En la televisión mexicana y de América Latina hay demasiados programas extranjeros que muestran a los niños un estilo de vida que claramente aquí no hay. Luego, esa realidad provoca un choque cultural que crea inseguridades. Pero la oferta nacional no se salva de la crítica, porque la mayoría es basura que dura todo el día.

La reflexión es de Yubia, una quinceañera que vive en Cuernavaca, Morelos y lleva más de tres años haciendo y analizando contenidos televisivos. Ella y otros tres niños, de la mano de la comunicóloga Irma Ávila, han creado Apantallados, una serie única en el país, en la que los pequeños están involucrados en todas las etapas de producción.

En México los niños pasan poco más de cuatro horas y media frente al televisor, de acuerdo con el Instituto Federal de Telecomunicaciones (Ifetel). Es el mismo tiempo que algunos dedican a la primaria, pues entran a las ocho de la mañana y salen después del mediodía. El organismo afirma que de los 10 canales que más les atraen, tres no tienen programación dirigida al público infantil.

No tenemos una política pública de televisión dirigida a la infancia, recrimina Ávila Pietrasanta, productora de Apantallados. El Ifetel cree que no le toca ese trabajo, aunque es el órgano garante del derecho de las audiencias. Tampoco las secretarías de Educación Pública o de Cultura han interferido. Nadie se hace responsable, lamenta.

Ávila Pietrasanta, ex consejera del Ifetel, comenzó hace algunos años a impartir talleres infantiles sobre televisión de calidad. De ahí surgió Apantallados, que es transmitido por el Instituto Morelense de Radio y Televisión los sábados y domingos a las 10 de la mañana, y se repite los martes y jueves a las 5 de la tarde.

No puedes desear lo que no conoces, así que deben tener otras opciones de entretenimiento y aprendizaje, añade. En el programa hablan de ciberacoso, cómo aprovechar las nuevas tecnologías y qué contenidos deben exigir en la programación.

Alex, de 14 años, quien también participa en la emisión, junto con Alondra y Emanuel, comenta en entrevista que ve la televisión convencional de la misma manera. Ahora le es fácil detectar estereotipos y formas de vida ajenas, llenas de lujos, y claro que México no está en esta situación.

Y no es que rechacen por completo ese tipo de canales. A Yubia, por ejemplo, le encanta ver series, pero ahora los observan con una visión crítica. Lamentablemente por esos programas se empieza, porque no tenemos acceso directo a una televisión de calidad, señala.

Los menores están involucrados directamente en los contenidos del proyecto: de eso se trata una televisión participativa, no sólo que aparezcan a cuadro y ya, explica Irma Ávila. Hicieron un reportaje sobre la gran cantidad de excremento de perro en un parque de Coyoacán. A un adulto no se le hubiera ocurrido, pero a ellos sí, porque tenían ese problema: querían ir a jugar y se encontraban con eso. Desde esa perspectiva, también buscan revalorar y ser un apoyo para la comunicación local.