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¿La Fiesta en Paz?

Contraste y sugerencia para ya no seguir perdiendo dinero

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JOSÉ TOMÁS EN ALICANTe. Con dos faenas exquistas y brillantes, el torero de Galapagar José Tomás triunfó en la popular feria de San Juan, en Alicante, EspañaFoto Afp
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on motivo de la muerte del boxeador estadunidense Muhammad Ali, antes Cassius Clay, el pasado 3 de junio, cuya calidad, inteligencia y personalidad lo convirtieron en campeón mundial y en leyenda, el presidente Barack Obama declaró al día siguiente del deceso: Ali estremeció al mundo, fue el más grande y punto.

Aquí, plegados a lo políticamente correcto, no hubo un cumplido funcionario ni el mandatario en turno ni alguno de los dos mandatarios taurinos de closet que lo precedieron, capaz de externar un comentario breve o una sencilla condolencia a la familia y a la afición del país con motivo del fallecimiento del matador Rodolfo Rodríguez El Pana, marginado por las reglas del juego de una tradición taurina degradada por sucesivos gobiernos cómplices.

Reveladoras respuestas de Miguel Alemán Magnani, principal inversionista de la empresa taurina de la Plaza México, al portal de la revista Forbes, por no decir auténticas perlas de la antiadministración, entre otras: “En los últimos 25 años –quiso decir 23, de mayo de 1993 a mayo de 2016– la Plaza de toros México sólo ha sido rentable durante dos años… es por el gusto y pasión a la fiesta brava… No se dio un rompimiento con el empresario (sic) Rafael Herrerías, quien administra (resic) desde hace 25 años el recinto, porque es un gran amigo y hay poca gente en México con un alto conocimiento (recontrasic) sobre toros… Es muy fácil destruir, pero lo importante es administrar (sicazo) el negocio… en el mundo taurino hay muchos intereses y muchas personas que, en vez de ayudar a la fiesta (sicucha), le hacen más daño que los antitaurinos”.

Ahora, la realidad es que no hay negocio que subsista ni aguante tamañas pérdidas –ganar dos años y perder o salir tablas 21–, a menos que haya un financiamiento externo o beneficios extrataurinos o ventajas fiscales; el empresario o administrador sea un inepto o el negocio tenga aristas más nobles de lo que parece; el público pase de la lealtad exigente a la indiferencia y consumo ocasional ante la reiterada falta de oferta de la empresa, debido a su absoluta incomprensión de la esencia del negocio, en este caso toros bravos y toreros competitivos con imán de taquilla suficientemente promovidos.

Además, Alemán Magnani no menciona cuáles fueron esos dos años en los que tuvieron utilidades, quizá porque no se acuerda o porque no volvieron a darse las condiciones o no había intención de repetirlas. Si el empresario Herrerías salió después de 21 años de administrar pérdidas o de salir tablas, es obvio que en tan prolongado lapso no hubo el propósito de reposicionar el espectáculo ni de obtener ganancias transparentes, sin que ello preocupara al inversionista ni al administrador ni a los gremios ni a los medios ni al público ni a las autoridades.

No pueden esperarse resultados diferentes si se sigue haciendo lo mismo, principio que tampoco acaban de asimilar los alegres partidos políticos mexicanos. En materia taurina si el sustituto de Herrerías no hace cambios importantes y replantea a fondo el espectáculo, lo más probable es que esa plaza siga expulsando aficionados. Una sugerencia: si usted ama la fiesta de los toros retírese de ese negocio y deje que otros arriesguen e incluso multipliquen su dinero. A su amor por la tauromaquia le faltó convicción, ideología y rigor de resultados. Ahora, si de lo que se trata es de demoler el inmueble como hicieron con El Toreo y construir oootro centro comercial, entonces adelante, que con las despedidas de Zotoluco y Ponce bastará para oootra temporada como grande.