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Comparte a La Jornada sus experiencias con sus colaboradores en el taller de fundición

Las esculturas de Jorge Marín surgen de un juego interdisciplinario y artesanal

Es una delicia trabajar en un espacio con los olores del campo; eso vale oro para mí, expresa el artista

Las ideas desarrolladas por el creador son materializadas por decenas de personas

Foto
Jorge Marín durante su labor creativa en el taller de fundición, ubicado en Zoyatzingo, donde desde hace 10 años emergen sus esculturas para mostrarlas en México y el mundoFoto Javier Salinas
Corresponsales
Periódico La Jornada
Martes 5 de enero de 2016, p. 5

Amecameca, Méx.

Un taller ubicado en las faldas de los volcanes Popocatépetl e Iztaccíhuatl, en Amecameca, aloja hornos artesanales de fundición, en un entorno rural.

Ahí decenas de personas dan forma a la cera y desde hace más de 10 años se materializa la obra del escultor Jorge Marín, uno de los exponentes del arte contemporáneo figurativo en México.

Es aquí donde las obras del escultor se terminan con la finalidad de ser exhibidas en el país y el mundo.

Ubicado en el poblado de Zoyatzingo, en ese taller trabajan 100 personas entre técnicos, responsables de área, artesanos y fundidores; ahí llega la idea de una obra y el proyecto desarrollado, que el escultor realizó en su estudio.

Sorpresa enorme

Las manos de los trabajadores de la fundición dan forma a la obra, entre moldes, cera, acero, leña y un sinnúmero de utensilios.

“Una vez concebida la idea de una obra y desarrollado un proyecto en mi estudio; es traída al taller de fundición, donde vemos un juego interdisciplinario. Es muy bonito, porque se observan los distintos procesos.

La obra llega al taller y aquí se moldea y un molde queda listo para hacer una primera copia en cera y después se hace un encapsulado de barro o arcilla, dejando una entrada donde se vierte el bronce caliente y sale la pieza hecha en ese metal. Posteriormente se trabajan los acabados y el color que se da al material; todo un proceso artesanal, explica Jorge Marín a La Jornada.

El artista comparte que hace 10 años vino alguien y tocó a su puerta a pedirle una oportunidad y hacer prueba y aceptó. Una semana después apareció con un trabajo extraordinariamente bien hecho y entonces fue una sorpresa enorme y adopté este taller de fundición que actualmente hace la totalidad de mi obra, pues el entendimiento técnico es impresionante, señala.

Es una delicia trabajar en este espacio y, además, todavía se respira un ambiente de provincia que permite concentrarnos; tenemos los olores del campo, los sonidos, se escucha de repente un tren, la campana de una iglesia y eso vale oro para mí.

Jesús Cázares, uno de los trabajadores del taller, se encarga de detallar las piezas, generalmente figuras humanas con alas y pico, una vez hechas de cera. Utiliza estiques, cuchillos de sierra y sin sierra.

Dependiendo de la pieza, nos tardamos medio día en las pequeñas y en las medianas hasta un día. Cuando son muy grandes las detallamos entre tres personas y por unos tres días. Lo más dificil es cuando no encajan o son demasiadas piezas por armar, explica.

De lo miniatura a lo monumental

Las obras de Jorge Marín, que van de lo miniatura a lo monumental, triunfan en México y el extranjero. Se han apoderado del espacio público, generando un diálogo inédito entre el arte y el espectador, desarrollando un juego espontáneo y lúdico que lo mismo es parte de la monumentalidad de un par de alas que cómplice de los personajes fantásticos que, en una danza visual que tiene por escenario plazas y camellones, lo integran al mobiliario y al movimiento urbano.

El escultor ha participado en más de 200 exposiciones colectivas en varios países. Sus Alas de México con íconos de su obra.

“Es un compromiso bien grande, pero era uno de mis retos; quería pasar ese punto en que la obra deja de serlo para las colecciones privadas y compartirlas con un público tan diverso, porque no sólo hablamos de un público nacional, sino de uno extranjero. He visto el resultado de lo que es trabajar un proyecto pensándolo para una escénica humana.

Me gusta trabajar la escénica de lo que es mi naturaleza humana y en ese sentido he tenido muy buena respuesta, la interacción del público con mi obra, celebra el escultor.