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Puntos sobre las íes

Recuerdos XXVII

H

abía que seguir…

Tras mis inolvidables y excelsas experiencias en Córdoba y Sevilla, volví a Madrid para continuar con el encargo de don Emilio Azcárraga Milmo, en mi calidad de director de Sky Toro, puesto para el que me extendió el correspondiente nombramiento el licenciado Miguel Alemán Magnani y, muy tempranito, dejé el hotel Palace para caminar por el Paseo de la Castellana y admirar, una vez más, lo maravilloso de aquellas formidables residencias y entre las cuales, para mi personal gusto, destaca la embajada de Italia y aquello me remontó a todas las maravillosas construcciones en nuestro Paseo de la Reforma derrumbadas para dar paso a los edificios vidrio-aluminio, que de cultura e historia poco tienen, y sí mucho de mercantilismo y de a tantos dólares por renta de metro cuadrado.

Antes de las nueve de la mañana estaba ya en las oficinas de Televisión Española y, apenas llegadito, la recepcionista me indicó que a las 11 de la mañana tenía junta en la sala de consejo de la empresa.

Nunca imaginé que en esa reunión estarían presentes los más importantes ejecutivos de la empresa, así como los responsables de convenios, programación y financiamiento y, obviamente, aquello me pareció una especie de confesionario, tal y como fue.

Aquella junta se interrumpió cerca de las tres de la tarde para pasar al comedor de la empresa y se reanudó a las cinco, para concluir cerca de las ocho de la noche.

El confesionario fue más que severo, agotador y cuando, de nueva cuenta, se tocó el asunto de los pesos y los euros que estaban a punto de entrar en circulación, repetí que no estaba facultado para ello, pero que me parecía que lo indicado era cada quien para su santo.

Y fue, entonces, que el director de TV Española me preguntó si no se había contemplado algunas otra posibles áreas de ingresos.

Debo confesar que había pensado en otras formas de allegarse fondos y que si bien lo presentado en cuanto a contenidos, producción, participación de los televidentes, así como trivias y retos de conocimientos habían causado una buena impresión, se necesitaba algo más, un plus que prometen los gringos, los laboratorios médicos y los productos de belleza para las féminas y tras mucho darle vueltas a la cabeza, me pareció haber encontrado la posible fórmula mágica y ¡zas!, me lancé al agua.

Más o menos así le dije al director:

–Vuelvo a insistir en que no estoy autorizado para tratar asuntos de dinero, pero, eso sí, hay algo que, a título personal, quisiera exponer a ustedes. México y España son poseedoras de unas culturas taurinas superiores a las de cualesquier país en los que la afición a los toros haya sentado sus reales, y tan así las cosas que creo que esa riqueza que tan bien se refleja en las ferias taurinas de aquí y de allá pueden y deben venderse a los aficionados como “paquetes plus”, mediante tarifas que merecen ser estudiadas a fondo.

Y, no pude ya más.

Aquellos jefazos nada dijeron, se miraron unos a otros e, insisto, no pude ya más: ¿Había pinchado yo en hueso? ¿Había rebasado los límites para lo que debía exponer? ¿Me darían las gracias y buen viaje?

Fue ese uno de los momentos más angustiosos que he vivido y más cuando el director me dijo que esperara yo en la antesala.

Fue entonces que me consideré condenado a muerte.

De pronto, la secretaria me dijo que debía regresar a la reunión.

Tomé asiento y el director me dijo más o menos así: “Mire, mucho esperábamos de su visita, pero la verdad es que debemos felicitarlo por lo que nos ha expuesto y este final, como le dice usted, “paquete plus”, es merecedor de un caluroso aplauso y por lo que se refiere a nuestra aprobación ésta será total y hoy mismo hablaremos con Rafael Herrerías para puntualizar lo hablado y mañana por la tarde puede venir a recoger las cartas-compromiso para la posible firma entre Sky-Toro-México y Televisión Española-Canal 3 y que ojalá pueda ser a la brevedad posible.

Abrazos y felicitaciones que me llenaron el alma y máxime cuando el director jurídico del canal me invitó a comer al día siguiente, a título personal.

Créanme, volví a nacer.

(AAB)