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Recuerdan en Acapulco decesos de 3 tragahumo hace 15 años

Al oír la sirenaun bombero sale enseguida, pero no sabe si regresará
Corresponsal
Periódico La Jornada
Domingo 31 de enero de 2016, p. 24

Acapulco, Gro.

Ayer se cumplieron 15 años de la muerte de tres bomberos, quienes en cumplimiento de su deber intentaron sofocar un incendio en una lavandería del hotel Calinda Beach.

El hecho heroico fue recordado por compañeros sobrevivientes con una misa en la estación central de bomberos de la avenida Farallón.

José Hugo Navarro Rendón, uno de los sobrevivientes, relata que cuando arribaron a apagar la conflagración –ocurrida el 30 de enero de 2001–, pasaron por el estacionamiento ubicado en el nivel de abajo del hotel, el cual se llenó de humo. Los compañeros perecieron porque se les acabó el tanque de aire que llevaban.

El incendio, dice, duró unas seis horas y fue ocasionado por un cortocircuito y la fuga de compuestos químicos, que causó que sábanas y manteles se prendieran de inmediato y dejaran una capa de humo que invadió a las 350 habitaciones; dos pudieron salir, pero tres de ellos quedaron atrapados.

Desde capturar cocodrilos, asegurar enjambres de abejas, rescatar gatos en los árboles, hasta controlar incendios devastadores e ir tras falsas alarmas, son las andanzas de un bombero en Acapulco. Tengo 29 años de experiencia en el servicio, señala Navarro Rendón.

Cuenta que el incendio más difícil que le ha tocado enfrentar fue el de la cartonera de Ejido, que duró dos días y sucedió en 1987. “Era puro desperdicio de cartón, estaba muy fuerte. Empezamos a sofocarlo con agua, no había muchas pipas como ahora.

“La gente desconoce cómo trabajamos, pero se alegra cuando apagamos sus pertenencias. El horario de un bombero es 24 horas de trabajo por 48 de descanso; el salario es de unos 4 mil 500 pesos a la quincena, con seguros de vida y social. En Acapulco hay cinco estaciones. Pedimos que nos apoyen con pipas, camionetas y motobombas.

Al oír la sirena, cuando suena la chicharra, sabemos que salimos, pero quién sabe si regresemos; el destino del bombero siempre ha sido así, solamente con la bendición de Dios podemos llegar, cuenta Navarro Rendón, de 51 años de edad, quien señala que la profesión es difícil, pero de mucha satisfacción.