba y a los de abajo. A los del balcón les va como en feria porque son pobres y sólo pudieron comprar un boleto barato. ¿Qué van a ver? Tan sólo un payasito, por la distancia. “Me veo mejor en la televisión. Ni medio show captarán los de arriba que, aquí, son los de abajo”.

Saludó a los asistentes y les preguntó de dónde provienen. De Sonora se escucha, según él, una melodía que identifica a ese estado, y se oye una rola de la Sonora Santanera; que Toluca no tiene tema emblemático, se le acomoda uno, el que sea; que Tamaulipas... se escuchan una ráfaga de metralleta, granadas explotando.

Tú, ¿de dónde vienes?, preguntó.

De Iztapalapa..., respondieron.

Se escucharon ruidos y sonidos de balazos, sirenas de ambulancias y de patrullas.

Suplicó que no soltaran de sopetón que son de Iztapalapa, sino poco a poco y que lo suelten poco a poco. Soy de un lugar algo violento... De un sitio alejado de Dios... donde el tiempo no pasa y el entorno sigue siendo el mismo... de donde el agua escasea y llega sucia...

Platanito se llamó en realidad Sergio Verduzco, quien a los 8 años optó vocacionalmente por ser payaso, hacer reír. Hoy el juego fue destino, modus vivendi, y le permite sostener económicamente a su familia. Hace tres años, en el teatro Aldama, festejó sus cuatro décadas como Platanito. La función fue para él memorable. Ahí estaban sus seres queridos, sus hijos, ataviados como él, de payasos y pronunciando la frase que lo simboliza: ¡Ay, güey!

Recurre al stand-up comedy, No deja títere con cabeza y hasta su mamá cae en su red. El sábado pasado recordó, con cierta nostalgia, cuando su mamá le pegaba. Esto lo comprende ahora, porque su progenitora tuvo que rifársela y sacar adelante a 10 hijos, porque el papá desapareció.

Ha dicho que nació para hacer reír a la gente y que no hay burla, sino tan sólo seguir una costumbre propia de los mexicanos: reírse de la tragedia y del dolor ajenos.

En su show no hay leyes prohibitivas. Tal fue el premio del director de la sinfónica, quien no paraba de reír ante las sangronadas de Platanito: No se supo la canción que le pedimos, pero sí se está riendo. Para la otra que mejor pague su boleto y se vaya a sentar ahí enfrente. Regañado, el director siguió con su parte de la función.