Cultura
Ver día anteriorDomingo 27 de septiembre de 2015Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
Un diplomático poco convencional
Foto
Gutiérrez Vega y el también poeta mexicano José Carlos Becerra (en medio) captados en Londres en 1969Foto tomada del libro Escritores en la diplomacia mexicana,
editado por la SRE
 
Periódico La Jornada
Domingo 27 de septiembre de 2015, p. 6

Hugo Gutiérrez Vega encarnó el prototipo del personaje romántico por excelencia. Fue un hombre que gustó del saber, de las artes, del bienvivir, de la convivencia, de la conversación y de la amistad, pero también de conocer y explorar diversos confines del planeta.

El poeta y abogado fue, literalmente, un trotamundos, un viajero infatigable. Condición que en gran medida se debió a su faceta de miembro de carrera del Servicio Exterior Mexicano, en el que se desempeñó de consejero cultural en Roma, Londres, Madrid y Washington.

También fungió de embajador en Grecia; concurrente en Líbano, Chipre, Rumania y Moldavia, y cónsul general de México en Río de Janeiro, Brasil, y en San Juan, Puerto Rico. A ello deben sumarse sus trabajos especiales para la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura en Irán y la desaparecida Unión Soviética.

La faceta como representante diplomático de Gutiérrez Vega se inscribe en la otrora prestigiada tradición del Servicio Exterior Mexicano. Su nombre se une a la estirpe de grandes figuras del mundo intelectual y cultural mexicano que ocuparon diversos cargos en ese ámbito.

La lista incluye a Gilberto Owen, Jaime Torres Bodet, Renato Leduc, Octavio Paz, Fernando Benítez, Rafael Bernal, Carlos Fuentes, Rosario Castellanos, Fernando del Paso, Rodolfo Usigli, José Luis Martínez y Jaime García Terrés, por mencionar a algunos.

Según apunta Alejandro Pescador en el segundo tomo del libro Escritores mexicanos en la diplomacia mexicana, desde un principio don Hugo se distinguió como un diplomático poco convencional, en algo semejante a lo descrito por Alfonso Reyes en Andanzas mexicanas, de Lionel Vasse.

“En vez de conformarse con esa ‘estilización’ de la vida, igual más o menos en todas partes, que se encuentra en recepciones oficiales, en los salones mundanos, en los grandes hoteles, y cuyo trato y frecuentación acaban por convertir a los agentes internacionales en una casta exangüe y ociosa, en algo como un dialecto humano, este diplomático tuvo la peregrina idea de asomarse al balcón (...) Bajó del balcón a la calle. Se mezcló con la gente. La acompañó en sus fiestas, sus duelos y sus esperanzas.”

Una de las singularidades de Gutiérrez Vega como integrante del cuerpo diplomático mexicano fue su hermanamiento con los países donde representó al nuestro, como reconoció a Alejandro Pescador.

En todas las adscripciones donde he estado, he vivido los países en carne propia. He aprendido los idiomas; me he acercado a la gente, a la vida cultural.

Pero su interés iba más allá, pues el poeta, además de dar rienda a su creación literaria en cuanto país estuvo e incluso dar rienda a sus dotes de actor, se distinguió por su ímpetu y su empeño como promotor de la cultura y el arte mexicanos.

Botón de muestra es su desempeño de consejero cultural de la embajada de México en España, una vez restablecidas las relaciones diplomáticas entre ambas naciones, a finales de la década de los 70 del siglo pasado.

Con pocos recursos y mucha imaginación, Gutiérrez Vega metía en su auto los rollos de cinco películas mexicanas, dos exposiciones de grabados, una muestra de revistas y otra de libros, se narra en el mencionado volumen.

Con estos materiales, recorría los caminos de España. Unos días montaba una exposición de pinturas en la escuela del pueblo, otras conseguía el auditorio municipal y proyectaba algún clásico del cine mexicano.