Opinión
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Los de Abajo

Agravio a reportera

F

lor Goche, periodista, pasó del miedo al hartazgo. En este México vulnerado nunca se sabe cuándo te tocará el agravio. A ella le tocó el pasado 8 de septiembre, cuando sujetos desconocidos irrumpieron en su domicilio y se llevaron dos computadoras, hurgaron sus expedientes periodísticos y revisaron facturas y boletos de viajes. Ella, que en siete años como reportera ha cubierto casos de feminicidio, desapariciones, atropellos a personas y comunidades, ahora le tocó estar del otro lado. Pasó de la sorpresa inicial a la búsqueda de la verdad.

¿Qué pasó en su domicilio esa tarde? ¿Quién o quiénes entraron sin forzar chapas y hurgaron en la intimidad de su habitación? ¿Qué buscaban? ¿Qué quieren? Y luego, la duda: ¿seguirán hurgando? ¿Es el principio de algo más grave? ¿Un mensaje? ¿Por qué no se llevaron la televisión plana, la joyería de plata, el multifuncional, el reproductor de películas y otros objetos de mediano valor?

Flor y Elva Mendoza, otra reportera con la que comparte el domicilio allanado, cuentan con medidas cautelares de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Son también beneficiarias del Mecanismo de Protección a Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas, de la Secretaría de Gobernación. Por eso tenían en sus manos el famoso botón de pánico.

La reportera de la revista digital Desinformémonos apretó el botón. Nadie del gobierno respondió al llamado de auxilio. Se supone que lo debe apretar tres segundos. Ella lo intentó una y otra vez. Y nada.

Finalmente, al presionar la tecla 1, pudo comunicarse con el operador 8 de la empresa privada que el gobierno federal contrata para la operación de este servicio. Éste envió a dos elementos de la Secretaría de Seguridad Pública del Distrito Federal a su domicilio, quienes sólo le sugirieron ir al Ministerio Público a presentar la denuncia, señalando que no podían hacer nada más, pues únicamente pueden intervenir en casos de flagrancia.

Luego, por fin, estableció contacto con personal del Mecanismo. Les contó lo sucedido y le dijeron que no era posible atenderla, pues no tienen facultad de gestión y tampoco de investigación. El funcionario Roberto Reyes le comentó que su medio de comunicación debería darle acompañamiento y asesoría jurídica; no el Mecanismo.

Del Estado no vendrá la seguridad para Flor ni para nadie. El dichoso Mecanismo parecería un juego si no fuera dramática su inutilidad. De las redes, del gremio, los medios de comunicación y la sociedad en su conjunto tendrán que venir respuestas y acciones. Hoy es Flor, ayer Rubén, mañana quién sabe.