Sociedad y Justicia
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No se han cumplido las promesas de la reforma: mentores

Aún en el abandono, escuelas de la Montaña de Guerrero
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Profesores guerrerenses forman parte del plantón que el magisterio disidente instaló en la CiudadelaFoto María Meléndrez Parada
 
Periódico La Jornada
Lunes 30 de mayo de 2016, p. 32

En la región de la Montaña Alta de Guerrero las escuelas primarias indígenas siguen en el abandono. Profesores de la comunidad de Acatepec señalaron que en muchos planteles seguimos sin acceso a agua potable ni drenaje. Las carencias son las de siempre: nada de lo que prometió la reforma educativa se ha concretado.

A poco más de seis horas de la cabecera municipal de Tlapa, cerca de los municipios cafetaleros, cuatro maestros atienden a 127 alumnos de primaria, en su mayoría hablantes de la lengua me’phaa (tlapaneco).

Todo lo que hemos logrado, la cancha, la escuela y hasta las letrinas, se ha hecho con mucho esfuerzo de los padres de familia. El Estado nunca ha estado ahí para apoyar, ni siquiera la autoridad municipal nos quería ayudar. Con mucho esfuerzo, presionando y exigiendo, no les quedó de otra que construir la escuela, pero con la condición de que nosotros la levantáramos.

Acampados en la plaza de la Ciudadela, junto a decenas de compañeros de Michoacán y Chiapas, afirmaron: No tenemos miedo a las amenazas de la Secretaría de Educación Pública. Sabemos que no somos sustituibles: ¿qué maestro viene a la Montaña con bajo sueldo, poca comida y muchas privaciones? Somos gente de aguante, indígenas como ellos. Somos su cultura, y por eso no somos sustituibles.

Rey y Víctor, profesores indígenas de la comunidad, afirmaron que hasta la explanada del plantel se hizo con el esfuerzo de padres y maestros. Se desmontó la vegetación, se sacó la tierra, se aplanó; todo lo hicimos solos. Allá nunca llega el apoyo.

Ante el anuncio del secretario Aurelio Nuño Mayer de que se despedirá a los maestros que suspendan actividades por más de tres días consecutivos o no acudan a la evaluación del desempeño, insistieron: No tenemos miedo. Somos gente de aguante. Si mandan a alguien de la ciudad, ¿qué sabe de nuestra lengua, de lo que hay que comer o de las privaciones que se pasan?

En sus comunidades, donde la mayoría de las familias se dedican al cultivo del maíz o a la pizca del café, “todo es escaso. Allá no llegan los recursos ni las tabletas electrónicas para los niños. Los paquetes de libros de texto gratuito los reparten incompletos y sólo en español, aunque mis alumnos hablan me’phaa, que es la lengua en que les enseño”.

Rey aseguró que no sólo somos maestros; también nos preocupamos por que nuestros alumnos coman. Esa es una de las razones por las que les cuesta tanto aprender. La mayoría sólo come quelites, frijol y tortilla con sal.

En la escuela no hay biblioteca, señaló Víctor. Nosotros mismos hacemos los materiales con que contamos, con lo que tenemos a la mano.

“Les contamos cuentos en me’phaa para que no olviden la tradición, pero todo lo demás es un sueño. Los museos están hasta Chilpancingo, a más de 10 horas de camino. Para los niños sin dinero ni zapatos, llegar es casi imposible.”

Por eso, con su teléfono celular en mano, recorre la Plaza de la Ciudadela, toma fotos del monumento al general José María Morelos y Pavón y de la Biblioteca México. Planea asistir hoy al Museo de Antropología para “llevarles fotos y decirles: ‘miren, también existe esto’, para que se animen, se superen y quieran conocer más allá de la Montaña”.