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Trama órfica sodomítica
E

l 39 simposio internacional de Historia del arte recién verificado en el auditorio del Muac llevó por título Historia del arte y estética: nudos y tramas.

La segunda conferencia de las llamadas magisteriales estuvo a cargo del historiador y lingüista Christopher Wood de la Universidad de Nueva York, a quien agradezco me haya permitido referirme a ella por este medio, toda vez que la totalidad de los trabajos serán publicados próximamente.

Su pieza obedeció directamente al título del coloquio: nudos y tramas, puesmediante una cadena de fábulas clásicas generadoras de mitos y de determinadas representaciones plásticas, se aludió a la expresión literaria de la sodomía y a algunas versiones de su posible representatividad gráfica aludiendo en primer término a una figuración de Andrea Mantegna, seguido de repercusiones posteriores que llegaron hasta Manet.

La alocución, pronunciada en inglés, se tituló El crimen de pasión, lo que haría pensar en una novela enigmática ubicada en los tiempos de Angelo Poliziano, cuyo drama La fábula de Orfeo se publicó en Bolonia en 1494, coincidiendo con la visita de Alberto Durero a Venecia, donde realizó dos grabados con temas de Mantegna. De hecho este ultrarrefinado poeta del pincel, estudioso de arqueología, se defendió por cuenta propia del grabador Simone Ardinzonne, quien le sustrajo motivos para unos grabados, es decir, lo plagió.

Mantegna lo acusó de sodomía (ante el Tamburo), pero a la vez no quiso que hubiera repercusión, así que Simone contó con un salvoconducto proporcionado por el mismo patrón de Mantegna, Ludovico Gonzaga, y viajó de Mantua a Verona. A partir de tal hecho Cristopher Wood integró una cadena cuyos eslabones ofrecen indicios. Comparece Ovidio como piedra de toque, pues él es el instaurador de la idiosincrasia de Orfeo, pero también inevitablemente resuenan tiempos bíblicos: ecos de Sodoma y Gomorra, pues los ángeles que visitaron a Lot llamaron la atención de los habitantes masculinos de Sodoma y su mujer fue convertida en estatua de sal por mirar atrás, igual que lo hizo Orfeo cuando perdió por segunda vez a Eurídice.

Desde lo contemporáneo a Mantegna y Poliziano irrumpe Durero, y como punto axial un dibujo suyo que fue grabado y cuya iconografía transmutada persiste, eso sin contar con que la cristología del artista de Nuremberg ofrece puntos de contacto con el mito de Narciso y hasta con La imitación de Cristo, de Tomás de Kempis.

La alocución acompañada de proyecciones de grabados se convirtió en una interesantísima aventura literaria en la que se anudaron no simples asociaciones del autor, sino documentos y representaciones que ofrecen llamativas peculiaridades. El método evoca en cierto modo el que desarrolló Warburg en cuanto a la vinculaciones entre las letras clásicas y medievales y las configuraciones plásticas, con la salvedad de que estas últimas son mucho más fijas que las palabras y de allí que la representación de una ofensa pueda dar lugar a vericuetos y transformaciones que echan luces acerca del enigma que plantea la figuración artística, las repeticiones pueden acrecentar la reputación a la Warhol, pero jamás a través de una simple aritmética. Es decir, nunca como dos y dos son cuatro.

De otra parte las opciones de acción del Orfeo de Poliziano son limitadas, debido a que el destino del personaje ya está alfileteado a un desempeño superior que precede a todos los anteriores y esta instancia superior es la autoría. Poliziano como autor entra en primer término en colisión con otros autores y también con el lector, pues Ovidio entregó a Orfeo ya en su contexto idiosincrático, de modo que Orfeo resulta ser un artefacto poético y Poliziano el hombre real inmerso y participante en el ámbito de finales del siglo XV, lo deslizó del texto fuente a su propio texto, sin darle oportunidad de intervenir y así se crean los mitos, primero a partir de rumores.

En la traslación a lo visual las cosas pueden diferir, de modo que Durero extrae de lo que vio sólo unos rasgos y les dio la imagen de su propio cuerpo del artista ¿o quizá el cuerpo del modelo que posó? La representación de los gestos no es polisémica al mismo grado que las palabras, pues las representaciones gráficas quedan fijadas en mayor medida (de aquí Warhol como filósofo).

Pero la raíz latina de la palabra crimen, como ofensa (y la sodomía era una ofensa), aparte tiene otra raíz nórdica que equivale a grito (to scream, en inglés), dado lo cual “el crimen grita su propia culpa”.

Lo dicho responde aproximadamente a la siguiente tesis: “Protegidos por el ingenio y envalentonados por las directas (unambigous) menciones al amor por el mismo sexo en los textos antiguos, los eruditos humanistas de las cortes y ciudades italianas crearon una zona salvaguardada en la que este tópico llegó a asumir un rostro semipúblico”. Discurrieron multitud de artistas a través de lo que Warburg denominó Autophania (automanifestación), es decir, la posible compaginación o descompaginación entre la experiencia y la figuración de la experiencia. Posteriormente Linda Báez dedicó su alocución a ciertos fragmentos inéditos del propio Aby Warburg en torno a la simbología, basándose en su propia investigación actual en el Instituto Warburg de la Univesidad de Londres.