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El amor, que todo lo puede
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Foto Aleksey Romanov Nikolaevich
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Periódico La Jornada
Sábado 9 de abril de 2016, p. a12

En los estantes de novedades discográficas esplende una joya: Tchaikovsky. Violin Concerto. Stravinsky. Les Noces (Sony Classical).

Las letras abajo de la foto de portada completan el festín: Patricia Kopatchinskaja. Musica Aeterna. Teodor Currentzis.

Patricia Kopatchinskaja es heroína del Disquero.

Pongo a continuación el link de un texto donde narro la manera como esta artista moldava, los pies y hombros desnudos, un bello violín Pressenda, impactó para siempre a los circunstantes de la Sala Nezahualcóyotl cuando hizo pareja con otro genio, el pianista turco Fazil Say, como solistas de la Ofunam: http://goo.gl/N5NkQF

Musica Aeterna es un ensamble de primer nivel mundial, caracterizado por lo electrificante de sus interpretaciones de obras rusas, griegas y de vario linaje.

Teodor Currentzis es un actor griego y director de orquesta de esos que hacen la diferencia. Con la orquesta que fundó, la mencionada Musica Aeterna, funda un nuevo orden de cosas, mejor que el tradicional, merced a lo aventurado de sus afanes, siempre resultantes en epopeyas.

Es el caso de la obra que ocupa más de la mitad de este disco: el archirrecontrasuperdruper conocido, taquillero, aplaudido, ovacionado, asfaltado y pavimentado Concierto para Violín de don Pedrito Chaikovski.

En manos de Patricia Kopatchinskaja, esta obra que todos creían conocer resulta nueva, fresca, plena de misterios. Dado el talante de esta violinista moldava, tenemos una ejecución fuera de serie, electrificante, espectacular, con repentinos cambios de tempi, sorpresivos ataques, relámpagos de sonido. De alarido.

El disco entero es joya. Las fotografías de Aleksey Romanov Nikolaevich muestran una puesta en escena fabulosa: Patricia se casa con Teodor y vivieron felices para siempre.

Se trata de una escenificación de las bodas rusas, porque la segunda obra del disco es precisamente Les Noces, Las Bodas, esa partitura fascinante de Igor Stravinsky, difícil de ejecutar, difícil de conseguir una buena grabación como la versión exquisita de este disco.

La condición de reina de cronopios de Patricia Kopatchinskaja le permite juegos tan lindos como escribir una carta de amor a su flamante esposo, el director de orquesta, Teodor: Querido Teo, ¡cuánto te extraño, desde el momento mismo que terminamos de grabar el disco and over and over again, for ever and ever...

En esa misiva amorosa, contenida en el cuadernillo del disco, la enamorada reflexiona sobre el poder que tiene la música sobre los humanos: ¿qué nos hace la música?, ¿dónde estamos cuando nos hace tomar formas distintas? O bien, perdemos forma y nos convertimos en una parte del gran todo, de la verdadera razón de vivir.

También, confiesa que el Concierto de Chaikovsky le daba hueva. Le resultaba una pendejada (moronic, en el original) hasta que descubrió la profundidad de las escenas rusas, de la pasión sin medida que expresó Chaikovsky, y encontró que este compositor es tan profundo como lo son Tolstoi y Dostoievski y entonces se lanzó de cabeza, como acostumbra, y se entregó amorosamente y nos brinda una versión increíble del Concierto de don Pedrito. Manjar.

En cuanto a Les Noces, el mérito corresponde a Teo, el director de orquesta, quien por cierto responde a su flamante esposa Patricia con una bella carta de amor y habla también de la Rusia profunda que plasmó el famoso músico bizco don Igor Strabismo en Les Noces, aquí cantada por solistas y coro rusos y cuya interpretación nos conecta de inmediato con El Misterio de las Voces Búlgaras y Catulli Carmina y también Il Trionfo di Afrodita, los otros dos tercios de la trilogía de Carl Orff.

Pero sobre todo nos conecta con nuestra condición de humanos, nuestra capacidad de asombro, nuestros pies bien plantados en la Tierra y nuestras alas desplegadas en el cielo.

Hermoso, contundente, espléndido disco. Amoroso. Muy moldavo, muy ruso, muy nosotros todos los humanos.

Albricias.

[email protected]