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Los de Abajo

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P

uebla y Veracruz parece que compiten en cuál es el estado con mayor número de violaciones a los derechos humanos. Comparten frontera e impunidad. Nada de lo que ocurre en esas entidades tiene respuesta ni buen fin. Pero comparten también protestas y resistencias. A pesar del terror implantado y de las amenazas abiertas, la gente agredida sigue saliendo a las calles a reclamar sus derechos, como en el resto de México.

Para las mujeres en Puebla este mes ha sido fatídico. La organización Nodo de Derechos Humanos recopila tres casos de represión a periodistas en menos de 50 días, todas del sexo femenino: La llamada de atención por parte de Francisco Trejo, director de la Unidad de Comunicación de Puebla, a Paula Carrizosa, reportera de La Jornada de Oriente, durante la inauguración de Museo Internacional Barroco; las amenazas anónimas vía Twitter a Aranzazú Ayala, reportera de Lado B, a través del hashtag #Aniquilaaunperiodistapor, y por último la aparición del cuerpo de Anabel Flores, reportera de El Sol de Orizaba, en territorio poblano.

La organización de derechos humanos recuerda que entre 2010 y 2015 se registraron por lo menos 92 agresiones a periodistas en Puebla, estado en el que el Congreso local aprobó en 2011 la retrógrada ley mordaza, y en 2014 la ley bala, iniciativa que finalmente fue rechazada pues contemplaba el empleo de armas en el uso de la fuerza pública, y bajo su amparo un adolescente de 13 años de edad fue asesinado durante la dispersión de una protesta.

En los primeros dos meses de este año, Nodo reporta la alarmante cantidad de 14 mujeres asesinadas en hechos que parecieran indicar que se trata de feminicidios, es decir, que quienes las mataron lo hicieron por razones de odio, desprecio o posesión hacia ellas por el hecho de ser mujeres. De estas mujeres asesinadas, algunas estaban embarazadas.

Lo que los gobiernos en Puebla han dado como ejemplo es que el poder implica impunidad y esto abre la puerta a todo tipo de abusos y tragedias. El problema real para quienes están en el poder no es detener las tragedias sino ocultarlas o callarlas cuando se vuelven evidentes, advierte Nodo.

Ante la evidencia, urge la declaratoria oficial de alerta de género. Se trata de dimensionar la problemática. No son casos aislados. Nada es casual en un estado en el que impera la violencia, la corrupción, la impunidad, el terror, la injustica, la criminalización de los jóvenes y de luchadores sociales.

Ni una más. Ni periodista, ni ama de casa, ni trabajadora, ni joven, ni migrante, ni indígena, ni estudiante. Ni una menos.

www.desinformemonos.org