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A la Mitad del Foro

Los muros invisibles

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El jefe de Gobierno de la CDMX, Miguel Ángel Mancera; el titular de la Semarnat, Rafael Pacchiano, y el gobernador del estado de Mexico, Eruviel ÁvilaFoto Roberto García Ortiz
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n año bisiesto, acá donde no hay calendas griegas, se alinearon las efemérides y el borrón imperdonable de la desmemoria que cambia las conmemoraciones festivas por fines largos de semana. 18 de marzo. Remedos de adoración al sol en las pirámides del México prehispánico. Y el primer día de la primavera que algunos han olvidado es la fecha del natalicio de Benito Juárez. El eclipse total es el de la memoria.

El viernes 18 de marzo se opacaron los cielos y se envenenó el aire de la antigua Ciudad de los Palacios, de la región más transparente del aire; de lo que hemos hecho del valle metafísico que añoraba Alfonso Reyes. Y la clase política, la de la transición en presente continuo, jugó con los números de las placas de circulación, puso en el tablero las cuentas alegres que le permitieran culpar al pasado, a las decisiones de la Suprema Corte de Justicia, a la luz solar y al viento que no sopló en la cuenca formidable de lo que han dado en llamar megalópolis. Y al vecino. Después de todo, hay pluralidad de partidos en el sistema federal, y el PRD se quedó hace mucho tiempo con el aparato y la clientela del PRI que fuera hegemónico en la capital de la República, sede del Poder Ejecutivo de la Unión.

Será que se adelantaron los idus de marzo con el año bisiesto que se presentó a la mitad del sexenio de Enrique Peña Nieto. Se acabó el festejo de los proverbiales primeros cien días de gobierno; se empaña el oropel del pacto que restauró el quehacer político y con él la posibilidad de negociar y acordar entre adversarios de la nueva era, del régimen nonato, de la desmemoria inducida por el despectivo olvido de lo hecho por otros que parecían gigantes; sobre cuyos hombros deberían haberse subido para avizorar el horizonte. Los que despreciaban el futurismo, no corren, vuelan en pos de la sucesión presidencial. Se le acaba el tiempo, señor Presidente. O ya se les adelantó a los que buscan la capa mágica que los proteja del desprecio popular por la partidocracia y los disfrace de independientes.

Aunque estén en algún puesto de elección popular gracias a que uno de esos patéticos partidos los lanzó como candidatos, esperanza de cambio a prueba de cambios, caballeros andantes lanza en ristre para combatir los molinos de viento del PRI. En la CDMX que ya sustituye al Distrito Federal y ya se esmera en integrar un congreso constituyente de notables, es jefe de Gobierno Miguel Ángel Mancera, heredero designado por las altas aspiraciones de Marcelo Ebrard. Del cordero dispuesto al sacrificio para elevar al Supremo Poder Ejecutivo de la Unión, al modesto y tenaz predicador de la política como fruto de la moral. Nada que ver con la huasteca leperada de Gonzalo N. Santos. Hablo de Andrés Manuel López Obrador.

Los dispersó el viento. Ebrard vive en elegante ostracismo europeo que ya se prolonga casi tanto como el del que se fue en el Ipiranga. Y el ungido por el PRD, el abogado Mancera libre del pecado original, ajeno a todo partido político, limpio del polvo de militancia alguna, se acostumbró a la cercanía que da influencia y, respetuoso del canon constitucional, colaboró con el de Los Pinos y se integró a los sicofantes palaciegos. No se declara candidato. Pero no niega aspirar. Y, para curarse en salud, hace gala de independencia. La densa nube del esmog se le atravesó en año bisiesto. Y el señor Mancera se apresuró a declarar que la mayor parte del veneno venía de las entidades vecinas.

