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¿La Fiesta en Paz?

Entre su vocación y la cerrazón, Hilda Tenorio protagoniza hoy una gesta histórica

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En una gesta sin precedente, la matadora Hilda Tenorio se encierra hoy a las 13 horas en la plaza de Tepotzotlán, estado de México, con seis toros de la ganadería de BritoFoto archivo
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n general, a los seres humanos suele quedarnos poco claro el concepto de vocación y, más grave, nos rodeamos de presiones, dudas y prejuicios con respecto a una posible vocación propia, esa llamada interior antes que divina, que con frecuencia rebasa la aptitud y el gusto por determinada actividad para convertirse en la primera si no es que en la única posibilidad de darle sentido a la vida.

Para una mujer como Hilda Tenorio –Morelia, 11 de junio de 1986– la convicción de su vocación torera no es el problema, sino el ejercicio de la misma, ya que no obstante su inteligencia y valor, amplio repertorio, fuerza de carácter, disciplina, sacrificios, desafíos y entrenamiento diarios, lesiones y convalecencias más sus incuestionables triunfos en distintas plazas incluida la México, donde hace seis años recibió la alternativa, el sistema taurino mexicano sigue sin aprovecharla.

Casi obvio: si para los hombres metidos a toreros es endemoniadamente difícil sacar la cabeza en la profesión, para una mujer menudita, de apariencia frágil y rostro aniñado, parecería imposible… excepto para Tenorio, que hoy domingo a las 13 horas se encierra con seis toros de la ganadería de Brito en el lienzo charro División del Norte, de Tepotzotlán, estado de México. Se dice pronto, pero nadie en la historia de la tauromaquia lo había hecho.

“El sentido de esta encerrona sin antecedente –comienza Hilda– es múltiple. Por un lado, realizar un sueño que me acompañó desde mis inicios como niña torera y luego de novillera. Hoy por fin puedo hacerlo como matadora de toros no sólo como una satisfacción personal y un reto más en mi carrera, sino como una enérgica llamada de atención a un sistema taurino poco dispuesto a innovar no obstante la urgente necesidad de hacer más atractivo el espectáculo, y desde luego demostrar que mi condición de mujer no me impide ser torero y alternar con los varones en igualdad de circunstancias. Soy consciente de que es un gran compromiso y un gran reto, pero mi vida está habituada a superar retos físicos, profesionales y de género.

“Fue un éxito la propuesta que hicimos al público de que bautizara a los toros de mi encerrona. Hubo cerca de 900 respuestas y escogimos los nombres que más se repitieron y más sentido tenían para mí: Tenaz, Monarca, Único, Don Pepe, Fiesta Futura y Padres Benditos. Debo decir que, a diferencia de otros, siempre he contado con el respeto y apoyo de mis padres, un médico y un ama de casa que hace años se convirtieron en mis cómplices y a quienes les preocupa más que ande en carretera que verme en el ruedo.

“A los toros –agrega– procuro entenderlos, aprovecharlos, disfrutarlos y darles la lidia más adecuada. Algunos críticos dicen que poseo una tauromaquia fácil; la realidad es que esa facilidad sólo se logra con un entrenamiento cotidiano, un trabajo permanente, tanto físico como técnico, teorico-práctico, sicológico y alimentario. Sigo teniendo las mismas medidas de cuando tenía 15 años. No me acuerdo del pasado, es como si no existiera, siempre miro hacia adelante y trato de disfrutar cada día y de cada persona.

“Quiero que con mi desempeño de esta encerrona –remata quien además se recibió de abogada– la gente perciba mi afición y mi indoblegable voluntad de ser un torero importante, y desde luego que el medio taurino no me cierre las puertas antes de haberme visto. La técnica no inhibe la capacidad de emocionarse ni de emocionar.”