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Regresan con su espectáculo 1903 al Auditorio; cerrarán temporada el 24 de julio

Los Ilusionistas recrean el concepto de la época de oro de la magia

El charlatán, El excéntrico, El escapista y El showman son algunos de los números de la tercera producción del grupo, en los que no hay trucos, sino inventiva

 
Periódico La Jornada
Jueves 14 de julio de 2016, p. 8

En el Auditorio Nacional comenzó ayer la temporada de The Ilusionist 1903, espectáculo basado en el concepto de la gran época de oro de la magia en vivo, que en esta ocasión mostrará su tercera producción, la cual ha tenido gran éxito en el mundo, con teatros llenos.

Por la mañana, en el foro de Reforma, se realizó una pequeña muestra de lo que sería el show por la noche. Se pudo ver parte de la producción, andamios, rieles, cuerdas, poleas, luces y sombras, penumbras, música. Todo para crear un medio de misterio, de sospecha, de expectativa, necesarios para entrar al juego, para hacer posible lo mágico. No hay trucos, se supone, sino inventiva, lo sobrehumano, lo poderoso. Lo invisible a los ojos.

Los ilusionistas portan bombín, trajes oscuros, bastones, capas, ropa holgada. Son seres raros. Algo esconden en la chistera. Conejos, quizá.

Aros que traspasan los cuerpos

Usan aros que traspasan sus cuerpos. Por momentos los aprisionan, pero con una contorsión se zafan de esa prisión metálica. Hay un salto de la razón, un brinco entre los mundos físico y el de lo etéreo. Los cuerpos pierden su impenetrabilidad. Los átomos son cruzados, atravesados y ningún electrón salió afectado, fuera de su órbita. El mago rompe su esqueleto, sus carnes, sus dientes. Pareciera eso. Sale ileso.

Otro artista del engaño usa una ballesta, un arma de precisión que lanza flechas hacia un globo sostenido por una bella dama, quien es realmente la valiente, pues el magazo tan sólo apunta con su arma. En el acto cumbre de su rutina y tras tronar varios globos y rozar la punta de la nariz de la guapa y osada, él se puso de blanco. Emoción. Dispuso una serie de ballestas. Se paró en el extremo enfrente de una de ellas y desde ahí disparó con tino de apache; penetró un punto, lo cual activó un mecanismo que disparó el resto de las flechas, la última de las cuales se clavó en una manzana que el arquero había puesto en su cabeza. La libró. Aplausos.

La temporada de The Ilusionists 1903 se desarrolla desde ayer hasta el 24 de julio, muy ad hoc para los niños y jóvenes que están de vacaciones escolares.

Foto
Una de las escenas de El amo de las armas Foto Roberto García Rivas

Se trata del espectáculo de magia con más ventas en el mundo, ahora con 1903, un show que reúne a varios de los magos más famosos del planeta, con actos nuevos que remontarán al público al tiempo de los prestidigitadores, quienes fueron una especie de rockstars. No había televisión.

Muestran el origen de algunos de los actos más famosos, que cambiaron el curso del entretenimiento hace más de cien años.

Como las producciones anteriores de The Ilusionists, 1903 se basa en el aprovechamiento de números aptos para toda la familia. Varía la estética por ser una época distinta. Un plus: el público puede interactuar. Hay un mago escondido en cada quien. Nada por aquí, nada por allá. Se trata de que los asistentes se sientan en un teatro de hace cien años. Que se emocionen como los ciudadanos de ese entonces. Abracadabra.

David Copperfield es otra onda, lo mismo que Chen-Kai, magazo de magazos mexicano. Aquí algunos artefactos son originales, hechos en los días en que el siglo pasado nacía. Sim-salabim.

Actúan los clarividentes Tommy Diez y Amelie Van Tass, quienes tienen gran capacidad para revelar pensamientos, así que el público deberá ser precavido con sus ideas.

El número de El charlatán lo desarrolla Gaetan Bloom, quien se caracteriza por retar a los incrédulos. Es considerado uno de los mejores magos del orbe. Otro acto es de El amo de las armas, el de las ballestas, ya descrito.

Otro es El excéntrico, con Charlie Frye, que crea con raíces en el vodevil.

El escapista, con Andrew Basso, se ha peresentado en la Ópera de París. De ahí estará ahora en el Auditorio Nacional. El showman, con Mark Kalin, ha brillado en casinos famosos.

Hay más prestidigitadores, como Jinger Leigh, con dotes de elegancia y teatralidad. Y, no podía faltar, El gran Carlini, con Justo Thaus, que fusiona magia y marionetas. Hay arte y estética, movimiento, luz y sombras. Y una historia.

Boletos en taquillas del foro y en Ticketmaster, al 5325-9000.