jornada


letraese

Número 230
Jueves 3 de Septiembre del 2015



Director fundador
CARLOS PAYAN VELVER

Directora general
CARMEN LIRA SAADE

Director:
Alejandro Brito Lemus

pruebate






Belleza alterna
modelos y tatuajes

La belleza viene en todas las formas y tamaños. Así lo confirma la hermosura derivada de la tinta en la piel. Mujeres que optaron por modificar sus cuerpos de una manera muy lejana de la silicona y el botox se abren paso en la red, ganando cientos de adeptos cada día.

Rocío Sánchez




Cuerpo, piel y muchos colores, es lo que se puede apreciar en los retratos que circulan por la red de redes. Estas mujeres son bellas, sus fotos están bien hechas, con la iluminación, el encuadre y la calidad óptimos. Son modelos, no hay duda, sólo que no encajan en el estereotipo de un maniquí de la pasarela. Sus tatuajes, perforaciones y otras modificaciones corporales son su denominador común, pero a la vez, su sello distintivo.
Sentadas en un café, con sus coloridas cabelleras como signo inequívoco de que son ellas las bellezas alternativas en el lugar, Marcela, Mercedes y Pamela platican con LetraeSe sobre su vida frente a las cámaras. Nunca se imaginaron llegar a ser modelos. A Pamela incluso le disgusta el término, pues, aunque hace fotos en lencería, sabe que su fisonomía no tiene nada que ver con aquellas mujeres que desfilan para Victoria’s Secrets.

Si bien modelan todo tipo de ropa, hacen retratos o aparecen en videos musicales, gran parte de su trabajo son las fotografías eróticas, ya sea topless, en lencería o en desnudos totales. Ellas forman parte de un movimiento que no busca medidas perfectas, sino arte plasmado en la piel de mujeres que no dejan lugar a duda: son quienes siempre quisieron ser, lo que hay en ellas está a la vista y es lo que desean proyectar.

Belleza y labor social
Ninguna de las tres esperó a la mayoría de edad para adornar su cuerpo. Mar se perforó el ombligo a los 15 años, Mercedes hizo lo propio con sus labios a los 14, Pamela tuvo su primer piercing a los 12 y se tatuó a los 13. Tenían muy claro cómo querían verse: cabello de colores y dibujos por todo el cuerpo, como aquellos que se hacían, jugando, con plumas o plumones.

A partir de su primera modificación, no pararon. Lo cuentan casi al unísono, reconociendo experiencias propias en la historia de las otras Sin embargo, cada una de sus vidas ha sido diferente, tal y como ellas y tantas otras mujeres que decidieron resaltar a través de ornamentos que aún no son vistos como tales por buena parte de la sociedad.

En busca de cambiar eso, se han involucrado en la campaña “Mi capacidad no es tatuada, es demostrada”, que surgió en 2011 con el fin de acabar con los prejuicios sobre las personas tatuadas. De esta campaña se derivó la marca de ropa Skink Clothing, diseñada para que la gente con tatuajes pueda lucirlos, y para la cual modelan Mercedes, Mar y Pamela. Bajo el nombre de Skink Girls, la idea del colectivo (actualmente integrado por unas 18 chicas) es no sólo presentar bellezas alternativas, sino también aportar un beneficio social.

Además de ayudar a combatir el estigma en las y los tatuados, “buscamos a chicas que sean agentes de cambio, que además de estudiar o crear, aporten algo a la sociedad a través de su actividad cotidiana, que sean un factor importante de cambio en su entorno, ya sea familiar, laboral o social”, detalla Mercedes, quien encabeza el proyecto.

No sólo quieren mostrarse bellas o extravagantes, buscan también integrar un espacio libre de discriminación donde otras personas con modificaciones corporales encuentren apoyo y sepan que “aunque seas raro o la gente te mire mal, no pasa nada, todo va a estar bien”.

Siempre lo supe
Las chicas tatuadas siempre han estado ahí, sólo que antes se las veía por las calles y no en la pantalla de un monitor o en alguna campaña publicitaria. Para Mercedes, la inspiración llego temprano. Sus padres eran pintores y veía mucha gente así en su círculo sicial. Le encantaba la idea de que el cuerpo fuera como un bastidor y se pudiera pintar sobre él. “Yo quería también tener eso, que mi cuerpo fuera como un lienzo y llevar cosas siempre conmigo, más allá de la ropa o el cabello”.

Pamela, con un padre motociclista, tuvo sus primeros contactos con gente modificada en los bares a los que su papá, “por alguna extraña razón”, la llevaba. “Estaban todos tatuados, con el pelo largo. Para mí era la gente más cool, era saber expresarte con lo que traes puesto y tratar de ser lo más auténtico”.

Cuando por fin empezó a tatuarse los brazos y otros lugares visibles, sintió que se reafirmaba. “Era como si poco a poco me estuviera poniendo mi piel, porque así había querido ser desde muy chiquita. Muchas personas quieren ser doctoras, yo quería ser la persona que soy ahora: un arcoíris”.

