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Crónica de un encuentro, de Ángel Miquel, abarca el periodo entre 1933 y 1948

Registra investigador la llegada del cine mexicano a España

La primera que se proyectó allá fue Soñadores de la gloria, tarde, porque no había comercio, dice el autor en entrevista

En esa época hubo un movimiento hispanoparlante en Hollywood

 
Periódico La Jornada
Viernes 24 de junio de 2016, p. 8

Como todo arte que realmente lo sea, el cine mexicano fue hijo de su tiempo en una etapa decisiva de la historia mundial, cuando las potencias del orbe hundieron al ser humano en una guerra de consecuencias funestas, afirmó en entrevista Ángel Miquel, quien escribió el libro Crónica de un encuentro: cine mexicano en España, 1933-1948, editado por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) en su colección Miradas en la oscuridad.

Es una obra proteica que requirió de 10 años de investigación, viajes a cuatro ciudades españolas, revisión de archivos, pláticas y suerte, para conseguir los recursos, y tiempo, porque el autor no se dedicó exclusivamente a ese fin.

Miquel acota su estudio a los años que corren entre 1933 y 1948: “Este periodo obedece a una temporalidad cinematográfica. Intenté descubrir qué películas mexicanas se habían exhibido en España desde el origen de la producción de obras de ficción en México, en 1917. Hallé que la primera se proyectó en 1933 en español: Soñadores de la gloria, de Miguel Contreras Torres, que llegó tarde allá, porque el comercio cinematográfico en tiempos del cine mudo no existía. De 1917 a 1930 las productoras mexicanas no tuvieron el poder económico para llevarlas a España, o no hubo interés.

Aprendieron en EU

“Por eso la primera se exhibió hasta 1933. Miguel Contreras Torres perteneció a una generación que aprendió a hacer cine en Estados Unidos. El tránsito del cine mudo al cine sonoro resultó muy problemático para la producción en inglés, porque las películas eran traducidas. Hacían carteles en las lenguas de cada país, pero el cine sonoro al principio se exhibía en inglés, siempre, sin doblaje y sin subtitular. Eso se inventó después. Esto creó un problema comercial, porque la gente se preguntaba para qué iba a ver una obra en inglés, si no la entendían. Para resolver este problema las productoras comenzaron a hacer las mismas películas con otros artistas en distintas lenguas. En español, en francés y en alemán.

“En Hollywood, en un periodo de tres años hubo una migración gigantesca de latinoamericanos y de españoles para hacer las películas, las mismas, en español. Son cintas muy chistosas. Pero esa generación era la de Miguel Contreras Torres, la del primer astro mexicano Ramón Novarro y del español Antonio Moreno, que después dirigió Santa, en México. Apredieron a hacer películas en Hollywood. Les daban horarios infames, en la noche, porque el cine importante se hacía de día. Aprendieron y establecieron relaciones. Toda esa bola de chilenos, argentinos, mexicanos, españoles y cubanos se hicieron amigos. Se casaron y mantuvieron contacto.

Foto
Ramón Novaro. Postal colección del autor, en una imagen tomada del libro

“Los que se iban a hacer guiones acababan de periodistas y creaban revistas en español. Fue un movimiento hispanohablante en Hollywood. Cuando se inventó el doblaje finalizó la necesidad de hacer películas en lenguas extranjeras. Se hacía una sola película y ya. Eso propició que se desperdigara todo ese personal y se crearon las industrias nacionales. Santa, primera película sonora mexicana, está hecha por un director español, un actor que se llama Donald Reed, etcétera. Las industrias comenzaron a crecer juntas. Miguel Contreras Torres llevó su película a España ayudado por las circunstancias. Tenía cuates allá y le dijeron que le conseguirían un cine. Llevó tres o cuatro obras.”

Ese fue el principio. Siguió el curso y recurso. Miquel cerró su periplo en 1948: “Ese fue el año de la primera coproducción México-España, que es Jalisco canta en Sevilla. A partir de ahí hubo muchas coproducciones. Entonces, el libro cuenta cómo se fueron construyendo las relaciones cinematográficas en España, que unieron capitales para hacer películas. Esa es la temporalidad de la investigación”.

Todo eso se dio entre líneas del tiempo que marcan la transformación del mapa del mundo. Implicó, en parte, la división de la industria cinematográfica española, y una se vino a México, completa. Llegaron acá de los mejorcitos, como Luis Buñuel, Max Aub... grandes artistas del cine. Llegaron a América, pero sobre todo a México, cuya industria creció y la de España se debilitó. Las películas mexicanas creadas por esta industria están mejor hechas que las españolas, ¡y sin censura! Acá se podían decir más cosas. En cambio las españolas del mismo periodo están castigadas por una vigilancia dura y por la autocensura.

Clichés y estereotipos

¿Cómo vieron los españoles de ese entonces a los personajes mexicanos? Miquel dijo que les llamó la atención, sobre todo, Jorge Negrete, su vestimenta y sus canciones, el campo, las mujeres, los indios con ropa blanca limpia, y Cantinflas, que se les hacía divertido. El cine les dio una idea de lo mexicano. Esta idea, se puede afirmar, trasciende hasta nuestros días porque creó estereotipos, tipos sociales. Es una idea de lo mexicano. Igual, en las producciones se manejó un cliché del español, baturro, barbado, desaliñado, detrás de un mostrador, un tendero o abarrotero.

Este trabajo está ilustrado con imágenes a color. Es una publicación de la Filmoteca de la UNAM y la Dirección General de Publicaciones y Fomento Editorial, en colaboración con el Centro de Estudios Mexicanos en España.