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Recurren a la cultura popular con la finalidad de atraer más espectadores

Series de televisión ocupan varios museos de Estados Unidos

La Galería Nacional de Retratos alberga imágenes de George Washington, Thomas Jefferson y Abraham Lincoln

Un estudio elaborado en 2010 revela que los blancos, 69 por ciento de la población de ese país, representan 79 por ciento de los visitantes en esos espacios

Foto
En esta imagen tomada de Internet, la Galería Nacional de Retratos en Washington alberga el del actor Kevin Spacey, quien da vida al malicioso presidente de ficción Underwood –sentado en su escritorio, por supuesto de la Oficina Oval–, de la serie televisiva House of Cards, que transmite Netflix, cuya exhibición coincide con el lanzamiento de la cuarta temprada de este drama político
 
Periódico La Jornada
Viernes 4 de marzo de 2016, p. 3

Washington.

La televisión vive una nueva era dorada y sus programas más aclamados son exhibidos en los museos de Estados Unidos, que muestran en sus prestigiosos espacios la cultura popular con la esperanza de atraer visitantes más jóvenes y diversos.

En la capital estadunidense, la Galería Nacional de Retratos alberga los retratos de todos los grandes líderes del país: George Washington, Thomas Jefferson, Abraham Lincoln y... ¿Francis Underwood? Underwood, el malicioso presidente de ficción de la serie de Netflix House of Cards, encarnado por el actor ganador del Óscar Kevin Spacey, quien aparece sentado con las piernas cruzadas en su escritorio, en la Oficina Oval, por supuesto.

La obra hizo su debut la semana pasada y será exhibida hasta octubre. La muestra coincide con el lanzamiento de la cuarta temporada de este drama político, este viernes.

Estoy un paso más cerca de convencer al resto del país de que yo soy el presidente, bromeó Spacey el día en que el retrato fue develado.

¿Por qué un museo cuenta con un personaje ficticio de televisión? No sólo refleja el impacto de la cultura contemporánea popular en la historia de Estados Unidos, sino también ejemplifica la tradición de bellas artes de los actores retratados en sus papeles, explicó Kim Sajet, directora de la Galería Nacional de Retratos.

El Museo Nacional de Historia estadunidense, también en Washington, dio similar explicación cuando agregó objetos icónicos de la serie de televisión de culto Breaking Bad a sus colecciones el pasado noviembre.

El traje protector amarillo y el sombrero negro usados por Walter White, un tímido profesor de química que se convierte en un jefe del tráfico de drogas, no serán mostrados al público hasta una exhibición sobre cultura estadunidense planeada para 2018.

Sin embargo, los fans que no quieran esperar tanto pueden visitar una nueva exhibición en el Museo Mob, en Las Vegas, que contiene el traje protector y la máscara que White, encarnado por el ganador del Emmy, Bryan Cranston, usaba al preparar metanfetaminas.

Otras sensaciones de la pantalla chica presentadas en museos estadunidenses incluyen ropa de comienzos del siglo XX usada por los aristocráticos personajes y sus sirvientes en Downton Abbey en el Museo Driehaus de Chicago, que se mostrará al público el 8 de mayo.

El año pasado hubo dos exhibiciones de Mad Men en el Museo de la Imagen en Movimiento de Nueva York, que coincidieron con los episodios finales del aclamado programa sobre un narcisista ejecutivo publicitario y su vida familiar en los años 60 del siglo pasado.

Nuevas, más jóvenes y más diversas

Nada hay de sorprendente al ver la influencia de la televisión en los museos estadunidenses, dijo Dustin Kidd, sociólogo de la Universidad Temple, en Pensilvania.

El autor del libro Pop Culture Freaks dijo que el país tiene numerosos museos dedicados a las películas y la pantalla chica y que la influencia de la televisión en el arte estadunidense es tan vieja como la televisión.

Sin embargo, Vera Zolberg, socióloga de Nueva Escuela, una universidad de Nueva York, dijo que la presentación de series televisivas bien puede ser una nueva tendencia.

Zolberg comparó ese fenómeno con las visitas nocturnas a los museos. Ahora rutinariamente se ofrece esa opción, que nadie se habría imaginado hace algunos años.

Peggy Levitt, socióloga en el Colegio Wellesley, en Massachusetts, dijo que las exhibiciones de cultura popular se extienden a medida que los museos comprenden la necesidad de cambiar sus prácticas para llegar a audiencias nuevas, más jóvenes y más diversas.

Hay un creciente reconocimiento en este país de que las personas dentro de los museos no lucen como las que están afuera de ellos, señaló Levitt.

Un estudio de 2010, de la Asociación Estadunidense de Museos, mostró que los blancos son 69 por ciento de la población, aunque constituyen 79 por ciento de los visitantes de los museos. En cuanto a personas de raza negra e hispanos, el estudio estima que en 25 años serían 46 por ciento de la población estadunidense, pero sólo 9 por ciento de los visitantes.

Los museos tienen que cambiar lo que hacen y llegar a audiencias más diversas si quieren sobrevivir y crecer en el siglo XXI, dijo Levitt.

Explicó que algunos de esos recintos están cambiando sus muestras, que son ahora más coloridas o incluyen textos descriptivos más breves para ampliar su público.

Es otro tiempo; eso significa poner en exhibición grafitis, personajes de libros de cómics o al presidente Underwood, indicó Levitt.

“No veo ninguna amenaza en esto. La Mona Lisa no se irá a ninguna parte”, agregó.