Opinión
Ver día anteriorDomingo 15 de noviembre de 2015Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
A la mitad del foro

Noticias del imperio

Foto
Fernando del Paso, ganador del Premio Cervantes, es un gran escritor que ha buscado en la historia el germen de la memoria y la razón de ser la visión presenteFoto Arturo Campos Cedillo
A

rde París. No hay puerta ante la cual se presenten los bárbaros en la era de la movilidad nómada y la inutilidad de los muros. Aunque en el imperio del norte repitan con entusiasmo las estupideces de míster Trump y asomen las sombras de Hitler y Stalin con el proyecto de arrestar y expulsar a 10 millones de hispanos que viven allende el Bravo, y aportan trabajo y talento a la economía de los robber barons que ha vuelto por sus fueros. El terror se adueñó de la Ciudad Luz. Y la profecía de un siglo de guerras religiosas se aproxima trágicamente a pesadilla en la marcha de sonámbulos rumbo al abismo.

Es inútil, es absurdo, especular. Hay más de un centenar de muertos y François Hollande ha decretado estado de excepción en la tierra de Voltaire; la policía, los gendarmes, el ejército patrullan las calles de la dulce Francia. El fanatismo religioso tiene razones que la razón no entiende. Sea cual fuere el nombre del dios de la religión monoteísta que ampare la ferocidad del terror dogmático. Arde París y a los mexicanos nos ensombreció el festejo por el Premio Cervantes otorgado a Fernando del Paso, gran escritor, contemporáneo de todos los hombres que han buscado en la historia el germen de la memoria y la razón de ser la visión presente y el horizonte que los guía. No se trata de brazas del fuego que ardió con los asesinatos en Charlie Hebdo y en el mercado parisino de alimentos kosher. Arde París y el mundo entero se incendia.

Nos guste o no. A querer o no. Los mexicanos buscan alianzas y complicidades, agobiados por la violencia que no cesa, por la guerra de Calderón y su ineludible secuencia, por la enorme fosa que se abre entre los millones de pobres y los pocos que gobiernan bajo el yugo de los menos que son dueños del dinero y del mando impuesto sobre los del poder constituido; por la desigualdad oscura y deslumbrante en su infame contradicción. En el Senado, los disidentes, los inconformes que no aprobaron la entrega de la medalla Belisario Domínguez a Don (así, con mayúscula) Raúl Bailleres, concesionario del territorio nacional y dueño de la plata, no asistieron a la sesión. Así se defiende en estos amargos días la convicción, la visión política, el deber de denunciar, de disentir, de exponer las razones, aunque en ello nos vaya la vida.

Imposible olvidar a los que abandonaron el Senado romano cuando Julio César pidió que fuera expulsado Catón por las tácticas dilatorias tendientes a evitar la aprobación de las leyes agrarias. A uno de sus amigos preguntó Julio César dónde iba, por qué abandonaba la sesión: Prefiero la compañía de Catón en la cárcel que la de César en el Senado, le respondió. Y como aquí, siguieron al conservador, a uno de los de arriba, opuestos al reparto de tierras entre los hombres que conquistaron la Galia bajo el mando de Julio César. Aquí ya no hay ni a quién irle. Habría que preguntar a los que no asistieron y así dejaron que la medalla Belisario Domínguez se entregara como si hubiera sido otorgada por unanimidad. En el salón de sesiones de San Lázaro resuena la palabra de Fernando del Paso, la del escritor que dice quisiera ser historiador. Y lo es. Al menos tanto como León Tolstoi.

Pasos perdidos en el andar de la pluralidad de partidos políticos. Carentes de liderazgo, se autodenominan rebaño de tal o cual pastor, de un coordinador los que hablan la lengua torcida de la tecnocracia atrapada en las redes sociales. O de plano emprenden la fuga hacia delante. Opositores de raíz a la larga hegemonía del PRI, se aferran a la obsesión de seguirlo siendo, aun cuando ya no hay tal hegemonía, aun cuando han aceptado integrarse al Pacto por México, recurso de Enrique Peña Nieto en la segunda alternancia, en la penumbra del sistema que ya no existe y cuyos vicios persisten, son adoptados por la derecha mocha del PAN que alguna vez aspirara al monopolio de la oposición (Jesús Reyes Heroles dixit), o a los que se adapta la izquierda que se diluyó en busca de la imposible unidad.

