Opinión
Ver día anteriorDomingo 3 de enero de 2016Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
¿La Fiesta en Paz?

Toros no, armas sí

En 2015 continuó la maldición

Silverio, siempre

Foto
El inmortal compadre Silverio Pérez sigue inspirando espíritus y libros, como corresponde a todo verdadero ídoloFoto tomada de www.silverioperez.mx
P

acientólogos o especialistas en desarrollar y aplicar formas de paciencia ante las mentalidades obtusas, no aficionados a esta fiesta brava. ¿Por qué el nuevo calificativo? Porque no se puede ser partidario de una fiesta sin grandeza ni bravura auténtica, contemplando un desfile de vanidades diversas con el pretexto de jugarse la vida frente al toro y de arriesgar fuertes sumas dizque para mantener una tradición y no para hacer oscuros negocios.

Oye, si hace unos días un astado casi mata a un subalterno, argumentó alguien que desconoce la pacientología. Pero una golondrina no hace verano, terció otro, y añadió: Si hoy los toros de lidia salieran bravos no dudes que la gente acudiría en mayor cantidad a las plazas, no por morbo, sino por la emoción de ver a un torero enfrentar un toro con peligro evidente después de haber acudido y recargado en varas. Y alguien más ironizó: Aunque nada comparable a la emoción de haber regresado los duelos del viejo oeste en la asustada Texas, donde los ciudadanos ya pueden portar revólver al cinto por si algún indocumentado protesta, en ese humanismo falso que combina venta indiscriminada de armas y respeto demagógico a los animales.

En 2015 continuó en el México taurino la añeja maldición de la Malinche con el acatamiento de todos los sectores a las exigencias de los diestros importados como ganado joven y manso, manos a manos absurdos, pobre difusión, escasa asistencia cuando no se anuncia a los que figuran, incumplimiento de contratos, premiaciones generosas y críticas zalameras a los coletas visitantes y rigorismo y exigencias fuera de lugar con los toreros de casa. Y el nuevo récord del juez Jesús Chocho Morales: ordenar banderillas negras a un toro que había sido picado.

La pobre oferta de espectáculo en la actualidad refleja no sólo la autorregulación sino la corrupción generalizada, la complicidad de empresas y autoridades, el mercantilismo de muchos ganaderos, la incondicionalidad de la crítica y el hartazgo del público aficionado, exactamente como el grueso de la ciudadanía, indiferente ante la verdad de lo que debe defender, mientras gobiernos y partidos hacen como que hacen, en este cachondeo generalizado que augura pocas esperanzas.

No tenemos la fiesta de toros y el sistema políticosocial que nos merecemos, no, nuestra realidad es bastante más grave: tenemos la fiesta de toros y el sistema políticosocial que podemos, entre los de arriba y los de abajo, los conocedores y los ignorantes, los creyentes y los descreídos, los hampones y los buenos. No es cuestión de merecimiento o de derecho, sino de la modesta capacidad para hacer que las cosas sean de otra manera.

Dice el Bardo de la Taurina, uno de los principales impulsores de las celebraciones del centenario de Silverio Pérez en 2015, que con el año eso se acabó. La realidad es que las leyendas y los exabruptos del pueblo se fortalecen con el tiempo. En el portal www.silverioperez.mx encuentro esta reveladora participación matrimonial que da una idea de la solitaria fortaleza y estatura anímica del Faraón. Arriba a la izquierda se lee: Enrique B. Domínguez y Consuelo J. de Domínguez participan a usted el enlace de su hija María de la Paz con el señor Silverio Pérez Gutiérrez, y abajo a la derecha, en su sencilla grandeza y convencida valía: Silverio Pérez Gutiérrez participa a usted su enlace con la señorita María de la Paz Domínguez, huérfa-no de padres su corazón seguiría rebosando amor y expresión torera. ¡Salud siempre, Silverio y Pachis!