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Netanyahu y Rivlin, contra el odio… ¡Vaya!
F

rase para el bronce: “Lo que sucedió en Jerusalén va contra el espíritu de los judíos. En cada sociedad hay elementos extremos y homicidas… pero la sociedad y el Estado son juzgados por cómo actúa el liderazgo. Continuaremos guiando a nuestro país contra el odio y la homofobia” (agencias).

Las palabras de Benjamin Ne­tanyahu, primer ministro del Estado terrorista de Israel, se referían a Shira Banki, joven judía de 16 años asesinada el 30 de julio por un fanático de su religión, durante la marcha del orgullo gay. Agregó: “Cero tolerancia al terrorismo, venga de donde venga (sic), cualquier lado de la ‘valla’ del que venga (leáse muro), tenemos que luchar contra él juntos”.

“Terrorismo venga de donde venga…”. ¿Pero cuando existió otro venga en el terrorismo on line y en cámara lenta que padece el pueblo de Palestina desde 1948? Sin ánimo de rebobinar la historia, recordemos el Deuteronomio: “Cuando Jehová tu Dios te haya introducido en la tierra a la cual entrarás para tomarla en posesión, y haya expulsado delante de ti a muchas naciones… destrúyelas por completo. No harás alianza con ellas ni tendrás con ellas misericordia” (7:1-2).

Tan sólo remontémonos hasta el 2 de julio de 2014, cuando colonos extremistas secuestraron a Mohamed Abu-Khder (16 años) llevándolo atado a la zona oeste de Jerusalén. Allí lo torturaron, lo obligaron a tragar gasolina y lo quemaron vivo. Ese hecho avivó la indignación de los palestinos, y el clima necesario para justificar la enésima ofensiva del ETI sobre la franja de Gaza. Resultados: 500 niños asesinados, 3 mil de ellos heridos y 373 mil traumatizados, mil de los cuales discapacitados de por vida, según el Unicef.

La comunidad internacional (leáse Washington y la Unión Europea) criticó el uso desproporcionado de la fuerza israelí en Gaza. Sin embargo, en noviembre, los ministros de Netanyahu presentaron un proyecto de ley para imponer penas hasta de 20 años de prisión a los palestinos que arrojasen piedras contra vehículos del ejército invasor.

Con honda sabiduría, la titular de Justicia, Tzipi Livni (considerada de centroizquierda), observó: Un terrorista es un terrorista; no hay ninguna diferencia en lo que respecta al arma que se utiliza. La ley fue aprobada en mayo último, y la nueva titular de Justicia, Ayeley Skaked, sintió que Dios la asistía, pues en su cuenta de Facebook había pedido expresamente asesinar a todas las madres palestinas por dar a luz pequeñas serpientes.

Malak al-Khatib (14 años) sería una de esas pequeñas serpientes. El 31 de diciembre, en la aldea de Beitin (Ramalá), Malak fue detenida y esposada por soldados judíos que le vendaron los ojos. Malak llevaba su mochila escolar y vestía el uniforme de su escuela. Luego fue obligada a firmar un acta en hebreo, lengua que no habla. Cogió una piedra y llevaba un cuchillo en la mochila, dijeron los soldados. La madre declaró: Mi corazón se partió cuando la vi en el tribunal militar con esposas en las manos y los pies. Malek fue condenada a dos meses de cárcel y una multa de mil 500 dólares.

Otra serpiente resultó el joven Khaled (15 años), hijo de Hussam al-Sheik, acusado de arrojar piedras. Tras cinco audiencias en la corte, Khaled fue condenado a cuatro meses de prisión. Su familia tuvo que pagar 2 mil shekels (510 dólares), cantidad superior a los honorarios del abogado, y los del tribunal de familia que el papá ya había pagado.

Según la Organización para la Liberación de Palestina, sólo en Cisjordania Israel detuvo a mil 266 palestinos menores de 15 años. Y desde 2000, más de 10 mil fueron detenidos por el invasor de Palestina. Año tras año, entre 500 y 700 niños comparecen frente a tribunales militares judíos. La ley autoriza a juzgar a un niño delante de un tribunal militar a partir de los 12 años, lo cual es un hecho único en el mundo, señala el Unicef.

Durante la detención, los niños son sometidos a algún tipo de violencia física: abusos verbales, intimidación y obligación a desnudarse, sin que los padres sean debidamente notificados de sus derechos legales, en particular el derecho a la defensa, y el derecho a permanecer en silencio.

El presidente israelí, Reuven Rivlin, manifestó: Llamas de odio y violencia se extienden en nuestro país. Ciudadanos: Israel necesita despertarse. No nos convertiremos en fanáticos ni vándalos. No seremos una anarquía. Rivlin añadió que el radicalismo judío (¿?) está causando estragos en la sociedad, y dijo sentir vergüenza (sic).

En realidad, Rivlin y Netanyahu se referían a la joven gay asesinada, y no al bebé palestino de la familia Dawabsheh (18 meses), quemado vivo al día siguiente en una aldea de Cisjordania por un presunto grupo de colonos judíos. ¿O es que nadie tomará en serio las declaraciones de Tzipi Hotovely, viceministro de Relaciones Exteriores israelí?

Entrevistada por el Jerusalem Post el 21 de mayo pasado, la señora Hotovely explicó: “Toda esta tierra (del Mediterráneo hasta el río Jordán) es nuestra, ya que nos la dio el Creador... Tenemos que regresar a la verdad básica de nuestro derecho a esta tierra… No estamos aquí para disculparnos por ello”.