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Abrirán exposición con más de cien obras del binomio artístico en el museo del holandés

Edvard Munch-Van Gogh, cara a cara
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Retrato como un pintor, de Vincent van Gogh, y Retrato con paleta, de Edvard MunchFoto Reuters
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El grito, del artista noruego, y El puente de Trinquetaille, del genial holandés, figuran en la exposición montada en el Museo van Gogh, en Ámsterdam, que el viernes se abrirá al públicoFoto Reuters
 
Periódico La Jornada
Miércoles 23 de septiembre de 2015, p. 5

Ámsterdam.

“¿Dónde está El grito, por favor?” Los trabajadores del Museo Van Gogh de Ámsterdam escuchan cada tanto esa pregunta. A pesar de que el famoso cuadro es del noruego Edvard Munch, la pregunta no es tan absurda como parece. Y es que entre Munch y el pintor holandés hay muchos paralelismos.

Esa relación se verá a partir de este viernes y concluirá el 9 de enero en ese museo.

La exposición Munch: Van Gogh es lo más relevante del programa con motivo del 125 aniversario luctuoso del holandés.

Organizada junto con el Museo de Munch, de Oslo, la muestra reúne más de un centenar de obras de ambos artistas. Entre ellas, dos joyas: una de las versiones de El grito de Munch y La noche estrellada sobre el Ródano de Van Gogh.

Munch (1863-1944) y Van Gogh (1853-1890) son maestros del arte moderno. Sin embargo, los une algo más. Una afinidad espiritual, dijo el director del Museo Van Gogh, Axel Rüger. Eso se ve en su biografía y en su arte.

Para ambos 1880 fue un año decisivo, pues decidieron ser pintores y primero siguieron las pautas tradicionales, explica la conservadora del museo, Maite van Dijk. Los dos tenían el impulso de cambiar.

La obra temprana de uno y otro fracasó entre la crítica de sus países. Munch y Van Gogh viajaron casi a la vez al lugar de mayor auge a finales del siglo XIX: París.

Las obras de Claude Monet, Paul Gauguin o Camille Pissarro dieron impulso a sus propios caminos individuales, explicó Van Dijk. Munch y Van Gogh desarrollaron su propio lenguaje visual. Experimentaron con colores, pinceladas y composiciones.

Pintaron en contra de cualquier convicción, afirmó Van Dijk. Y generan una reacción similar en el observador. Sus obras son accesibles y sin embargo tan complejas que conmueven a las personas.

El noruego y el holandés retrataron el mundo y a sí mismos de forma reflexiva y apasionada. Van Gogh se pintaba con pinceladas muy características, casi furiosas: el rostro flaco, la barba roja y la mirada seria. Munch se retrataba con profundas arrugas, delgado y también con una mirada pensativa.

En El grito, Munch inmortalizó el profundo grito de la naturaleza y su miedo existencial. También Van Gogh abordó esos temas, apunta Rüger. A ambos los unen las grandes preguntas existenciales: el eterno ciclo vital, el amor, el sufrimiento, el miedo. Y los dos querían que su arte sirviera para reconfortar.

Van Gogh es famoso por los vivos colores de los cuadros que pintó en el sur de Francia. También en la obra del noruego pueden encontrarse composiciones y colores similares. Los dos sufrieron problemas sicológicos: el holandés se cortó un trozo de oreja en un arrebato de locura, mientras Munch recibió tratamiento en un centro siquiátrico alemán.

Por otro lado, hay grandes diferencias en sus obras y vidas. Van Gogh se suicidó antes de cumplir 40 años y no disfrutó de su éxito. Munch llegó a los 80 y murió como un celebrado artista.

Jamás se conocieron en persona, pero Munch sí supo de la obra de Van Gogh y se inspiró en ella. El noruego también pintó una Noche estrellada. La relación fue más allá de su cercanía artística, como reconoció Munch en 1933: En mi larga vida y a pesar de contar con dinero suficiente, no quería dejar que mi llama se extinguiese, como él, sino pintar con mi pincel ardiente hasta el último momento.