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A la mitad del foro

Tantas vueltas y revueltas...

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Habitantes de Chamela, Jalisco, retornaron este sábado a verificar las condiciones en las que quedaron sus viviendas, tras el paso del huracánFoto Afp
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legó a tierra el huracán Patricia, el mayor y más temido de los que han golpeado la costa mexicana del Pacífico. El más fuerte jamás registrado en el hemisferio occidental, precisaron los meteorólogos del vecino del norte y los científicos atentos al cambio de clima global y sus aterradoras consecuencias. Huracán categoría 5 de la escala Saffir Simpson. Uno de cada tres niños mexicanos pasa hambre y los organismos especializados discuten si hay más de 52 millones de mexicanos en la pobreza o hay que usar otros métodos que cuentan y recuentan apenas 15 o 20 millones en la pobreza extrema.

Y vino del mar Patricia. Vientos de 325 kilómetros por hora y rachas de 400 kilómetros. En el sur de Jalisco, en los límites con Colima. Tanta destrucción han dejado los huracanes menores que han desolado desde Chiapas, Oaxaca y Guerrero hasta Baja California, que los pobladores habitualmente reacios a dejar sus casas acudieron a tiempo a los refugios; hubo despliegue eficaz de las dependencias a cargo de la prevención y rescate de desastres; y los que han padecido o han visto la desolación de la naturaleza, acudieron a los refugios aunque saben que tras los huracanes viene el saqueo y no hay ayuda oficial o privada suficiente para recobrar los humildes bienes que se llevó el bandidaje, el de los de abajo, tan común como la corrupción que impera entre los de arriba, los de las clases pudientes y sus siervos de la clase política.

Llegó a tierra y se degradó a categoría 4, se convirtió en tormenta tropical. Tormenta y tortura para optimistas. Las lluvias que trae consigo Patricia, el gigantesco fenómeno que visto desde el espacio exterior cubría prácticamente todo el territorio nacional. Por lo pronto, esas lluvias torrenciales podrían acumular en dos días 40 por ciento de las que se registran en todo un año. Los ríos se salen de madre, las montañas se reblandecen y hay deslaves que arrastran poblados enteros y decenas, cientos de habitantes. Se acabó la hora de los eufemismos y ni los funcionarios del Gobierno del Distrito Federal podrán hablar de encharcamientos al exhibir las calles, avenidas, puentes y pasos a desnivel bajo más de un metro o dos de aguas negras, grises en el mejor de los casos. Y las cenizas del volcán de Colima amenazarán las alturas y los valles.

Menos mal que las autoridades han insistido en afirmar que no ha pasado el peligro, que lo peor está por entrar al país. Cierto, la naturaleza no necesita al ser humano y estamos obligados a detener la destrucción de la vida con el uso y abuso de hidrocarburos y otros generadores de energía contaminantes, veneno, anticipo de un apocalipsis generado y detonado por nosotros mismos, por los que hemos pisado la Luna y explorado el espacio exterior, los que buscamos que haya vida y no estemos solos en el universo. Pero hoy estamos aquí, a merced de las fuerzas desatadas por la naturaleza y de la desigualdad que señala de antemano a las víctimas. No ha pasado lo peor y no queda sino estar preparados para salvar a cuantos podamos y después no dejar que los muertos entierren a sus muertos.

Al perro más flaco se le cargan las pulgas. Guerrero vio pasar a Patricia, pero todavía no pasan las aguas. Y en Acapulco presumen los hoteleros y los promotores turísticos que todo está en orden, que las olas invitan a nadar y las playas son ideales para gozar del sol, de la vida. Vienen los huracanes y los vientos se llevan la memoria. En Acapulco hay más asesinatos, es campo de batalla de narcotraficantes que disputan el mercado local y el control territorial de los vastos campos sembrados de amapola, cultivo y producción de goma, de la heroína que es la droga de mayor demanda en el vecino país del norte, el que nos viene a ayudar y a dar lecciones de respeto a los derechos humanos. El huracán de violencia nunca ha dejado de asolar a Guerrero.

Y el martes 27 de este mes de octubre, Héctor Astudillo tomará posesión del Poder Ejecutivo del estado, a unos cuantos días de haber estado en medio de una balacera endemoniada en la costera de Acapulco, en sitio elegante y turístico. No atentaron contra mí vida ni contra colaborador o ayudante alguno que me acompañara, dijo. Malo que hubiera sido un atentado para matar al político priísta que ganó al gubernatura al PRD que nunca encontró o quiso hacer su candidato a un militante de izquierda. Pero cómo estará el infierno que los demonios hacen fuego sin darse cuenta de que a unos pasos está el que pasado mañana será gobernador de Guerrero.

De eso no hay nada que preguntar a los chuchos, ni al Rubio que acudió en apoyo del alcalde criminal de Iguala y dijo que Abarca, hoy preso, no había sido criatura de los dirigentes del PRD sino... de la mala vida, de algún fantasma, de la sombra protectora del predicador de Morena, o finalmente, porque es mucho más productivo, establecerían la verdad menos sospechosa: Fue el Estado. Y ahora pasan los representantes del Estado mexicano el trago amargo de verlo sometido al juicio de expertos independientes enviados por la OEA. Y por la ONU que expone las fallas y abusos, las incontables violaciones a los derechos humanos en México, sin que una sola voz de la vieja izquierda señale que Arabia Saudita preside el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas.

A fin de cuentas, el Ejecutivo de la Unión ha de proceder y llevar a juicio a los actores materiales, intelectuales, del bárbaro crimen de Iguala y la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa. Todavía no ha pasado lo peor, se podría parafrasear al jefe de gobierno que atendió eficazmente a la amenaza del huracán Patricia: el Departamento de Estado que avala a Arabia Saudita como Chair de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, suspende unilateralmente la ayuda del pacto que firmó con Felipe Calderón. Y en Washington acudimos al llamado de la OEA para que nos den palmetazo de dómine los expertos independientes que ya aceptaron continuar sus investigaciones sobre Ayotzinapa.

Menos mal que el subsecretario Roberto Campa es abogado y funcionario público con memoria y sentido común. Rechazó que México se hubiera negado a que los militares mexicanos declararan ante los expertos independientes; y les recordó que el acuerdo les permite actuar como coadyuvantes del Ministerio Público. Nada más. Los expertos con quienes México reconoció tanto las coincidencias como las divergencias con la PGR, cuestionaron el mando civil sobre las fuerzas militares. Bastaría un recorrido por la América nuestra y la historia recurrente de cuartelazos y golpes militares, para exhibir el equívoco cuestionar de los expertos.

Pero el abismo abierto en Ayotzinapa devoró la credibilidad del gobierno. Sí, hay que abrir las puertas a la opinión de investigadores del exterior, sean de donde fueren. Lo que no obliga a renunciar a la defensa de nuestro derecho soberano. Ya bastante ha pagado el país por la complicidad del gobierno de Guerrero y la incuria del Poder Ejecutivo de la Unión que dejó pasar el tiempo y dejó hacer a los criminales.

Gobernador con licencia, Ángel Aguirre Rivero acude ante comisión legislativa y declara que la noche criminal de Iguala se comunicó con el comandante del 27 batallón. El secretario de Gobernación, Ángel Osorio Chong, lo desmintió ante diputados y senadores comisionados de seguridad. Y reiteró ante representantes de los medios de comunicación: No se comunicó con los mandos del 27 batallón.

Y tras las vueltas y revueltas van a volver al basurero de Cocula en busca de la verdad.