Editorial
Ver día anteriorDomingo 31 de enero de 2016Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Petróleo: la apuesta venezolana
E

l presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, aseguró ayer que los países que integran la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) y otros importantes productores de crudo que no pertenecen a dicho cártel comercial están cerca de alcanzar un acuerdo para estabilizar los precios del hidrocarburo, presumiblemente mediante una reducción en las cuotas de producción, medida impulsada desde meses atrás por la nación sudamericana. Este anuncio coincide con la gira que Eulogio del Pino, ministro venezolano de Petróleo y Minería, realiza en por Rusia, Catar, Irán y Arabia Saudita para buscar el respaldo de estas naciones a los esfuerzos por detener la grave caída que los precios del crudo han experimentado durante el pasado año y medio.

Por ejemplo, mientras el 20 de junio de 2014 la mezcla mexicana de exportación se cotizaba en 102.41 dólares, para el 20 de enero de este año tocó un mínimo de 18.90 dólares por barril, un desplome de 83.5 por ciento de su valor de mercado, pérdida incluso superior al 75.7 por ciento del Brent del mar del Norte, usado como referente global de los precios petroleros. Esta caída se atribuye a una serie de factores entre los que se encuentran la desaceleración de la economía china y el fortalecimiento del dólar.

Por tanto, se saludan los esfuerzos del gobierno venezolano por recuperar la cotización de este recurso estratégico que, de concretarse, supondría un importante impulso a la economía de las naciones en desarrollo que –como es el caso de México– tienen en la exportación petrolera su principal o una de sus principales fuentes de ingresos.

En este sentido, es pertinente recordar que en el orden económico actual las naciones fuertemente industrializadas exportan bienes de consumo de alto valor agregado, mientras las naciones de menor nivel de desarrollo son primordialmente exportadoras de productos primarios, como el petróleo.

Por otra parte, el esfuerzo diplomático desplegado por Venezuela para unir a los países integrantes de la OPEP y otros como Rusia debe verse como una ratificación del peso internacional con que cuenta el país, resultado tanto de su posición entre los productores de petróleo como de la política claramente internacionalista del fallecido presidente Hugo Chávez.

Además, este papel destaca porque se presenta en el contexto de un turbulento escenario interno para el gobierno bolivariano, propiciado sin duda por la grave crisis económica que atraviesa el país y por el desgaste político del chavismo, pero también por la asonada desestabilizadora de la oposición y la injerencia constante de Estados Unidos y otros actores. A lo que puede verse, este desgaste político no ha trastocado la proyección internacional del chavismo en el concierto de las naciones petroleras, ni su papel de contrapeso, en el hemisferio occidental, a los intereses hegemónicos de Washington.

Por último, es inevitable contrastar los esfuerzos venezolanos por contrarrestar la caída del petróleo con el papel meramente testimonial del gobierno mexicano, que se ha mostrado omiso en proteger los intereses petroleros del país, más allá de los actos de relaciones públicas efectuados hace unas semanas ante las autocracias árabes. La aparente fortaleza política del gobierno mexicano frente a la oposición formal no se traduce en un liderazgo internacional equiparable al venezolano.