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Dan a conocer investigación de Blanca Estela Treviño sobre dos obras de Margo Glantz

Propone académica la novela-ensayo como una forma de escritura autobiográfica

En De la vida como metáfora a la vida como ensayo analiza Las genealogías y El rastro

Con este trabajo se abre un campo poco explorado en el país, consideró su autora

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Margo Glantz, en primer plano, con su hija Alina López Cámara (primera de la izquierda), y Eliette, hija de Blanca Esrela Treviño, en el Centro Cultural Elena GarroFoto José Antonio López
 
Periódico La Jornada
Sábado 18 de junio de 2016, p. 4

La académica Blanca Estela Treviño revela que después de publicar su libro De la vida como metáfora a la vida como ensayo, en el que analiza Las genealogías y El rastro, dos de las obras esenciales de la escritora Margo Glantz, se adentra en lo que ahora es su pasión: la escritura autobiográfica.

En el Centro Cultural Elena Garro, donde fue presentado ese libro que publica la Dirección de Literatura de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), la profesora de la Facultad de Filosofía y Letras de esa casa de estudios explicó que existe un seminario de escritura autobiográfica en el que se indaga sobre esa vertiente, la cual es vista sólo como algo cercano a la obra literaria.

“Estudiamos las literaturas del yo debo decirlo con proyectos de investigación apoyados por la UNAM.

“Este libro –prosiguió la académica– abre un campo poco explorado en el país, aunque son investigadores quienes han indagado en la escritura autobiográfica, los diarios, las memorias”, precisó Treviño, quien es profesora de literatura mexicana y española de los siglos XIX y XX, en la Facultad de Filosofía y Letras.

Entre el público estaba la ensayista y narradora Margo Glantz, quien, emocionada, escuchó los comentarios de Adriana Cortés, Edith Negrín y Luz Aurora Pimentel respecto del libro que aborda su obra y cuyos temas predilectos son la memoria, el viaje como metáfora del rencuentro y la búsqueda de identidad.

Luz Aurora Pimentel, profesora emérita de la Facultad de Filosofía y Letras, expresó que el libro de Blanca Estela Treviño plantea una profunda reflexión, no sólo sobre dos libros representativos de Margo Glantz, sino respecto de una serie de interesantes fenómenos y problemas literarios para los que la obra de la narradora sirve de puerta de entrada.

“Treviño –explicó Pimentel– aborda el problema de la escritura autobiográfica aunado al de la novela-ensayo y las relaciones que se establecen entre ambos; para ello moviliza un extenso corpus de estudios teóricos sobre el tema, especialmente el de la autobiografía, con los que ella dialoga incesantemente en un ir y venir esclarecedor entre teoría y los textos literarios.”

Señaló que ese trabajo de Treviño, con ayuda de sus contemporáneos, propone la novela-ensayo como una forma posible de escritura autobiográfica.

Pimentel indicó que esa investigación de Blanca Estela Treviño sugiere nuevas posibilidades de lectura para las obras de Glantz, pues explora las dimensiones de la otredad en la autobiografía, al destacar el papel que juegan tanto la memoria colectiva colaborativa con la actividad en conjunto con el lector en la construcción del sujeto autobiográfico.

Edith Negrín apuntó que con ese libro, Treviño incursiona en el amplio espectro de las escrituras del yo y la explicación del ser, la autobiografía y sus manifestaciones cercanas, las memorias, diarios, epistolarios, la problemática de la identidad individual y la colectiva.

Adriana Cortés explicó que el yo autobiográfico es la columna vertebral de De la vida como metáfora a la vida como ensayo, una constante en El rastro y Las genealogías, según Treviño, quien ante la disyuntiva planteada por algunos críticos sobre si el género autobiográfico es un tipo especial de ficción, opta por el concepto de pacto autobiográfico, acuñado por Philippe Lejeune, donde el autor se compromete con el lector a decir la verdad sobre él mismo

Para Margo Glantz, la publicación de Treviño le hizo advertir aspectos que ella misma no había visto en sus propios libros, y al final, rodeada de sus amigos y alumnos, agradeció las palabras de Cortés, Negrín y Pimentel.