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Visita Papal
En el abandono, la casa de San Juan Diego
 
Periódico La Jornada
Domingo 14 de febrero de 2016, p. 5

Hace casi 14 años prometieron a San Juan Diego –recién canonizado por Juan Pablo II– la construcción de un templo que honrara su nueva condición y su protagónico papel en la creencia de la aparición de la Virgen de Guadalupe. Desde entonces, en el espacio que le fue consagrado, sólo permanencen los restos de un inmueble protegido por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), que ha prohibido su demolición por años y detenido el proyecto del santuario del mítico indígena.

Los años han pasado y por ahora en el lugar expresamente adquirido para la construcción del templo de San Juan Diego –en la intersección de Montevideo e Insurgentes, a menos de un kilómetro de la Basílica de Guadalupe– sólo hay una pequeña capilla, desolada la mayor parte del tiempo, erigida a su memoria, mientras el proyecto de un templo monumental no termina de superar los laberínticos trámites de la burocracia.

Las razones: la incompatibilidad de los proyectos del nuevo templo con los restos de la construcción antigua que quedan en pie, catalogados por la Coordinación Nacional de Monumentos Históricos, del INAH, que ha prohibido que sean derruidos así sea para honrar al santo.

Controvertido proyecto

A Juan Diego le fue menos complicado trascender de beato a la santidad, que para los responsables de erigirle un templo superar las controversias del proyecto, con todo y las denostaciones que tuvo en el seno de la Iglesia, que pretendieron reducir su existencia a un mito religioso e impedir la canonización.

Entre el 6 de mayo de 1990, cuando, auspiciado por Juan Pablo II, lo reconocieron como beato, al 19 de diciembre de 2001, sólo pasaron 11 años, aunque fue hasta 2002 cuando se realizo la ceremonia oficial.

Será la insuperable competencia que debe enfrentar con la Basílica a menos de un kilómetro o el escaso arraigo que en calidad de santo ha logrado entre los fieles católicos, pero son pocos los fieles que optan por visitarlo en lugar del santuario a la Virgen de Guadalupe.

Poco menos de un centenar de sillas plegables, a la espera de fieles, una pequeña estatua del novel santo, una voluminosa figura de su promotor a los altares celestiales, hoy igualmente santo vía fast track (Juan Pablo II), una extendida imagen de la Guadalupana y un cuadro con una desconocida imagen de Juan Diego, son los adornos de la capilla.

Sobre la fachada principal de las ruinas de la vieja construcción sólo hay una deslavada manta de un ya antiguo agradecimiento: te alabamos, por el regalo nuestro santo indio Juan Diego Cuauhtlatoatzin.