Cultura
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Tesoro cultural en un hogar
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Cada vez son menos los nacimientos que se ponen en las casas, como éste de don José Luis Carrillo Rodríguez, quien cultiva esa tradiciónFoto Pablo Espinosa
 
Periódico La Jornada
Jueves 24 de diciembre de 2015, p. 3

Los ángeles son de polvo de arena, al igual que el buey de afilado astado y el venado de ornamentos coronado y el caballo que asemeja pegaso por el porte, el gesto y la carrera casi en vuelo.

El dromedario reposa, sus patas dobladas hacia adentro, echado como el resto de los animales que han triunfado en su peregrinar escoltando a tres reyes mágicos y todos se postran ante el pesebre.

¿Cómo llegaron hasta ahí?

Llegaron de las manos de don José Luis Carrillo Rodríguez, quien a sus 77 años de edad mantiene una tradición cultural que cada vez menos se practica, pues la sociedad actual usa su tiempo de ocio en los centros comerciales, convertida en el ajonjolí de todos los malls y en sus pantallotas de televisión digital y en sus tablets y sus rectangulitos electrónicos que sirven para todo menos para la verdadera comunicación humana.

Al bajar las escaleras del edificio donde vivo, escucho una voz:

–Oiga, oiga, dispense: ¿tiene un minutito? Le quiero enseñar mi Nacimiento, venga, pase por favor.

Como también los humanos del siglo XXI vivimos en edificios de departamentos, la utilización de los espacios da sorpresas como el monumental Nacimiento que me muestra don José Luis y que ocupa la mitad de la estancia.

Me describe una a una las piezas y platica: “mi abuela era franciscana de la iglesia de Santo Tomás, que se encuentra en Circunvalación y Adolfo Gurrión, en el centro de la ciudad de México.

“Cuando era niño, ella me llevaba a las iglesias de San Pedro y la de San Pablo, donde había unos Nacimientos muy bonitos y eso se me grabó y desde entonces y hasta la fecha pongo mi Nacimiento cada año porque es una cosa espiritual que nos hace pensar y reflexionar.

Empecé poniendo mi primer Nacimiento en una mesita y luego se me fue haciendo grande, grande y ahorita este nacimiento que usted ve es muy chico porque no tengo espacio, pero tengo más figuras, como unas 3 mil.

Todo el departamento de don José Luis es como un cuento de Navidad: repisas repletas de Nacimientos de todos tamaños, colores, estilos y materiales: miniaturas dentro de una cáscara de nuez, en las alas de un ángel, nichos de distintas formas.

Todas son obras de arte de varias épocas.

Los hay de cristal que asemeja hielo iluminado, de barro, de metal, de madera. De ilusiones.

–¿Qué elementos debe contener un Nacimiento?

–Lo principal es el Nacimiento (o Misterio: María, José y el Niño Dios), los reyes magos, el caballo, el elefante y el camello y lo demás ya se va haciendo: los peregrinos, las casas. Ah, y sobre todo agüita corriendo, como ésta que puse aquí. A veces llego a poner también pasajes de la Biblia: Adán y Eva, con un árbol y le pongo sus manzanas colgando y luego la Cueva del diablo o el Arca de Noé. Así, varios pasajes (don José Luis dice la palabra paisajes y es lo correcto: vemos paisajes).

Hay Nacimientos en los museos, en los jardines de casas de lujo, en los parques públicos. Pero los que se guardan religiosamente en cajas de cartón, envueltas las figuras cuidadosamente con papel periódico, y se desenvuelven cada diciembre con del fervor que lo hace don José Luis, representa el tesoro cultural que se practica en los hogares mexicanos. Cada vez menos, pero los suficientes para compartir una noble tradición cultural mexicana.

¿Oiga, dispense, tiene usted un minutito? Venga, le quiero mostrar mi Nacimiento. Venga, pásele.