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Hoy presenta su libro La pluma violeta en la Biblioteca México

Un buen accidente llevó a Hanoch Piven a ilustrar con objetos

Me gusta romper las leyes, quebrar las reglas; trato de hacerlo en mi trabajo y eso gusta a los niños, señala en entrevista

 
Periódico La Jornada
Domingo 15 de noviembre de 2015, p. 3

Para el ilustrador y autor Hanoch Piven, dibujar con objetos ayuda a ver el mundo diferente, de forma más intuitiva, menos rígida. Saca del medio la necesidad de que no hay una forma correcta o incorrecta de usar objetos cotidianos; esto es importante frente a otros medios de arte en los que está muy claro lo que está bien.

En México, la editorial Leetra acaba de publicar el primer libro traducido al español de Piven, La pluma violeta, en la que un plátano, unas tijeras y dos tenedores dan forma a un pájaro, o donde un montón de tornillos con una cinta adhesiva son un triste erizo.

El ilustrador, quien también ha presentado sus collages con objetos en museos, se considera un artista de la comunicación visual, de la ilustración y del diseño gráfico. Asegura que cualquiera puede convertirse en un artista y crear dibujos a partir de objetos cotidianos.

Hanoch Piven nació en Montevideo, Uruguay en 1963, y estudió en la Escuela de Artes Visuales de Nueva York. Antes de publicar libros para niños, trabajó durante 15 años para diferentes revistas donde realizaba ilustraciones y retratos de personas, pero siempre con el mismo estilo de collages con objetos.

Mi trabajo tiene carácter muy lúdico, con mucho color, con objetos cotidianos; esto hizo que los editores de libros infantiles se acercaran a mí para comentarme que el dibujo con objetos tenía mucha relevancia para el álbum ilustrado, expresa a La Jornada.

Olvidar el nombre de lo que se mira

Piven se percató de que era posible mirar a su alrededor y descubrir algo nuevo en los objetos del entorno. A eso se debe que recurra a la frase de Paul Valéry en la que el filósofo explica que observar es olvidar el nombre de aquello que estamos mirando, y así llegó al mundo de la ilustración.

Foto
Para Piven, una pluma puede ser el bigote de un gato, la espina de un puercoespín o la cola de un perro

Sobre su inclinación por el álbum ilustrado, el autor expresó: Creo que tengo una capacidad de un interés lúdico muy grande; me gusta divertirme, jugar con los objetos; me gusta mirar, romper las leyes, quebrar las reglas, y trato de hacerlo con mi trabajo, lo cual es algo que a los niños les gusta también.

Añadió que cuando tuvo a sus hijos esta experiencia le hizo ver al educador que tenía en su interior, ya que le encanta el contacto con niños, con adultos, con maestros y hablar un poco del proceso de la creación.

Hanoch Piven reconoció que la conexión de la ilustración con objetos fue por accidente: “Fue producto de mis limitaciones. No soy un dibujante virtuoso, no tengo un trazo bueno, siempre me ha costado dibujar y eso ha llevado a que busque maneras diferentes de expresar.

“En esa búsqueda me topé con unos objetos, los cuales terminaron sobre el trabajo; es lo que llamo un accidente y, si estás abierto a eso, pueden pasar coincidencias que pueden servir. Aprendes mucho de forma sorpresiva, eso fue lo que me pasó y de ahí empecé a trabajar con objetos, a crear caras con objetos, caras de gente famosa mediante el empleo de objetos cotidianos.

Creo en los buenos accidentes, en crear un espacio donde ocurran buenos accidentes, coincidencias.

En los talleres que ofrece a maestros y niños, Piven los invita a dibujar sin lápiz ni pincel, sino con objetos, y crea un ambiente lúdico donde no hay instrucciones, para que los participantes escuchen su interior, pues considera que cuando existe una voz fuerte que dicta algo, la gente se concentra más en eso.

El libro La pluma violeta, donde Piven describe como una pluma se convierte en el bigote de un gato, la espina de un puercoespín y hasta en la cola de un perro, se presenta hoy a las 12:30 horas en la Biblioteca México (Tolsá 4, colonia Centro).