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La marcha de la economía estadunidense: la cuarta
A

l menos hasta septiembre de este 2015, la dinámica industrial estadunidense no ha experimentado crecimientos negativos respecto de su nivel del mismo mes del año anterior. Diversos analistas lo esperaban. Acaso como una señal de las crecientes dificultades que muestra la economía de nuestros vecinos para superar la pesada carga que representa su enorme endeudamiento. Recordémoslo. Poco más de tres veces de su producto anual. Y eso sin contabilizar las obligaciones no registradas formalmente. Así, efectivamente, como lo señalan los responsables estadunidenses de conducir la economía, al mes pasado se acumularon 69 meses de crecimiento industrial. Pero –también es cierto– se acumulan 10 meses de crecimientos cada vez menores.

En los meses indicados, el crecimiento medio mensual se acerca a 3 por ciento. Aunque ya acumula siete meses por debajo de esta tasa promedio, lo que lleva a pensar en una desaceleración. Por su parte, la capacidad industrial instalada ya completa 50 meses de crecimiento. Y a tasas sostenidas. Relativamente bajas –ligeramente inferiores a 2 por ciento, cada mes respecto del mismo mes del año anterior– pero sostenidas. En buen romance esto significa que, de enero de 2010 a la fecha, crece más el producto industrial que la capacidad industrial instalada. Ha habido etapas donde crece más la capacidad que la producción. También crece más que la capacidad instalada el valor agregado industrial (cerca de 4 por ciento), prácticamente al mismo ritmo que crece el valor agregado global de la economía.

Por su parte, la capacidad industrial utilizada muestra un comportamiento relativamente estable. A pesar de que –efectivamente– la tendencia a mediano y largo plazos, es decir, al menos desde finales de los años 60, este porcentaje de utilización de la capacidad utilizada tiende a disminuir. De niveles cercanos a 90 por ciento a finales de los 60 e inicios de los 70, se ha llegado a niveles de utilización ligeramente inferiores a 80 por ciento. Es indudable que esto representa un lastre importante para cualquier economía, cargar con cerca de 10 puntos más de su capacidad instalada sin utilizar. Es decir, casi un total de la quinta parte ociosa. Mayores márgenes de reserva productiva representan mayor carga financiera a la economía, aun suponiendo –como es el caso– la tendencia al abaratamiento relativo de maquinaria y equipos productivos. Si relacionamos estos indicadores con la evolución de las ganancias de las corporaciones no financieras (las productivas, por decirlo así) tenemos un importante indicador de la rentabilidad reciente de la actividad económica global. Así, es posible descubrir que desde el segundo trimestre de 2009 hay una recuperación de la rentabilidad general de la economía, una rentabilidad que –según este mismo indicador– de mediados del 2006 a inicios del 2009 había descendido. Incluso medio se había derrumbado, como también lo había hecho del segundo semestre de 2000 al segundo semestre de 2001.

Ciclos… ciclos… ciclos… decían mis maestros… Pero hoy, con datos al segundo trimestre de este 2015, no sólo ya recuperó el nivel máximo logrado en el segundo trimestre del 2006, sino que lo empieza a superar. Muy seguramente puede seguir un poco más en esta tendencia. Siempre y cuando la sobreacumulación de activos productivos –esa amenaza secular– no se presente de nuevo, como sucedió –sin duda– desde inicios de 2006. Un indicador que pudiera llevarnos a mostrar cierta prudencia respecto del relativamente exitoso proceso de recuperación de la economía estadunidense es el del crédito al consumo. Una vez más tiende a dispararse. No el crédito hipotecario, que descendió de 2009 a 2011 y desde entonces está estancado, aunque en un contexto de menor disponibilidad de recursos, dado el derrumbe de precios de las materias primas, entre ellas, el petróleo. Mezcla mexicana apenas de 39 dólares por barril. En julio de 2008 llegó a casi 130 dólares. Otros indicadores que también muestran la relativa debilidad de esta exitosa recuperación son los del empleo y el salario. Desde 2004, las compensaciones salariales reales de la manufactura se muestran estancadas. No descienden, es cierto. Pero tampoco suben. Y esto a pesar de que la productividad media industrial –luego de su caída de finales de 2007 a inicios del 2009– nuevamente ha recuperado su crecimiento.

También a pesar de la existencia de ocho millones de desempleados. Y de que el número de trabajadores de tiempo completo apenas ha llegado a ser igual al de antes de la crisis, es decir, al registrado en noviembre de 2007, 121.8 millones de personas. ¡Cada día hay empleo más precario! Asimismo –para sólo dar hoy otro indicador más que nos conduce a un juicio muy prudente respecto del carácter de la recuperación de la economía de nuestros vecinos– está el de las semanas de duración del desempleo: 26 semanas. Ya no son las de inicios de 2012, en plena crisis. Pero sí poco más de seis meses que superan a todos los plazos máximos registrados en la historia laboral de Estados Unidos antes de la última crisis.

Por todos estos indicadores regresivos que acompañan a los exitosos, no podemos señalar que la recuperación económica estadunidense ha sido un éxito. Menos aún si vemos que una de las condiciones de la recuperación ha sido –precisamente– el registro de estos indicadores perniciosos. Y en este contexto se debate para las próximas elecciones. Sin duda.

NB: Ya se encuentran en el portal de la Comisión Federal de Mejora Regulatoria (www.cofemer.gob.mx) los múltiples manuales y disposiciones que acompañarán al nacimiento del mercado eléctrico mayorista. Asómese un poco a este portal para ver la enorme complejidad de este monstruo que nace el primero de enero próximo.