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 Portada 
Presentación 
Bazar de asombros 
      Hugo Gutiérrez Vega 
Elogio de lo inútil 
  Fabrizio Andreella 
La mujer en la ciudad 
  Leonardo Cazes entrevista 
  con Antonio Risério   
  
Trans-lúcido: 
tres estaciones 
  Ingrid Suckaer 
Teilhard de Chardin y el 
  sentido de la evolución 
  Sergio A. López Rivera 
Vigencia de Teilhard 
  de Chardin 
  Hugo Gutiérrez Vega 
  
Cartas de viaje 
Teilhard de Chardin 
Dos poemas 
“Las ideas cristianas 
  se han vuelto locas” 
  De Teilhard a Francisco 
  José Steinsleger 
ARTE y PENSAMIENTO: 
        Bitácora bifronte 
        Jair Cortés 
        Poema 
        Stelios Yeranis 
        Mentiras Transparentes 
		Felipe Garrido 
        Al Vuelo 
		Rogelio Guedea 
        La Otra Escena 
		Miguel Ángel Quemain 
        Bemol Sostenido 
		Alonso Arreola 
        Las Rayas de la Cebra 
		Verónica Murguía 
        Cabezalcubo 
		Jorge Moch 
        La Casa Sosegada 
        Javier Sicilia 
        Cinexcusas 
		Luis Tovar 
    
   Directorio 
     Núm. anteriores 
        [email protected] 
          @JornadaSemanal 
          La Jornada Semanal    
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	 Jair Cortés 
	   [email protected] 
	   Twitter: @jaircortes 
   
   Wikipedia:  menos lectores, más escribas 
   
   
   Podría  pensarse que internet es la realización virtual que imaginó Borges en uno de sus más famosos cuentos, “La  biblioteca de Babel”:  “Cuando se  proclamó que la Biblioteca abarcaba todos los libros, la primera impresión fue de extravagante felicidad. Todos los hombres se sintieron señores de un tesoro intacto y  secreto. No había problema personal o mundial cuya elocuente solución no  existiera.” Sin embargo, conforme pasan los  años y una legión de cibernautas da forma  a ese universo virtual, internet ha pasado de ser una fuente inagotable de información y conocimiento  confiable, a un espacio de caos y confusión en el que se da un fenómeno parecido al que se suscita en el cuento  de Julio Cortázar, “Fin del mundo del fin”, en donde los lectores comienzan a  extinguirse para dar paso a los escribas, quienes escriben sobre lo ya escrito,  muchas veces deformándolo, enriqueciéndolo, corrigiéndolo, colmándolo de  erratas o cambiando totalmente su sentido: “Como los escribas continuarán, los  pocos lectores que en el mundo había van a cambiar de oficio y se pondrán  también de escribas.”  
   Las  veinticuatro horas del día se está “escribiendo y reescribiendo” nuestro  mundo, los lectores son muy pocos en comparación con los infinitos escribas que saturan internet  desde todas las opciones posibles: redes sociales, blogs o páginas web.  Cada vez más, se pone en duda la veracidad de los contenidos encontrados en la  red, el ejercicio del copy-paste y  la paráfrasis de éste se convierten peligrosamente en “interpretaciones”  apresuradas, en nuevas versiones de la realidad. Como ejemplo, Wikipedia, en donde cada artículo es cargado de información (verídica o falsa) vertida por una “colectividad” de autores que se escudan en el anonimato  y cuya información se reproduce, al infinito, con sus respectivas  mutaciones de contenido y forma. ¿Quiénes consultan Wikipedia? Millones de personas que, por  pereza o ignorancia, no buscan aprender sino tener acceso a información  de manera rápida, aunque terminen por  sacrificar años o siglos de investigación.  “Wikipedia la hacemos todos”, podrían responder  los defensores de este servicio, pero ni somos  todos ni quienes la administran o fungen como voluntarios son  especialistas en los temas que se abordan, y existe  un infinito número de errores en sus artículos que, aunque fuesen corregidos,  ya han sido reproducidos una y otra  vez en otros sitios de la red e incluso publicados de manera impresa. 
   Tanto Borges como Cortázar  imaginaron universos bibliográficos físicos;  sin embargo, la proyección virtual de sus imaginarios se ha convertido  en una incontrolable ola de datos que amenaza  con cambiar la forma en la que  percibimos y traducimos al mundo, pues es innegable que a cada minuto hay más  escribas que lectores, más gente hablando que tratando de escuchar. 
    
     
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