Cultura
Ver día anteriorDomingo 6 de septiembre de 2015Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio

Destapó su labor secreta para publicitar su libro The Outsider

Forsyth pone en peligro a periodistas al revelar su pasado de espía, acusan
The Independent
Periódico La Jornada
Domingo 6 de septiembre de 2015, p. 5

Cuando Frederick Forsyth reveló el fin de semana que había combinado su trabajo de corresponsal extranjero con el de espía para el MI6, hubo pocas críticas.

“No es extraño que novelas como El día del chacal y El archivo Odessa estuviesen tan bien informadas”, pareció el sentimiento dominante en los comentarios en redes sociales.

Forsyth eligió destapar su labor de espía como parte del proceso publicitario para su autobiografía, The Outsider: My Life in Intrigue. Para su colega novelista Ian Rankin, quien se fingió escandalizado, fue una confesión divertida. Su identidad secreta era muy buena, bromeó en Twitter.

Freddie sostiene que le resultó muy difícil decir no al servicio secreto de inteligencia cuando lo invitó a ser informante durante la guerra de Biafra de 1967-70, que cubrió como corresponsal de la BBC. Pronto estaba enviando reportes no sólo a la televisora, sino a mi nueva amiga.

Como patriota declarado, pensó que tenía un papel adicional que desempeñar cuando “la guerra fría estaba en plena vigencia”. Pero Forsyth es también un periodista en activo para el Daily Express, y sus comentarios sobre sus acciones históricas tienen consecuencias para los corresponsales extranjeros hoy día.

Su confesión coincidió con la noticia del cruel encarcelamiento de tres periodistas de Al Jazeera por el régimen egipcio, bajo cargos, que muchos sospechan falsos, de que trabajaban por cuenta de la proscrita Hermandad Musulmana. En Turquía se reveló que cuatro reporteros de Vice News, incluida la pareja británica de Jake Hanrahan y Philip Pendlebury, están detenidos por el gobierno del presidente Recep Erdogan acusados de ayudar al Isil. A su vez, éste decapita de rutina a periodistas capturados y busca justificar su barbarie alegando que están al servicio de regímenes occidentales.

John Tusa, que fue contemporáneo de Forsyth en la BBC y jefe del servicio mundial de esa agencia, afirma estar seguro de que 99.9 por ciento de los periodistas ni siquiera soñarían con trabajar con los servicios de inteligencia, pues ello socava por completo la naturaleza y valor de lo que hacen.

Advierte que las palabras de Forsyth reforzarán sospechas en todo el mundo y podrían ser usadas como un garrote por los estados autoritarios contra los periodistas.

Cualquier admisión que haga Frederick Forsyth facilita las cosas a los regímenes que no creen en la prensa libre y vuelve mucho más dura la vida para los periodistas que corren riesgos enormes para averiguar lo que ocurre en situaciones desagradables.

Periodismo como ruta de traidores

Por desgracia, existe un largo historial del periodismo utilizado como cobertura para espiar. Jo Glanville, director del grupo PEN Inglés, refiere que el gobierno británico instaló una falsa agencia de noticias en Egipto para recabar inteligencia durante la crisis de Suez, en la década de 1950. Otros han empleado su talento en el periodismo como ruta para convertirse en espías traidores, como Kim Philby, quien trabajó para el Times y el Daily Telegraph antes de entrar al mundo del espionaje y luego desertar hacia la Unión Soviética.

El enlodamiento de las aguas persiste. En junio, el Pentágono produjo un manual sobre la ley de guerra que incluía la aseveración –que indignó al New York Times– de que el acto de divulgar información como periodista podría constituir una participación directa en las hostilidades.

El manual calificaba a los periodistas de beligerantes sin privilegios y agregaba: Informar sobre operaciones militares puede ser muy similar a recabar inteligencia e incluso espiar. La publicación del informe coincidió con el aniversario de la detención en Irán del corresponsal del Washington Post Jason Rezaian acusado de espionaje.

Vaughan Smith, fundador del Frontline Club, organización con sede en Londres dedicada a la información de guerra, afirmó que Forsyth se equivoca al sugerir que los corresponsales no tienen opción cuando son contactados por los servicios de inteligencia.

Quienes acceden a realizar esa labor, sostuvo Smith, ponen a sus colegas en riesgo.

Es un poco como portar armas cuando se es periodista. Cuando uno accede a esos compromisos, pone en peligro a otros periodistas. Es muy desafortunado y mina la confianza en el periodismo, en una época en que no podemos darnos ese lujo, aseveró.

En el curso de la semana la discusión sobre el MI6 ha girado en torno a si el actor Idris Elba es demasiado ordinario para interpretar a James Bond. Las credenciales de espía de Forsyth nunca habrían estado en peligro por ese motivo, pero ese revelador capítulo de su vida podría tener repercusiones. Cualquier reportero que sea también espía pone a otros reporteros en peligro, sostuvo Nick Davies, de The Guardian.

Tal vez Freddie encontró algunos materiales de fuente auténtica para su carrera posterior, pero, como dice Glanville, uno no debería tener que vender su alma a la inteligencia británica con tal de obtener información interna para sus novelas.

© The Independent

Traducción: Jorge Anaya