De igual forma, para Mar siempre estuvo claro: quería tener todo el cuerpo tatuado desde que era una niña. Así, cuando lo hizo realmente por primera vez, el diseño lo puso en su brazo izquierdo, un lugar muy visible. “Fue como decirme a mí misma: ‘ya lo tienes aquí, a ver cómo le haces’, y al mismo tiempo recordarme que nunca iba a tener que trabajar para nadie que no me aceptara con esto”.

Un paso hacia el reflector
Las tres llegaron al modelaje por casualidad y se quedaron por convicción. Mar, por ejemplo, mide 1.57, es de cadera y muslos carnosos, lejos de las mujeres que recorren pasarelas y que deben tener, como mínimo, 1.70 metros de estatura.

Tenía, junto con su prima, una marca de ropa, y para vender se tomaban fotos una a la otra. “Un día, un amigo fotógrafo me preguntó si quería ayuda con las fotos. Mis socias no quisieron, pero yo sí y me hice el primer shooting”. A partir de ahí, no han dejado de llamarla otros fotógrafos. “Yo no lo busqué, digamos que llegó hasta mí”. Y reconoce que le encanta. Además, nunca se aburre, dice. “Siempre estás trabajando con gente diferente, en locaciones diferentes, con ropa y maquillaje diferente”.

Mercedes nunca se consideró bonita. A ella le interesaban más otras cosas. Siempre ha escrito y leído, y siempre le gustó vestirse “raro”, pues lo que quería proyectar no era lo convencional. “Nunca pensaba en mí como una mujer bella”.

Un amigo que estudiaba fotografía le pidió que posara para su examen final. Se sorprendió. “¿Yo?, a mí se me hacía la cosa más frívola”. Ella baila tango así que propuso hacer las fotos con su vestido de baile para sentirse más cómoda. La sesión se hizo en la playa y Mercedes se sintió a gusto. “Cuando vi las fotos y vi que me veía bien, mi ego creció. Dije: ¡Guau, me veo bonita, me veo perfecta!”. A partir de ahí comenzaron a llamarla un sinfín de fotógrafos y, aunque siempre les respondía que no era modelo, comenzó a hacerlo.

A la vida de Pamela llegó una especie de revelación de su destino hace ocho años, cuando un amigo le enseñó el primer DVD de las Suicide Girls, uno de los primeros grupos de modelos tatuadas en la Internet. “Me dijo que tenía que entrar. Me gustó la idea, pero leí el contrato y era como venderle tu alma al diablo”. Aunque hoy ha cambiado, en ese momento había cláusulas acerca de que todo el material visual que hiciera la modelo, lo tuvieran ellos o no, era propiedad de Suicide Girls y después de posar para ellos no podía modelar para nadie más en los siguientes tres o cuatro años.

“Para mí la idea era fantástica porque cuando tienes un tatuaje siempre lo quieres enseñar. Pero le mostré el contrato a varios de mis amigos y me aconsejaron que no lo firmara”.

Años después, sólo por ego y como reto entre una amiga y ella, abrió una página de internet y subió una foto suya. Muchas personas comenzaron a seguirla aunque en esa fan page no había sesiones de fotos. Desde hace dos años empezó a ser contactada por fotógrafos. “Yo siempre dije que no. Pero un día, mi propósito del año fue decir que sí a las cosas para saber hasta dónde me llevaban, y una de esas cosas fue tomarme fotos”.

Erotismo a flor de piel
Un fotógrafo llamó a Mercedes para una sesión, pero él trabajaba con desnudos. “Yo nunca tuve problema con la desnudez, mis papás hacían sesiones de desnudo en la casa, así que lo hice. Fue sólo topless y me sentí muy a gusto”. Pasaron varios años antes de que hiciera un desnudo porque no sabìa qué tipo de fotos quería hacer, “pero también por el aspecto social: mi núcleo familiar es muy abierto, pero la familia de mi mamá es súper conservadora”. Un día, alguien vio sus fotos en internet, las mostró a su abuela y fue un escándalo. “Dijeron que era una prostituta, que estaba incitando a las personas”.

Pamela modela lencería. Aunque se define como alguien “muy ñoña en muchos aspectos” y rara vez se siente sexy, logra que sus fotos transmitan esa sensualidad. “Los fotógrafos siempre me dicen que soy súper diferente en persona a lo que dicen mis fotos”. La gente le pregunta qué le está enseñando a su hija, quien tiene 12 años. “Le enseño que está bien, que así nos ven todos en la playa, sólo que yo estoy en mi sala; que no le debe dar pena y que si dicen algo de su mamá, que lo digan”.

Mar sí hace desnudos y dice creer que tiene “alma de teibolera”. Siempre le ha gustado estar desnuda, pero sólo recientemente ha comenzado a aceptarlo. Sin embargo, “el que me guste verme y que me vean desnuda no tiene nada que ver con si soy fácil o si soy puta. Conozco personas mucho más ‘fáciles’ que no se encueran y yo sólo porque me encuero ya me ponen esa etiqueta”.


S U B I R


Mar
Instagram: @mar.abreu
Tw: @esMarAbreu
FB: esMarAbreu



Pamela
Instagram: Pam_ela
Tw: Pameeelalala
FB: queenofutopia



Mercedes
Instagram: @laciudadtorcida
Tw: @laciudadtorcida
FB: LLO (#LaCiudadTorcida)