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De nuestras Jornadas

Lo que cuesta una candidatura

L

as reglas no escritas de nuestro sistema de partidos logran que al mejor cazador se le escape la liebre al momento de clasificar las etapas del proceso electoral con el propósito de fiscalizarlas; las mañas de los aspirantes son tales que se han tenido que considerar múltiples periodos previos a la precampaña para que no se haga mal uso de los recursos públicos con que pagamos a quienes nos quieren gobernar.

El presidente municipal de Aguascalientes, Antonio Martín del Campo, renunció ayer a la candidatura del Partido Acción Nacional (PAN) a la gubernatura para dar paso a Martín Orozco Sandoval, con el argumento de que busca ser factor de unidad. Ayer mismo, el Partido Revolucionario Institucional (PRI) anunció que Lorena Martínez Rodríguez será aspirante única a la postulación. Así, los partidos con posibilidades reales de ganar ya definieron candidatos.

Llama la atención el desperdicio de recursos para oficializar las candidaturas de unidad. El fin de semana el senador con licencia Miguel Romo Medina anunció que no declinaría y que no se conformaría con nada menos que la candidatura al gobierno estatal. Mientras, Martín del Campo dijo que está en primer lugar en las encuestas. Si puede triunfar, ¿por qué renuncia? Sólo él lo sabe, pues fue incapaz de explicar cómo se volvería un factor de unidad. Cuando Romo Medina pidió licencia al Senado señaló que tenía todo para ganar.

En la negociación de candidaturas sólo los implicados saben qué ponen sobre la mesa para declinar, pues no es poco a lo que renuncian: apoyo partidista, recursos públicos y la posibilidad de ganar. Lo que sea, no tiene que ver con los electores y al parecer basta para una carrera política.