Dos aleznas no se pican, decían los viejos artesanos. Y sin embargo, se desangró el PRD. No por el pacto. Ni siquiera por las alianzas contranatura hechas con el PAN en Oaxaca y en Puebla. Nada menos que en Puebla y con el nieto u homónimo de Rafael Moreno Valle. En Guerrero pasaron del abanderado empresarial Torreblanca al desaforado asaltante de caminos, de los que llevan al poder, por la desviación zedillista por la que salió el junior de Rubén Figueroa, o por la brecha abierta por el PRD de los Chuchos; de esos que subieron a tiempo al ferrocarril del priato tardío y cambiaron de vía al abrirse la ruta por la presencia y nombre de Cuauhtémoc Cárdenas. El hijo del Tata se bajó del tren. Hoy trabaja en pos de una nueva Constitución mexicana.

Tarea de gigantes. O de aquellos sobre cuyos hombros avizoraron el futuro los que hicieron la Revolución Mexicana del siglo XX, el Estado mexicano moderno, cuya destrucción es causa de la cruzada decimonónica, de los reaccionarios herederos de los polkos y de los elegantes caballeros que viajaron a Miramar en busca de un príncipe rubio y barbado al que impusiera Napoleón el pequeño como emperador de opereta en México. Noticias del Imperio que nada dijeron a las izquierdas en busca de identidad, de algún matrimonio morganático que las legitimara. Carlos Navarrete no tuvo que ir a París a hacer la corte a Napoleón el pequeño y a Eugenia de Montijo. La nueva izquierda desdeñó el valor de las ideas y optó por las fantasiosas similitudes atribuidas a lo maquiavélico y lo jesuítico.

Mientras el PT se aferraba al molde de Corea del Norte y entonaba loas al totalitarismo dinástico, el PRD mantenía a flote a Carlos Navarrete para que no se hundiera del todo con el alcalde de Iguala, el de Cocula y el gobernador Ángel Aguirre. Francisco es jesuita. Y de la Iberoamericana surgieron los que le pusieron número al aislamiento de Peña Nieto. Ahí encontraron a Agustín Basave, académico de prestigio y amigo entrañable de Luis Donaldo Colosio, el sucesor designado de Carlos Salinas de Gortari, asesinado en Lomas Taurinas. Basave ha escrito sobre la tercera social democracia; es progresista de avanzada. Aunque origen es destino y el sayo franciscano no parece ser lo suyo.

Ha dicho firmemente que se acabaron los pactos. Esto es, hay que volver a la oposición a ultranza. Pactos no, alianzas sí. Y ahí topan con la elección de gobernador de Colima, la que ordenó el tribunal que se llevara a cabo por haber anulado la primera. Aliar al PAN y a un PRD representativo de la tercera socialdemocracia equivale a cruzar dos híbridos. Y no digo que el panista Jorge Luis Preciado sea un burro ni Madero, el descendiente del Apóstol que dice vergonzante donde debiera decir vergonzoso. De Puebla mejor no hablar.

Hay que ver con atención al sur, a lo que hace Arturo Núñez en Tabasco y a lo que se ha comprometido Alejandro Moreno Cárdenas en Campeche: el flamante gobernador presentó el Plan Estatal de Desarrollo y pronunció un discurso alejado de los lugares comunes... un plan que registra la urgencia de mejorar las condiciones de vida de los campechanos, y combatir las situaciones de atraso y marginación que genera la pobreza. Vale la pena atender el proyecto de Alejandro Moreno Cárdenas, el reconocimiento de la desigualdad y la posibilidad de enfrentarla en una entidad de incalculable diversidad biológica, que no necesita robarle tierra al mar.

Barbarie terrorista en París. Se ha impuesto el estado de excepción. La irracionalidad ensombrece el siglo de las luces.