Opinión
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En el Chopo

Lalo, Ricardo y el barrio

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El músico Alejandro Marcovich durante la presentación de su libro Vida y música Foto Chelico
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principios de los años 60, en el norte del entonces DF, colonias como la Díaz Mirón y la Nueva Atzacoalco tenían calles sin pavimentar y esquinas medio a oscuras, donde se juntaba la bola de cuates para cotorrear, escuchar rocanrol y, a veces, echarse unos tragos. Algunos chavitos al ver esos cuadros quedaron contagiados de esa actitud rebelde y sobre todo por esa música. Entre ellos, los chamaquitos Everardo (el futuro Lalo Tex) y Rico (Ricardo Hernández). Con el tiempo, uno destacó como músico y el otro como reportero. Pero la adolescencia de ambos no fue fácil: hubieran podido cantar el coro de Maldito ritmo de El Tri “…cuántas broncas no tuvimos por culpa del rocanrol”. Con los años, Lalo Tex terminó ingeniería y Ricardo se preparó para ser periodista. El rock los había llamado y fue el vehículo que los llevó a viajar, a conocer gente y a lograr muchos de sus objetivos: Tex Tex es una de las bandas más importantes del rock mexicano y Lalo fue la imagen frontal; mientras la columna La Encrucijada, escrita por Ricardo, fue lectura rocanrolera por casi dos décadas.

El pasado 15 de enero Ricardo Hernández, reportero por 30 años de un diario capitalino, dijo adiós a la banda. Tres días después, el Muñeco dejó de rocanrolear en vivo y regresó a su barrio para ser despedido por vecinos, músicos, reporteros y amigos. Sus respectivos barrios supieron de sus viajes al extranjero, de que se codearon con personajes muy acá y de que todavía tenían mucho que darnos. La metáfora es que no hay metáfora y que sólo nos hubiera gustado cantar con ellos a todo pulmón otro fragmento de la rola del Tri: Cuántos pomos no nos tomamos cantando rocanrol. Buen viaje, muchachos.

Libro y disco de Alejandro Marcovich

En el Centro Cultural Bella Época, el jueves pasado se realizó la presentación del libro Vida y música, autoría del guitarrista que se dio a conocer al formar parte de Caifanes. Durante su intervención, Marcovich contó sus inicios en la música: El proceso fue largo, porque era algo secundario; hasta que la descubrí y se volvió una pasión. Así dejó de ser músico de clóset. Sobre la decisión de sacar el libro, mencionó que fue para contrarrestar 20 años de maltrato mediático; se me satanizó y me dieron una personalidad que no tengo. Entonces, quién mejor que yo para desmitificar esa imagen. Aceptó no ser escritor, pero sí saber escribir. A invitación de Alejandro, también intervino su hermano, el cineasta Carlos, quien contó cómo conoció a Saúl y de qué manera se dio la primera tocada de Las Insólitas Imágenes de Aurora. Asimismo, platicó de su experiencia en el último concierto de Caifanes en San Luis Potosí, en agosto de 1995.

Al terminar su intevención, Alejandro ejecutó la guitarra en una tercia de rolas: una improvisación, un tango acompañado por el bandoneón de Pablo Ahmad y México lindo y querido de manera instrumental. En su libro, Marcovich cuenta su participación y el final de la relación con Caifanes, además de un recuento de su trayectoria como músico independiente en 275 páginas.