Opinión
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México SA

Dólar a 17 mil 700 pesos

Nuevo máximo histórico

Con EPN se devalúa 36%

E

l gobierno federal (el de ahora y los de antes) se ha instalado en el discurso de que la depreciación (léase devaluación) de la moneda nacional si bien genera cierto escozor (Peña Nieto dixit), hace de México un país más atractivo, competitivo y productivo, amén de que, por si fuera poco, lo coloca en el umbral del primer mundo, pues tal medida estimula el crecimiento económico.

Pero a la vuelta de cuatro décadas de historia reciente e infinidad de devaluaciones en el periodo, el tipo de cambio peso-dólar se ha incrementado la friolera de 141 mil 500 por ciento (de 12.50 a 17 mil 700, el nuevo máximo histórico de ayer, que no el último), mientras los mexicanos se mantienen en espera de que se concrete aquella oferta del país atractivo, competitivo, productivo y, por si fuera poco, en el umbral del primer mundo, sin mencionar el raquitismo económico característico de las últimas tres décadas.

Decía López Portillo que presidente que devalúa, se devalúa y él mismo fue un ejemplo cabal de su propia sentencia, pero ni lejanamente el último, porque esa misma depreciación constante y acelerada la cargan sus seis sucesores en el trono, y no sólo por razones cambiarias.

En lo que va del sexenio peñanietista, el tipo de cambio se ha devaluado alrededor de 36 por ciento (de 13 a 17.70 pesos si se aplica la magia de la dupla Salinas-Aspe de borrar tres ceros a la derecha, con gobiernos de tres ceros a la izquierda), y para hacer frente a tan delicada situación sus genios financieros simplemente repiten la fallida receta de gobiernos anteriores: quemar reservas internacionales para contener lo que han dado en llamar volatilidad pasajera en el mercado cambiario, para, dicen, acabar de una vez por todas con las voraces hordas especulativas, las cuales ríen a carcajadas mientras cuentan las ganancias.

Y en esas artes tan sólo en 2015 quemaron alrededor de 20 mil millones de dólares en reservas internacionales, sin más resultado que uno tras otro máximo histórico de la paridad del peso con el billete verde. Para dar una idea de qué se trata, ese monto es equiparable al presupuesto de 2016 de la Secretaría de Educación Pública (el cual, dicho sea de paso, se recortó 3.7 por ciento en términos reales con respecto al ejercido en el presente año).

Cómo olvidar que en 1994, con los asesinatos de Luis Donaldo Colosio y Francisco Ruiz Massieu, más los zarandeos políticos, las renuncias en el gabinete y los errores de diciembre, se sacrificaron alrededor de 20 mil millones de dólares, con el objetivo, según decía Pedro Aspe por aquellas fechas, de inyectar confianza y fortalecer el tipo de cambio del peso frente al dólar. ¿Resultado? Las arcas quedaron vacías y el tipo de cambio se incrementó de 3.4 a más de siete pesos por billete verde, mientras la economía se fue por el caño.

Como en este espacio se ha comentado, en el recuento histórico como presidente de la República Lázaro Cárdenas devaluó (de 3.6 a 4.85 pesos por dólar, es decir, alrededor de 34 por ciento de depreciación en el sexenio), pero, con todo y boicoteo por la expropiación de 1938, la economía mexicana no sólo creció a un ritmo anual promedio de 4.54 por ciento, sino que el Tata sumó la enorme riqueza petrolera a los haberes de la nación.

La estabilidad cambiaria se mantuvo a lo largo del sexenio de Manuel Ávila Camacho, periodo en el que la economía nacional creció a una tasa anual promedio de 6.15 por ciento. Pero a la residencia oficial arribó el primer civil, Miguel Alemán Valdés, y el tipo de cambio prácticamente se duplicó, pues el presidente-empresario (o al revés) devaluó de 4.85 a 8.65 pesos por dólar (una caída de 78 por ciento). A pesar de ello, entre 1948 y 1952 la economía mexicana registró una tasa anual promedio de crecimiento de 5.79 por ciento.

Adolfo Ruiz Cortines llegó a Los Pinos y devaluó dos años después: en pleno Sábado de Gloria de 1954 y sin mayor aviso (salvo a los amigos) incrementó el tipo de cambio de 8.65 a 12.50 pesos por dólar, una devaluación de 44.5 por ciento. Aun así, la economía mexicana creció a una tasa anual promedio de 6.41 por ciento.

En su sexenio Adolfo López Mateos mantuvo la estabilidad cambiaria (12.50 por dólar) y la economía creció a tasa anual promedio de 6.41 por ciento (igual a la de los tiempos de Ruiz Cortines). En Los Pinos lo sucedió el asesino Gustavo Díaz Ordaz, quien no modificó la paridad y registró una tasa anual promedio de crecimiento de 6.24 por ciento.

El relevo en la residencia oficial fue Luis Echeverría, quien el 31 de agosto de 1976 (a tres meses del cierre sexenal) devaluó, tras 24 años de estabilidad cambiaria. De 12.50 el tipo de cambio se incrementó a 19 pesos por dólar (52 por ciento de depreciación), aunque la economía creció a una tasa anual promedio de 5.96 por ciento.

Y llegó el autodenominado último presidente de la Revolución Mexicana, es decir, José López Portillo, quien en el último año de su sexenio, y tras comprometerse a defender el peso como un perro, devaluó hasta llevar el tipo de cambio a 70 pesos por dólar (270 por ciento de devaluación acumulada), con todo y administración de la abundancia, caída de los precios petroleros, crisis de deuda y zarandeo por todas partes. Aun así, la economía mexicana creció a un ritmo anual promedio de 6.55 por ciento.

Hasta allí llegó el crecimiento económico con devaluación de la moneda. A partir de que la tecnocracia se instaló en la residencia oficial el tipo de cambio no ha dejado de caer, al igual que el crecimiento económico. De Miguel de la Madrid a Enrique Peña Nieto todos los inquilinos de Los Pinos devaluaron (unos más que otros), pretextando los mismos beneficios que los ahora pregonados por el equipo tricolor que sí sabe gobernar.

De Miguel de la Madrid a la fecha el tipo de cambio se incrementó de 150 pesos por dólar en diciembre de 1982 a 17 mil 700 pesos ayer, mientras el crecimiento económico no pasa de 2 por ciento como promedio anual, el umbral del primer mundo no pasa de ser una fotografía marchita y las tan cacareadas ventajas de la devaluación, así como el impulso a la economía, brillan por su ausencia. Y preparaos, que ya viene la decisión de la Reserva Federal, es decir, la feria devaluatoria del peso continúa, al igual que la del barril petrolero.

Las rebanadas del pastel

Para iniciar bien el Lupe-Reyes, preparaos para administrar el macro aumento al salario mínimo decretado por la Conasami: tres pesitos por jornada laboral.

Twitter: @cafevega