Opinión
Ver día anteriorMiércoles 3 de febrero de 2016Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Astillero

La farsa del mando único

Corrupción, ¿sólo municipal?

Pleito entre cardenales

Zacatecas, ¿agoniza Morena?

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JUSTICIA PARA LOS DESAPARECIDOS. Integrantes del Movimiento por Nuestros Desaparecidos en México se manifestaron ayer frente al Senado para recordar a los legisladores su obligación de discutir y aprobar en este periodo de sesiones la ley general en materia de desaparición forzada. Exigieron que se incluyan en dicha norma las aportaciones de los familiares de las víctimas, entregadas formalmente en noviembre pasadoFoto Yazmín Ortega Cortés
E

l mando único es otro de los entretenimientos que las élites ponen sobre la mesa para aparentar que los problemas policiacos y de seguridad pública, sobre todo los relacionados con el Crimen (Políticamente) Organizado, provienen de ciertos elementos putrefactos y no del sistema en su totalidad, cargando la tinta en los niveles inferiores (los municipales) de la cadena nacional de complicidades y corrupción, como si conforme se ascendiera en esa escalera de responsabilidades el riesgo de infiltración y corrupción fuera menor, cuando es evidente que la principal protección y promoción de esa delictividad desbordada se suministra en realidad desde altísimos mandos.

La invocación del mando único como presunto remedio a los males de la sociedad es tan engañosa como los exámenes de control de confianza y otros artificios sabidamente fallidos que los gobernantes van sacándose de la oscura manga para tratar de aparentar que algo serio se está haciendo en el tema que mantiene a la nación entera en vilo, el de la multiplicación vertiginosa de hechos delictivos contra ciudadanos pacíficos por bandas criminales que controlan a las policías (pero no sólo a las municipales) y a las autoridades (pero no sólo a las municipales).

Pretender que la puesta de los jefes municipales en manos de jefes estatales ayudará a frenar distorsiones de la función policiaca, encubrimientos a bandas afines y amenazas a funcionarios que fueran honestos es tan falso como si se supusiera que frenando la corrupción en los municipios se impediría la que a manos aún más ávidas se da en los niveles estatales y federal.

Cierto es que por su dispersión geográfica los mandos policiales municipales suelen adscribirse a diversos mandos criminales y que en determinadas circunstancias los jefes estatales no pueden coordinar acciones en los municipios porque los agentes de éstos se niegan a actuar contra los intereses de los cárteles a los que pertenecen. Pero eso mismo sucede en la mayoría de las secretarías de seguridad pública de los estados del país y en jefaturas policiacas de ese nivel. Incluso, muchos de esos puestos han sido ocupados por militares en activo o en retiro que son recomendados desde cuarteles de la capital del país, con la amenaza a los gobernadores de que si no aceptan esas sugerencias no mantendrán sintonía con las fuerzas armadas de la respectiva entidad.

Similar proceso de complicidades y corrupción se da desde los ámbitos federales respecto a los estatales. En realidad, los peces federales, en sus distintas armas, se comen a los estatales y éstos a los municipales, en una cadena alimenticia de corrupción que a la sociedad le queda clara, ni más ni menos que por los resultados.

En tales condiciones, el mando policiaco único en los estados corre el riesgo de convertirse en una ventanilla única de recaudación relacionada con cárteles, con jefes estatales que controlen mafiosamente toda la operación de policías en la entidad (siempre reportando hacia arriba), sin que cambie la voracidad corrupta más que de esquemas y estilos. Es lo mismo que con el pomposo Sistema Nacional Anticorrupción, que junto con el mando único ha propuesto Peña Nieto al Congreso: de poco, realmente de nada, servirán iniciativas de ley, reformas y correcciones si las élites que dominan el país siguen beneficiándose en términos criminales de la operación de las bandas delictivas en el país y de la enorme corrupción cada vez más descarada. Palabras, palabras, palabras, diría una vieja tonadilla de amores decepcionados (https://goo.gl/p56P27)...

Desplazado de los afectos vaticanos, virtual ejemplo de lo que el papa Francisco dice combatir, el cardenal Norberto Rivera ha roto católicas lanzas contra una figura emergente en el escenario clerical mexicano, el guanajuatense Alberto Suárez Inda, a quien el actual pontífice no sólo no aceptó su renuncia al cumplir 75 años, sino que, siendo arzobispo de Morelia, lo nombró cardenal, trastocando así la tendencia a designar como purpurados a ocupantes de las sedes más importantes, que son Guadalajara, Monterrey y la Ciudad de México.

Además, Suárez Inda será anfitrión especial de Francisco, pues éste visitará la capital del convulsionado y sangriento Michoacán. Ante ello, el semanario Desde la fe, bajo el mando del arzobispo primado Rivera, dijo que en Michoacán se vive la paz de los sepulcros, pues es un estado violento y sometido por el crimen y la anarquía. El cardenal Suárez Inda dijo que ese texto es amarillista, parcial y exagerado. ¡Santos pleitos, Batman Francisco!

Marco Antonio Torres Inguanzo escribió en La Jornada Zacatecas un interesante artículo titulado ¿Por qué agoniza Morena en Zacatecas? En ese texto, el académico y filósofo menciona la paradoja que hoy vive allá dicho partido: “lo que es Morena (como proyecto político) agoniza ante el éxito de Morena (como agencia electoral). Es decir, su proyecto político se muere porque cae en manos de esas formas electorales (el clientelismo, con líderes o punteros de comunidades y colonias populares movidos por el esquema de partido-gobierno: anotación del Astillero). El monrealismo convenció a la dirigencia nacional de que dará la única gubernatura a Morena para el proceso de 2016, y por ello, la dirección nacional les concede todas sus peticiones, las cuales han caminado en dirección de eliminar la disidencia. El llamado monrealismo se ha convertido en un conglomerado de grupos de punteros que ven como una amenaza a los izquierdistas con carga ideológica. Las consecuencias están a la vista: mecanismos de exclusión de la disidencia izquierdista. Por ello agoniza en Zacatecas el proyecto político de Morena, aun cuando en las encuestas aparezca competitiva electoralmente” (http://goo.gl/oHp3aD). Y, mientras siguen las impugnaciones (con todo y los tres notables que propone Mancera) a la forma de constituir el Constituyente de la Ciudad de México que seguirá siendo Distrito Federal, ¡Hasta mañana!