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Ver día anteriorMartes 27 de octubre de 2015Ver día siguienteEdiciones anteriores
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UNAM: la recta final
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sta semana ingresamos a una etapa de completa oscuridad en el proceso para elegir al rector o rectora de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), a menos que la Junta de Gobierno de esa institución introduzca alguna modificación de último momento en sus procedimientos en favor de una mayor transparencia… Hasta ahora no hay indicios de que algo así vaya a ocurrir.

Hay, sin embargo, algunos hechos previos que merecen atención, pues constituyen mensajes de ese órgano de gobierno, como la lista de las personas que desde ayer están siendo entrevistadas por sus 15 integrantes; y otras inéditas, como las transmisiones de radio y televisión en las que han difundido sus ideas y proyectos quienes aspiran a suceder en el cargo al doctor José Narro Robles.

El pasado jueves, la Junta de Gobierno dio a conocer una lista con los nombres de los universitarios que entrevistará directamente. Es un listado muy grande. De 16 que se registraron se seleccionó a 10. ¿Por qué? Nadie lo sabe fuera de la Junta, pero en mi opinión es un mensaje que trata de ser incluyente (aunque no lo logra del todo), procura no dejar fuera a ningún grupo o sector, como es el caso de las unidades foráneas o las facultades de estudios profesionales. Pero entre los excluidos el área más importante es la de humanidades. En condiciones normales este caso requeriría de una explicación (que no tendremos). En lo personal no creo que sea por aversión de los integrantes de la Junta a este vasto campo de conocimientos que se cultivan en la UNAM y son responsables de las altas calificaciones que se obtienen en los rankings internacionales; quizás es resultado de la falta de contendientes idóneos surgidos esta vez en ese sector. Pero la lista no dice gran cosa. Estamos casi como al inicio. No se puede afirmar, como ha ocurrido en el pasado en esta etapa del proceso, que cualquiera de los llamados a comparecer podría ser el próximo rector o rectora. La larga lista apunta hacia la preservación a toda costa de la estabilidad en la que hasta ahora se ha desarrollado este proceso.

Las transmisiones por la radio y televisión universitarias realizadas este fin de semana han sido las novedades. El significado de transparencia para los integrantes de la Junta de Gobierno es mostrar a la comunidad a las candidatas y candidatos por arriba, por abajo, por todos lados, y esa es la forma en la que se muestran ellos. Se trata de una modalidad muy arriesgada para los contendientes, pues como se dice: para ser torero, hay que parecerlo. Salvo matices importantes en algunos temas, los programas de los participantes tienden a ser coincidentes, en especial cuando de lugares comunes se trata. En esta modalidad, en mi opinión, algunos de los y las contendientes se cayeron y otros más aprovecharon bien el momento para darse a conocer y ascendieron. ¿Qué peso va a tener esto en la designación? Teóricamente ninguno, pues la legislación no lo prevé, aunque la Junta mantiene abierta la consulta a los universitarios hasta el 31 de octubre, en las que puede haber efectos de las transmisiones referidas, y eso sí entra en lo previsto por la legislación.

Lo que sigue son las entrevistas con la Junta (aclaro que desconozco el formato de estas audiencias, pero ante el hermetismo, la especulación se convierte en una herramienta de la razón). Las podemos imaginar como un seminario o examen de doctorado en el que cada aspirante presenta brevemente sus ideas para responder luego a las preguntas más o menos amables o maliciosas de sus interlocutores, que conocen de arriba abajo sus programas y cuáles son los sectores que los respaldan. Los integrantes de la Junta tomarán notas buscando llegar a juicios que consideren sean los más benéficos para la universidad a la hora de la votación (también es una suposición).

Pero al punto que yo quiero llegar es que existen elementos claves para establecer esos juicios. Uno de ellos es el entorno en el que se desarrolla esta institución. Sin considerar por ahora el complejo panorama internacional, que incluirá el relevo en la presidencia de Estados Unidos; a quien resulte electo o electa le tocará encabezar a la UNAM durante el tramo final del gobierno federal actual y ante un congreso parcialmente renovado. Aunque la actitud del gobierno ha sido hasta ahora preservar los presupuestos para la educación superior e incrementar los destinados a ciencia, tecnología e innovación, el panorama económico para nada es halagador y habrá que luchar año con año por los recursos. Aquí surge una pregunta: si lo más conveniente para la universidad es un perfil negociador, o de confrontación con los poderes, como desearían algunos que con sus posturas perjudican a los candidatos que avalan.

En estos días también se han exacerbado las descalificaciones hacia algunos de los aspirantes, principalmente sobre aquellos que han participado como funcionarios en el gobierno actual o en anteriores. Como ya lo he señalado antes, en la historia de la UNAM esa condición no ha impedido que algunos universitarios que han ocupado esos cargos se desempeñen como grandes rectores. El elemento central es la autonomía. Defender a la institución, ser un referente moral ante ella y la nación.

Como no soy de la Junta de Gobierno ni quiero ser, con todos los elementos disponibles hasta hoy –desde el examen de los programas de trabajo hasta las comparecencias en radio y televisión, pasando por mi conocimiento directo de las personas a las que me refiero–, yo sí puedo dar una lista corta de la cual considero surgirá la persona responsable de dirigir a la UNAM a partir del 17 de noviembre próximo: Sergio Alcocer Martínez de Castro, Francisco Bolívar Zapata, Enrique Graue Wiechers y Rosaura Ruiz Gutiérrez.