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Externan preocupación ante diócesis de la Tarahumara por otras religiones

Rarámuris exigen misas dominicales y respeto a sus nombres de bautizo
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La indígena Lola Mariquita Lara y ejidatarios de Carichí acudieron a la diócesis de Guachochi para exigir a las autoridades reanudar las misas, que el registro civil respete el nombre con el que fueron bautizados en su comunidad y aseguar los bautizos el 6 de enero, en la llegada del año nuevo rarámuriFoto Miroslava Breach
Corresponsal
Periódico La Jornada
Lunes 4 de enero de 2016, p. 27

Guachochi, Chih.

Aferrados a la costumbre de bautizar a sus hijos cada 6 de enero, cuando concluye su año de festividades católicas, un grupo de gobernadores indígenas del municipio de Carichí viajó a Guachochi para pedir a la diócesis de la Tarahumara reanudar las misas dominicales y garantizarles que habrá fiesta de bautizo para los niños que nacieron en la tribu este año.

Juan Ramírez, presidente del comisariado ejidal de Baqueachi (Bakeachi en rarámuri), señala que desde hace meses los curas de Carichí no ofician misas en el templo de la comunidad, con unos 3 mil 500 indígenas, todos católicos hasta ahora.

Ahora los que están subiendo a la comunidad son los cristianos, dan la palabra debajo de un árbol y hay gente que se acerca y genera división entre los que no están de acuerdo, dice preocupado el dirigente del ejido indígena.

Cuenta que los rarámuris rigen su vida comunitaria y festividades por el calendario católico, y la celebración más importante es la Semana Santa, cuya organización empieza el 6 de enero, día que cierra el año religioso e inician el siguiente, una especie de año nuevo en la tradición indígena.

No hay apoyo en Carichí

Pero ahora los rarámuri de Baqueachi no tienen apoyo de la parroquia de Carichí, donde hace meses cambiaron a los curas redentoristas y fueron sustituidos por unos de la orden franciscana, provenientes de zonas urbanas que no se han adaptado a las costumbres indígenas.

“Ellos quieren dar misa los sábados a las siete de la mañana, pero los bakeachi –así se distinguen como tribu indígena– vienen los domingos al mediodía; no pueden llegar antes: hombres, mujeres, ancianos, niños, caminan muchas horas de las rancherías al templo; compran mandado, tienen asamblea y luego entran a la misa, así lo hicieron siempre y los curas nuevos quieren cambiarlo”, explicó Juan Ramírez.

Junto con Juan, el resto de las autoridades ejidales y los gobernadores de la tribu acudieron a la diócesis de la Tarahumara, para intentar dialogar con el obispo Rafael Sandoval. Ahí se enteraron que el prelado católico ya fue designado a otra sede religiosa en Jalisco.

Se entrevistaron con Gabriel Parga Terrazas, cura de Norogachi, el centro ceremonial más importante de la Tarahumara y hasta hace poco responsable de la pastoral indígena de la diócesis.

Le externaron su preocupación por la entrada de sectas religiosas extrañas a sus costumbres y ritos; le pidieron apoyo para garantizar la celebración de una misa bautismal el 6 de enero, en la vieja misión de San José Baqueachi, pues hay muchos niños sin nombre y no lo tendrán hasta que un cura les imponga el sacramento.

Para el rarámuri el nombre bautismal es más importante que el del acta de nacimiento, explicó la abogada Estela Ángeles Mondragón, apoderada del ejido Baqueachi, quien tiene más de 30 años luchando con las autoridades del Registro Civil del estado para que se reconozcan legalmente los nombres elegidos por los baquechi, impresos en la fe de bautismo y registrados en el libro de la parroquia.

Son condiciones muy especiales, escapan a la cosmovisión del mundo mestizo; las misas de bautizo son muy importantes y los angustia no tenerlas aseguradas, indicó la abogada, quien acompañó a las autoridades ejidales y tradicionales a la diócesis de Guachochi.

Puso de ejemplo el caso de Lola Mariquita Lara, cuyo nombre ha representado un problema para el reconocimiento de su derecho ejidal y los trámites para apoyos oficiales.

La indígena de 40 años es una de las pocas de la tribu que participa en los asuntos de dirección del ejido, la mayoría deja esa tarea a los hombres, pero esta vez tiene interés especial en la ceremonia religiosa de bautismo para unos 150 niños que nacieron en 2015.

Tímida, se cubre la boca con una mano y habla bajito. Cuenta que ella no quiere seguir la misa en la iglesia de Baqueachi, pero ya no hay quien les dé la palabra.

La preocupación de Lola Mariquita es que sus hijos y nietos se cambien con los pastores cristianos y evangelistas que llegan al poblado, por eso decidió ir con los hombres a Guachochi y pedir a las autoridades eclesiásticas que los atiendan.

La solicitud rindió frutos: el párroco de Norogachi y ex encargado de la pastoral indígena de la diócesis de la Tarahumara, Gabriel Parga, intercedió para que los curas franciscanos de Carichí suban de nuevo a Baquechi, y allá, en la centenaria misión de adobe, impartan misa dominical a media tarde y aseguren los bautizos el 6 de enero, en la llegada del año nuevo rarámuri.