Eruviel Ávila, gobernador del estado de México, saltó a la palestra y rápidamente defendió a sus paisanos. Aquí recibimos diariamente decenas de miles de toneladas de basura provenientes de la flamante CDMX; ese material envenena la tierra, los mantos freáticos, la salud de los mexiquenses, dijo. Y anunció que de inmediato suspenderían al recepción de los incontables camiones de basura que les enviaba el compañero de la comisión integrada en megalópolis. Sopló el viento de las alturas y los dos precandidatos declarados se alinearon. Hubo gran espectáculo de luz y sonido en Teotihuacán. Pemex no está en quiebra. Parece estarlo. Qué empresa energética resiste una caída de 70 por ciento en el precio del barril de crudo.

Pemex está en mejor posición que otras empresas petroleras, diría Enrique Peña Nieto. Será a pesar de las cuentas de Hacienda, que podrían decirnos cuánto sigue pagando de impuestos la gran empresa desmembrada, a pesar de los bajos precios y la implacable caída en la producción de crudo y gas. Sí dijo que cuenta con el apoyo irrestricto del gobierno de la República. Y del crédito de la banca de fomento que los del común creíamos desaparecida. El nuevo director de Pemex, José Antonio González, llegó a hacer ajustes y recortes, a poner en orden a la que Peña Nieto llamó la empresa más grande e importante de México, a la que se debe en gran medida la industrialización, obras de infraestructura, cobertura educativa y servicios de salud del país.

Lástima que la reforma necesaria los llevó a reducir a Pemex en una pieza sujeta a competir con los consorcios que vinieren del extranjero; sometida a lo que Hacienda decida que puede invertir en la exploración casi abandonada, en la red de ductos a merced de bandas criminales, en las refinerías indispensables, en fortalecer la cadena productiva en la petroquímica. Eso dicen que van a hacer los del extranjero, cuando vengan. Porque los precios a la baja son decisiones geopolíticas de Arabia Saudita y otros grandes productores. No se privatizó Pemex. Pero se les deshizo entre las manos.

Menos mal que González Anaya es hombre de orden probado. Y que en el sindicato tan denostado nada quedó del ímpetu enloquecedor de los tiempos de Joaquín Hernández Galicia. No deberían olvidar la voz del dirigente que dijo al presidente Miguel de la Madrid: ...se cae Pemex; y si se cae Pemex, caen usted y su gobierno. Cito de memoria. Lo peligroso es la desmemoria. Carlos Romero Deschamps defendió lo que podría caerse: Sorprende escuchar aún opiniones supuestamente progresistas que casi exigen el despido de miles de trabajadores. Cien mil millones de pesos recibirá Pemex de crédito. ¿Y los estados de la República en cuyo territorio o costas están los veneros que nos escrituró el diablo?

En Tamaulipas rige el crimen organizado. Desde la frontera chica hasta Matamoros y Ciudad Madero, linderos con el estado de Veracruz del que desapareció el imperio de la ley. A la violencia del narco por el control territorial se suma el vacío del poder constituido, a ciencia, paciencia e incompetencia del gobernador Javier Duarte Ochoa. Juicio político demanda tardíamente el PAN.

Hay dos estados con posibilidades y gobiernos capacitados, con voluntad política y decisión de ejercer el poder que otorga el mandato popular. Tabasco y Campeche. Arturo Núñez es hombre de experiencia, administrativa y legislativa. Tendrá que hacerlas valer para recuperar las participaciones perdidas con los ajustes al gasto público.

Alejandro Moreno Cárdenas llegó a gobernador de Campeche a tiempo para capitalizar la segunda alternancia y las relaciones consolidadas con el presidente Enrique Peña Nieto. Los campechanos enfrentan mayor desempleo con la baja del petróleo. Moreno Cárdenas logró eliminar el peaje entre Ciudad del Carmen y Campeche; obtuvo apoyo federal para construir el Puente de la Unidad; y para plantar 100 mil hectáreas de palmeras de aceite de coco.

Los gobernadores no tienen problemas, tienen asuntos que resolver, decía Manuel Garza González. Ese es el quehacer político.