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El narrador Antonio Ortuño da a conocer El rastro, su obra más reciente publicada por el FCE

Necesitamos reconocer que vivimos en un país infatigablemente violento

El estado de necropolítica en Veracruz y Tamaulipas es hijo de la quiebra de los años 90, opina

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La conquista, la Colonia, la Independencia, México ha vivido en convulsión siempre, expresa Antonio Ortuño en entrevista con La JornadaFoto Yazmín Ortega Cortés
 
Periódico La Jornada
Jueves 23 de junio de 2016, p. 7

El estado de necropolítica existente en Veracruz y Tamaulipas y la violencia actual en México son hijos de la quiebra de los años 90 del siglo pasado, con el hundimiento del campo, el ascenso del narcotráfico y la conversión de los partidos políticos en maquinarias de hacer negocios, afirma Antonio Ortuño, autor de la novela de aventuras El rastro.

Esa obra, publicada por el Fondo de Cultura Económica (FCE), que hace unos días fue presentada en la librería Rosario Castellanos, se inscribe en el género de novela juvenil, de crecimiento, con el viaje del protagonista, Luis, a una ficticia Casas Chicas, donde vive líos con Sofía y el secuestro de su amigo Paulo.

Las tensiones de ser joven

No quería escribir una novela de aventuras en Narnia, sino en un contexto muy claro: rastrea en cierta medida lo que significó crecer en los años 90. Por un lado, las diferencias que implica la revolución tecnológica que hubo de por medio; pero rastrear también la violencia horrible en la que vivimos en aquella época, la de la matanza de Acteal y en la que salieron a la luz los crímenes horrorosos en Ciudad Juárez, expresa Ortuño en entrevista con La Jornada.

El autor escribió una novela de aventuras que no se queda en la descripción de secuestro de nota roja y sus consecuencias, sino que aborda las tensiones de ser joven, de empezar a fumar y beber.

El narrador descarta que la violencia sea un fenómeno de los años recientes. “Eso pasaba en México en la Revolución, en los levantamientos de los años 20 y 30, durante la violencia política en los años 60 y 70. Necesitamos reconocer que vivimos en un país infatigablemente violento. La conquista, la Colonia, esa serie de reconquistas sucesivas, la Independencia... El país ha vivido en convulsión siempre.

Más bien se han dado ciertas burbujas en las clases altas y medias urbanas que llevan a pensar que en México pasan otras cosas. No me parece que es inusual, al contrario, es algo que está muy enraizado en el país y la experiencia personal de muchísima gente, de ellos, de sus padres y sus abuelos, va directamente ligada a la violencia y a tener que crecer con carencias y desprotegido, a trabajar para hacerse cargo de familiares desde muy pequeño.

El rastro, según Ortuño, es una novela sobre crecer en el sur de Guadalajara en los años 90 de la centuria pasada, ir a la escuela pública, tomar camiones y no tener dinero en esa ciudad tradicionalista y católica, con un personaje como Luis, tan enraizado en su barrio, sus parques, su biblioteca y de repente descolocado a un pueblo hostil en el desierto.