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Tenía varias cuentas pendientes, dice Salvador Alanís, líder de la antagónica Fusdeg

Señalan claroscuros en labor de Miguel Ángel Jiménez como luchador social

Familiares de otras víctimas de desaparición en Iguala recuerdan su trabajo con ellos

Corresponsal
Periódico La Jornada
Jueves 13 de agosto de 2015, p. 13

Chilpancingo, Gro.

El 16 de octubre pasado, 11 días después de la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa a manos de policías preventivos e integrantes del grupo criminal Guerreros unidos, Miguel Ángel Jiménez Blanco llegó a Iguala al frente de 300 integrantes de la Unión de Pueblos y Organizaciones del Estado de Guerrero (Upoeg) provenientes de Tecoanapa y Ayutla de los Libres, para comenzar la búsqueda de los estudiantes.

Fueron recibidos en la preparatoria 32 de la Universidad Autónoma de Guerrero, donde permanecieron 20 días y después se trasladaron al centro de la ciudad donde instalaron un campamento. En los primeros días de su estadía, los comunitarios, bajo el mando de Jiménez Blanco, empezaron la búsqueda de los normalistas en nueve cerros conlindantes con el valle de Iguala.

Al principio los ciudadanos se mostraban escépticos y los miraban con recelo. Sin embargo, la presencia de Jiménez Blanco fue clave para la conformación del Comité de Familias de Víctimas de Desaparición Forzada los Otros Desaparecidos de Iguala; él nos empujó a buscar a nuestros familiares, a realizar las excavaciones, destacó Citlal Jiménez, integrante del comité.

Mencionó que la primera reunión del comité tuvo lugar el 17 de noviembre. Ahí acordamos realizar las excavaciones, porque antes (Miguel Ángel) se había dedicado a buscar a los 43 normalistas de Ayotzinapa.

A partir de ese momento y gracias a él, subrayó, se empezó la búsqueda de los otros desaparecidos: fueron descubiertas decenas de fosas en las que se encontraron 104 cadáveres. Las fosas llevaban la marca de Miguel, pues las señalaba con pintura roja de aerosol, era su distintivo, recordó.

En Cerro Gordo descubrimos fosas en El Maizal, La Joya, La Laguna, por citar algunos puntos; había ocasiones en que marcábamos hasta 10 excavaciones. Sin duda él comenzó este trabajo, recalcó Citlal Jiménez. Miguel Angel nos decía: ustedes tienen que perder el miedo, no siempre voy a estar con ustedes; yo me voy, pero ustedes se quedan, y eso siempre nos repetía, rememoró.

La tarde del pasado 8 de agosto, Miguel Ángel Jiménez, promotor y comandante de la Upoeg, fue asesinado de un balazo cuando circulaba en un taxi en las inmediaciones del poblado de Xaltianguis, municipio de Acapulco, de donde era oriundo.

El 18 de noviembre pasado, en una entrevista que concedió a la Agencia Periodística de Investigación, en Iguala, contó que se integró a la Upoeg ante la presencia de grupos criminales que presionaban a adolescentes y jóvenes para unirse a ellos obligándolos a robar, secuestrar o matar. Decidí actuar en contra de la delincuencia, cuando intentaron secuestrar a mi hijo; ahí dije que eso sí no lo iba a permitir, sentenció.

Reconocido por unos, criticado por otros, tuvo claroscuros la labor de Jiménez Blanco como luchador social. Salvador Alanís, dirigente del Frente Unido para el Desarrollo del Estado de Guerrero (Fusdeg) –organización comunitaria antagónica a la Upoeg–, aseveró: “Miguel Ángel tenía varias cuentas pendientes; cuando estaba en la Upoeg, cometió abusos y atropellos. Lo acusaron de levantar a una señora, a la que supuestamente torturaron, y la dejaron media muerta”.

Ante las versiones de que Jiménez Blanco habría sido asesinado por miembros del Fusdeg, la agrupación emitió un comunicado en el que se deslindó del crimen. Nosotros no fuimos, él ya estaba amenazado de muerte. Tenía muchos enemigos en la zona (Xaltianguis); por eso se fue un tiempo, y cuando regresó pensó que eso se había olvidado, aseguró Alanís.

Sobre la labor realizada por Miguel Ángel Jiménez, Jaime Bahena, miembro de la Coordinadora Estatal de Trabajadores de la Educación en Guerrero, comentó: con todo respeto a su memoria, más que buscar a los muchachos (normalistas) pensamos que venían a hacer un bloque de la Upoeg aquí, pero no funcionó por el temor que había; venían con otra intención.

Felipe de la Cruz, vocero de los padres de los normalistas de Ayotzinapa, manifestó que supieron de la labor de Miguel Ángel, pero nunca tuvieron contacto con él. Supimos que trabajó con los compañeros de otros desaparecidos en Iguala, pero no lo conocimos; de todos modos fue respetable su trabajo, destacó.