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Escasez, abusos de piperos y largas filas para obtenerla, la constante

En la colonia Buenavista diario se libra una batalla por el agua

La situación está bien difícil, pero no tenemos otro lugar a dónde ir

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En la Escuela Primaria República de Filipinas, en la delegación Iztapalapa, la poca agua que les llega es para lavarse las manos y luego es reutilizada para la limpieza de los baños Foto Carlos Ramos Mamahua
 
Periódico La Jornada
Miércoles 27 de enero de 2016, p. 30

Desde hace 23 años, los habitantes de la colonia Buenavista sufren constante escasez de agua potable que los lleva a corretear a las pipas –que les cobran hasta mil pesos–, realizar largas filas para recibir la que distribuye la delegación Iztapalapa, comprar garrafones y reciclar el poco líquido que obtienen.

Todos los días se libra una nueva batalla para obtener el agua suficiente para satisfacer nuestras necesidades, lo cual no es fácil porque es checar desde las seis de la mañana si cae un poquito de la llave y llenar cubetas, botes y tinacos, comenta María del Carmen Sánchez.

Recuerda que a finales del año pasado nos pasamos casi un mes y medio sin agua. Ahora la delegación envía pipas, que no reciben ni propina, pero queremos que el suministro se regularice, que nos cobren porque ya tenemos agua en nuestra casa, y no tengamos que estar cazándola.

Si tenemos suerte logramos juntar un poco para “chiquitearla en la semana e irla pasando, pues no habrá más, y por eso reciclamos lo más que podemos para el baño, trapear la casa y lavar el patio, ya que la ‘limpia’ es para bañarnos y lavar los trastes”, complementa su hermana Felipa.

Con tres hijos en edad escolar, reconoce, la situación es muy difícil; te lleva a bañarte cada tercer día, aunque en época de frío pueden ser más días para los niños, nada más, limpiándolos con toallitas; y donde gastamos más es en garrafones para la comida y beber.

El gasto familiar se eleva hasta 2 mil pesos mensuales para comprar agua de pipa o de garrafón, pues la que llega por las tuberías es escasa, pero muchas de las veces la que adquirimos es de mala calidad, está de color café y tenemos que esperar a que se asiente la tierra para usarla, dice Adriana Sánchez.

Con más de dos décadas de vivir en la colonia, ubicada en la sierra de Santa Catarina, afirma que no he podido acostumbrarse a vivir sin agua, porque es una situación horrible, que nos lleva a racionarla, sobre todo porque el problema se ha agudizado, dizque por el robo de tableros en pozos, nos dicen.

Los días que cae agua se logra llenar la cisterna después de muchas horas, pero es un alivio porque las ocho personas que vivimos en la casa podemos hacer una vida normal, como si estuviéramos en otra zona de la ciudad, donde no hay tanta escasez como aquí, expresa.

A unos metros de su nueva vivienda, construida con recursos del Fondo de Aportaciones para la Infraestructura Social, doña Teresa Sevilla llena su pileta y cubetas de plástico para tener un guardadito, porque hoy tuvimos suerte, pero ya no habrá más hasta la próxima semana.

Reconoce que la situación que enfrentan es “requete difícil, pero no tenemos otro lugar a donde ir, y aunque tenemos que hacer largas filas, corretear a las pipas o ver cómo la gente se pelea por un poco de agua, aquí está nuestro hogar y la vamos pasando”.

En la delegación Iztapalapa 70 colonias son atendidas con tandeo continuo; otras 50 presentan problemas y el resto recibe agua de 6 a 8 de la mañana, cuando mucho dos veces a la semana; y de 700 escuelas, 80 son abastecidas con pipas.