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Everardo González presenta su documental durante el 13 Festival de Cine de Morelia

El Paso, acercamiento emotivo a familias de periodistas perseguidos

Si los reporteros no son solidarios con sus iguales, difícilmente lo serán editores, directivos y dueños de medios, afirma

La relación entre el crimen y el Estado no es un secreto

 
Periódico La Jornada
Domingo 1º de noviembre de 2015, p. 7

El cinedocumentalista Everardo González presentó, durante el 13 Festival Internacional de Cine de Morelia, el documental El Paso, una historia sobre el ejercicio periodístico en México y el autoexilio inevitable de reporteros invisibles que representan los eslabones más frágiles de la cadena noticiosa y que hoy se encuentran en un limbo migratorio.

La Jornada charló con Everardo González, quien despeja la incógnita sobre si este documental es un ejercicio del tema que aborda: “No creo que esta película deba considerarse un ejercicio periodístico, no pretende serlo. Tampoco quise hacer un documental de denuncia, más bien es un acercamiento emotivo a la vida de las familias perseguidas. Las historias retratadas han sido cubiertas por la prensa anteriormente y la relación entre el crimen y el Estado no es un secreto para nadie, por eso, no considero que El Paso sea un ejercicio de riesgo”.

Al abordar la vulnerabilidad del reportero, el también director de La canción del pulque consideró: “si los reporteros no son solidarios con sus pares, difícilmente lo serán editores, directivos de medios. Creo que un paro nacional de reporteros haría que los dueños de medios ejercieran presión política para frenar los ataques a los comunicadores; desmantelar el sistema de corrupción e impunidad del país parece una utopía; la sociedad civil también debe presionar.

Por supuesto que las condiciones laborales y algunas decisiones editoriales deben cambiar, y no sólo eso, mientras haya medios de gobierno, en lugar de públicos, las condiciones de trabajo para reporteros de base seguirán siendo vulnerables.

–Hablas del periodismo real, un periodista rodeado de misticismo; ¿debemos quitarle ese halo de romanticismo y considerarlo un oficio precario y peligroso, como los personajes de El Paso?

–Un reportero que sobrevive con 7 mil pesos mensuales es por supuesto un héroe, para su familia. Nosotros tenemos que darnos cuenta de que las decisiones éticas de la prensa a veces pasan primero por los bolsillos. Muchos reporteros se debaten entre la ética y las quincenas. Eso vulnera a cualquiera.

“Si entendemos, además, que en muchas de las zonas en conflicto el Estado está diluido y se administran medios públicos a capricho de quien tenga el poder, el ejercicio de libertad de expresión se anula por completo. En esto no hay nada de romanticismo, es una realidad cruda.

“Por eso creo que, como sociedad debemos ver con solidaridad a quienes nos informan. Es un gremio mal pagado y maltratado, creo que no debemos emitir juicios morales sobre ellos; en muchas ocasiones ni siquiera se trata de reporteros que cubran violencia, simplemente hicieron una fotografía que incomodó, emitieron una opinión que molestó o generó un debate que estorbó. Ese tipo de reporteros son los protagonistas de El Paso.

–¿Que provocó que decidiera hablar de este tema?

–Tengo mucho aprecio por la prensa, yo quise ser reportero. Por muchos años estuve cerca de la fuente policiaca y fui testigo de cómo la violencia creció. Los niveles de violencia empezaron a definir lo que era la nota: sin muerto no había nota; después con dos occisos no valía la pena; luego siguieron las mutilaciones, y así progresivamente.

“Tengo un amigo que hizo una fotografía que pudo obtener al menos el premio Nacional de Periodismo, sin embargo, en este escenario de violencia, esa imagen se volvió en su pesadilla, tuvo que ser publicada en anonimato. Él debió esconderse por un tiempo y su familia vivía asustada. Todo reportero gráfico sueña con una imagen que lo proyecte en la historia, esa es una de las motivaciones que se permiten, y si en este país eso les está negado, se acaba la mística del oficio.

Foto
Everardo González durante su grabaciónFoto cortesía de la producción

Como esa historia he conocido muchas; eso me motivó a hablar del tema. Para mí la libertad de expresión es una abstracción, quería darle cuerpo y emociones a esa abstracción.

Decisión narrativa

–¿Por qué estos casos en particular y no tres o cuatro o más?

–Esa fue una decisión narrativa, no creo que una película sea capaz de retratar con justicia las dimensiones de este problema. Las dos historias suceden en la misma ciudad y comparten a Carlos Spector como abogado, cada una permite hablar del tema desde diferentes perspectivas, en una, el crimen organizado intenta arrodillar a un medio poderoso y, en la otra, el retrato del vínculo real que existe entre sociedad y comunicadores es clara. Eso es lo que incomoda.

No quise hacer una película sobre la persecución a la prensa, es sobre la persecución a dos periodistas y sus familias.

–La corrupción, impunidad e irresponsabilidad de las autoridades se muestran de manera cruda. Confirmas que México es el país más peligroso para ejercer el periodismo, más que naciones que están guerra, como Irak, Siria y Afganistán, por ejemplo.

–No soy un experto, pero evidentemente ser periodista en México es un oficio de alto riesgo.

–¿Estamos acostumbrados a acoger a exiliados políticos, pero no a solicitar asilo y menos en Estados Unidos?

–Creo que sí estamos acostumbrados, pero no estamos enterados de que sucede, esa es la diferencia. El Paso, Texas, ha sido históricamente una ciudad para exiliados mexicanos, lo fueron Madero, los hermanos Flores Magón y muchos otros.

Deberíamos avergonzarnos por ser un país que expulsa ciudadanos y que no ofrece garantías para muchas familias perseguidas, no sólo son periodistas, también son ecologistas y activistas.

Como colofón a la charla Everardo González menciona: quisiera ofrecer esta película a las organizaciones que defienden a periodistas y la libertad de expresión para que la usen como mejor les convenga.

El próximo 7 de noviembre Carmen Aristegui presentará El paso en el Centro Cultural España.

Los ganadores

Por la noche, la cinta Yo, del director Matías Meyer, fue reconocida como mejor largometraje mexicano del 13 Festival Internacional de Cine de Morelia,

En la categoría de mejor documental la condecoración fue para Los reyes del pueblo que no existe, de la cinerrealizadora Betzabé García. El placer es mío, de Elisa Miller, recibió el premio a Primer o Segundo largometraje; así como la cinta de Julio Hernández Cordón recibió una mención especial del jurado del festival.

La Mejor actriz de Largometraje mexicano fue para Jana Raluy por su papel en Un monstruo de mil cabezas y el Mejor actor de Largometraje mexicano: Raúl Silva por su papel en Yo.

El Premio del público (elegido a partir de las votaciones de los espectadores) lo ganó Almacenados, de Jack Zagha Kababie.

En los Premios Guerreros de la Prensa el galardón al Mérito Periodístico Joaquín Rodríguez, se reconoció a la periodista Sonia Riquer; el Guerrero al Mejor Largometraje mexicano fue para Te prometo anarquía, de Hernández Cordón, y el Mejor Largometraje documental fue para El hombre que vio demasiado, de Trisha Ziff.

La Red Mexicana de Periodistas Cinematográficos, encargada de entregar el Guerrero de Prensa, realizó una mención especial a El Paso, del cinedocumentalista Everardo González.