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Todos somos salvajes
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Alejandro González Iñárritu y Leonardo DiCarpio durante la filmación de Revenant: el renacido, nominada en 12 categorías para los ÓcaresFoto 20th Century Fox
A

l principio y al final está el río, las aguas que fluyen. Con virtuosa habilidad técnica, Alejandro G. Iñárritu y sus colaboradores han dotado el relato de Revenant: el renacido de una fluidez similar. Si bien no se trata de dar la impresión de que todo está filma-do en un solo plano-secuencia, como en su anterior Birdman (2014), la sensación es de una narrativa con un impulso imparable. (En las mejores películas de G. Iñárritu existe esa cualidad absorbente que implica una visión compulsiva de las mismas).

La historia, basada en la vida real de un explorador llamado Hugh Glass y, en parte, en una novela de Michael Punk, es muy sencilla. En 1823, una expedición estadunidense es diezmada por una emboscada india y trata de volver a su fuerte. En el camino, Glass (Leonardo DiCaprio) es atacado por una osa, en defensa de sus oseznos. Malherido y agónico, el hombre es abandonado por el traicionero John Fitzgerald y el joven bienintencionado Bridger (Will Poulter). Pero el deseo de venganza mantiene vivo a Glass, quien sufre todo tipo de desgracias antes de cumplir su cometido.

Ante todo, lo que impresiona de Revenant es su trabajo de imagen. Aliado con Emmanuel Lubezki, discutiblemente el mejor cinefotógrafo del mundo, G. Iñárritu nos envuelve en un paisaje primigenio donde la muerte es la principal moneda de cambio. Filmando con luz natural y primordialmente durante la llamada hora mágica, Lubezki nos ofrece imágenes de indeleble belleza, que contrasta con la brutalidad de las acciones que muestran. El ya célebre ataque de la osa –una notable creación digital, según se sabe– no está filmado con los habituales cortes que permiten trampear la violencia. Este es un largo plano que no omite detalle de cómo un ser humano puede ser maltratado como títere por una bestia salvaje.

Ese es sólo el principio del auténtico calvario de Glass. No recuerdo otra película reciente en la cual el sufrimiento físico se vuelve tan palpable para el espectador. Uno siente el dolor de sus múltiples heridas, el frío extremo de estar expuesto a temperaturas gélidas, el suplicio de atestiguar impotente la muerte de un ser querido (tema recurrente en el director).

Y DiCaprio interpreta al protagonista con la solemnidad y determinación de una figura bíblica, una especie de Job decimonóni-co en camino de convertirse en leyenda. Como contrapeso está Fitzgerald, que un irreconocible Tom Hardy encarna con una mirada alucinada para darnos la impresión, de entrada, de que se trata de un personaje desalmado. Sin embargo, el enemigo a vencer es otro. Revenant no es una película sobre la comunión con la naturaleza. Aquí, la naturaleza –majestuosa y hostil a la vez– es la principal antagonista.

De alguna manera, la resurrección de Glass es también su evolución como ser humano. Él escapa de su entierro prematuro arrastrándose y gruñendo como un animal salvaje. El empleo del fuego y la pólvora le será curativo. Pronto alcanzará la posición vertical y se refugiará en cuevas. Montar a caballo significará otro avance en la escala. (De hecho, Glass renacerá en una especie de parto del vientre de un caballo). La recuperación será total cuando se dé cuenta, quizá demasiado tarde, de que la venganza está en manos del Creador.

No todo en Revenant es igual de persuasivo. No estoy seguro de que funcionen las imágenes de los recuerdos/visiones de Glass, en que evoca la imagen de su mujer india. Sin embargo, otras imágenes de los mismos –una montaña de cráneos de bisonte, la masacre de una aldea Pawnee– son apuntes sutiles de la depredación que está por venir con la colonización.

En 1971 el director Richard C. Sarafian realizó una versión de la misma historia en su pre-western Furia salvaje (Man in the Wilderness). La película concluía con una interesante ambigüedad, aunque es decididamente menos espectacular que la de G. Iñárritu. Varias son las influencias que el director mexicano ha asimilado a su estilo, pero Sarafian no es una de ellas. G. Iñárritu se ha vuelto un autor en su derecho, cuyas películas se han vuelto eventos que los cinéfilos aguardan con muchas expectativas. Como tal, puede darse el lujo de ejercer la megalomanía perfeccionista con sus productores y colaboradores. El resultado lo justifica.

Revenant: el renacido (The Revenant). D: Alejandro G. Iñárritu/ G: Mark L. Smith, Alejandro G. Iñárritu, basado en parte en la novela de Michael Punke/ F. en C: Emmanuel Lubezki/ M: Alva Noto, Ryuichi Sakamoto/ Ed: Stephen Mirrione/ Diseño de producción: Jack Fisk: Con: Leonardo DiCaprio, Tom Hardy, Domhnall Gleeson, Will Poulter, Forrest Goodluck/ P: New Regency Pictures, Anonymous Content, Appian Way, Monarchy Enterprises, RatPac Entertainment, Soho VFX/ EU, 2015.

Twitter: @walyder