Sociedad y Justicia
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Por investigación, es su centro mundial

Israel, “tierra prometida también para la cannabis”
 
Periódico La Jornada
Lunes 28 de marzo de 2016, p. 42

Kfar Pines

Desde fuera, la instalación protegida por un foso, una muralla, alambradas, cámaras de vigilancia y hombres armados parece una base militar israelí, pero emana un ligero tufo acre y dulzón que flota alrededor... olor a mariguana. Se trata de la segunda plantación de cannabis más grande de Israel y pertenece a una farmacéutica.

Aquí, en las inmediaciones de un tranquilo pueblo en el norte de Israel, se cultivan con fines médicos, al resguardo de miradas indiscretas, 50 mil plantas de 230 variedades de mariguana.

“También para el cannabis estamos en tierra prometida: buen clima, 300 días de sol al año y una humedad perfectamente adaptada”, resume Tamir Gedo, presidente de B.O.L Pharma, empresa autorizada por el ministerio israelí de Sanidad a cultivar y distribuir cannabis terapéutico.

En Israel, el consumo recreativo de mariguana es ilegal; en cambio, el Estado autoriza e incluso alienta su consumo con fines medicinales desde hace una década.

En 2015, los doctores lo prescribieron a 25 mil pacientes de cáncer, epilepsia, estrés postraumático o enfermedades degenerativas, no para curar su mal, sino para atenuar los síntomas.

El empleo de la cannabis divide a los médicos porque produce dependencia y trastornos de comportamiento como la agresividad. Sus defensores destacan virtudes como que reaviva el apetito, reduce los problemas de sueño, tiene propiedades ansiolíticas e incluso antinflamatorias.

En Israel, la investigación avanza más rápido que en otros lugares: las autoridades son más liberales y los ensayos clínicos en humanos escapan a la reglamentación, contrariamente a otros países.

Cada vez más empresarios e investigadores se lanzan al negocio para perfeccionarla: crear un medicamento purificado, dosificable y con menores efectos secundarios.

En el recinto de B.O.L (Breath of Life, Aliento de vida) Pharma, un complejo de dos hectáreas de invernaderos y laboratorios, cada planta está supervisada por un programa que controla sus parámetros bioquímicos las 24 horas.

Aunque Israel no tiene derecho a exportar cannabis, ha apostado por exportar su experiencia agronómica, médica y tecnológica para convertirse en Canna-Hub o centro mundial de esta sustancia.