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Obra escrita por Marcela Rodríguez que se presenta hoy en el Teatro de la Ciudad

Exitoso estreno mundial tuvo la ópera infantil El día que María perdió la voz

Basada en el libro homónimo de Javier Peñalosa y con dirección escénica de Jesusa Rodríguez

Foto
La escenificación es parte de las actividades del 32 Festival del Centro HistóricoFoto Guillermo Sologuren
 
Periódico La Jornada
Domingo 27 de marzo de 2016, p. 3

El público ovacionó de forma estridente y prolongada el estreno mundial de El día que María perdió la voz, la primera ópera infantil escrita por la compositora mexicana Marcela Rodríguez, efectuado ayer en el Teatro de la Ciudad Esperanza Iris, como parte del 32 Festival del Centro Histórico.

La directora escénica Jesusa Rodríguez logró un montaje ágil y bien equilibrado en todos sus elementos: el musical, el vocal, el actoral y el visual, en una propuesta que apela al sentido primigenio del género operístico de ser un arte total.

El teatro es la magia de lo mínimo, aseguró la creadora escénica en una entrevista publicada en estas páginas el pasado jueves. Y así lo refrenda en esta puesta, la cual destaca por su casi nula parafernalia escenográfica y lo vertiginoso de las acciones.

Es un planteamiento escénico que no da tregua ni descanso al espectador y en el que se salta de una escena a otra en un santiamén: una dinámica muy cinematográfica o hasta de videojuego, ideal para mantener la atención del público para el cual fue concebida la obra.

Una serie de seis módulos movibles en color blanco es uno de los principales recursos del que se vale la directora escénica para construir los diferentes lugares y atmósferas en las que se desarrollan las acciones.

El otro es un gigantesco biombo colocado sobre la parte posterior del escenario en el que se proyectan diversos dibujos realizados por la artista visual Magali Lara, creadora de la escenografía.

Como si se tratara de un enorme rompecabezas, esos seis bloques son transformados en cuestión de segundos lo mismo en una recámara que en un pasillo de un supermercado, en un consultorio médico que un vagón del Metro y hasta en el santuario de un brujo.

Estos cambios de escenografía, más de 10 a lo largo de la obra, son realizados ante la mirada del público por un par de actores en patines (Alejandro Camacho y Carlos Brown), con vestimentas que los hacen parecer androides o seres futuristas.

Profundamente colorido es el vestuario del montaje y su estética remite a algunas tiras cómicas de antaño, como Lorenzo y Pepita o La pequeña Lulú.

Pero allí no queda lo caricaturesco de la propuesta de Jesusa Rodríguez. También es muy evidente en la parte histriónica, con ademanes, gesticulaciones y movimientos exagerados que detonan en varios pasajes las risas de entre las butacas, así como la decisión de que el papel de la mamá de la protagonista sea interpretado por un hombre, el actor y cantante Hernán del Riego.

La historia que se cuenta a lo largo de la casi hora de duración de esta ópera, basada en el libro homónimo de Javier Peñalosa, es la de una parlanchina niña que habla hasta con las piedras y las sillas, quien un día pierde la voz a partir de que le cae una caja de cereal en la cabeza.

Esto le permite aprender a escucharse a sí misma y a los otros, para al final quedarse con la reflexión de que para hablar hay que saber escuchar, frase que, a la postre, es el mensaje que se busca compartir.

Sonoridades de nuestro tiempo

La música de Marcela Rodríguez es accesible y agradable, de sonoridades melódicas y luminosas, sin que ello implique concesiones de la autora en lo que respecta a su lenguaje y sus intereses y exploraciones estéticos. Suena a música de hoy, de nuestro tiempo.

Su ejecución, a cargo del ensamble La Colmena, dirigido por Rodrigo Cadet, fue pulcra y precisa en esta función de estreno, como lo fue también el desempeño de todo el elenco, tanto en lo vocal como en lo actoral, encabezado por la mezzosoprano Catalina Pereda y los cantantes Ricardo Estrada y Armando Mora, además del ya mencionado Hernán del Riego.

En el montaje de El día que María perdió la voz participa asimismo el coro de los Niños Cantores del Centro Histórico, a manera de coro griego que narra algunos de los incidentes de la historia de esa niña parlanchina.

Este domingo será la segunda y última función de esta ópera infantil en el Teatro de la Ciudad Esperanza Iris (Donceles 36, Centro Histórico), a las 13 horas.