Cultura
Ver día anteriorLunes 3 de agosto de 2015Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio

Con la muerte del último rebocero que sabía tejerlos, el textil oriundo de Tenancingo peligra

Ironía de hilos: la tradición del rebozo luto de aroma está a punto de desaparecer

Su creación implica un proceso muy laborioso de nueve pasos, apunta la antropóloga Marta Turok

Muchas de las materias primas son difíciles de conseguir, añade la botánica Ana Roquero

Foto
Imagen de la instalación El oráculo de las ninfas de Cobá, de Mauricio Cervantes, en la que utilizó una tina, una cama de latón, cera de abeja, mazorcas de cacao y un rebozo luto de aroma de 9 metros de longitud. La pieza se exhibió en el Fashion & Textile Museum en Londres, en 2014Foto tomada de Internet
 
Periódico La Jornada
Lunes 3 de agosto de 2015, p. 8

En los funerales de pueblo un aroma de cascalote, romero, rosas, canela y hojas de naranjo se desprendía de los hilos de un rebozo negro, entre los lirios ardientes y el coro de rezos. A veces se envolvía al difunto con el aroma de luto.

Este tradicional textil, conocido como rebozo luto de aroma, originario de Tenancingo, estado de México, está a punto de desaparecer, en una ironía de hilos que permanecían más allá de la muerte. Don Fidencio Segura García, último rebocero conocedor del secreto para crear estas prendas, falleció hace cinco años, y al parecer nadie ha continuado con la labor.

En entrevista, la antropóloga Marta Turok señala que este rebozo tiene la particularidad de que se hace con un aroma que no se pierde, por más que se lave la prenda. Pero su creación implica un proceso bastante complejo y un trabajo laborioso que se divide en nueve pasos para hacer el teñido de los hilos de un intenso color negro y lograr la fijación de la fragancia.

Las mujeres se envolvían en esta prenda de manera ritual cuando fallecía un pariente, durante el velorio y en el funeral, en señal de luto. También, era usado como mortaja, sólo en el caso de las mujeres. Te vas envuelta en aroma al más allá, se decía de forma poética.

Toda pérdida de una técnica es como la muerte de un idioma. Se va un pedacito de la sabiduría, de los conocimientos transmitidos, de algo que le da una identidad particular a un objeto y a la cultura que lo produce. Es muy lamentable, expresó la investigadora del arte textil.

Turok coordina el segundo encuentro El arte del jaspe y el rebozo, que se realizó hasta ayer en el Museo Franz Mayer, cuyo cometido fue rescatar la gran diversidad de este arte de identidad mexicana. Artesanos, tejedores y empuntadores de diversas regiones del país, además de investigadores, se reunieron para intercambiar conocimiento. También hay exhibición, venta, pasarelas y talleres para que el público aprenda y valore la belleza de los hilos, la urdimbre y la trama.

En el caso del rebozo luto de aroma las razones de su extinción pueden ser el complejo proceso para realizarlo, por lo que empezó a decaer y se hizo muy costoso. Aunado a la desaparición de los últimos conocedores de la receta en Tenancingo.

Don Fidencio realizó esa labor hasta que lo alcanzó la muerte. Los más de 90 años de edad no eran impedimento para seguir impulsando su telar de pedal.

Todavía hace un par de años su hija Alberta asegura haber hecho los últimos, porque ya no los hacen. Hay dos o tres personas que trabajaron en el taller y saben parte de la fórmula. Pero es complicada, conversa Turok.

Escasean las hierbas

Hervir y secar los hilos varias veces son parte del secreto, con ingredientes entre los que es fundamental la planta de cascalote para dar aroma. También el paxtle (especie de liquen), laurel, clavo, pimienta, anís, cáscaras de naranja, salvia, almidón, azufre y hasta una tinta hecha con partes de hierro. Durante todo el proceso los hilos se hierven varias veces, con cuidado de no quemarlos, se exprimen y se secan al sol. Luego viene la labor del tejido y empuntado.

Otra hipótesis de la extinción es que probablemente los ingredientes del herbolario tradicional mexicano comenzaron a escasear. Ese fue el caso de otro rebozo que se realizaba en Santa María del Río, en San Luis Potosí, donde lograban infundir aroma en las prendas. Sin embargo, la botánica Ana Roquero, experta en tintes naturales, se dio cuenta de que muchas de las materias primas se volvieron muy difíciles de conseguir.

En el mismo Museo Franz Mayer se exhibe un rebozo de luto de nueve metros de largo, como parte de la exposición El rebozo: made in México, que estará abierta hasta el 30 de agosto en el recinto ubicado en Hidalgo 45, Centro Histórico. Se trata de la instalación de Mauricio Cervantes titulada El oráculo de las ninfas de Cobá, donde hace una oda al cacao y la cera de las abejas, envuelta en el rebozo luto de aroma, como un simbolismo del mundo maya, donde los nueve metros representan los niveles del inframundo para llegar al Xibalbá.

Tal vez esta monumental pieza –producción impresionante para tejer tantos metros; además es muy ancho, técnicamente una maravilla, como exclama Turok– sea uno de los últimos rebozos que se hicieron.

De acuerdo con sus investigaciones, el gobierno del estado de México y el Museo de Culturas Populares han mostrado interés por hacer algún taller de rescate. Pero no se ha podido organizar.

Hasta ahora el telar permanece ausente de aroma negro de hilos. Con prendas guardadas como tesoros, todavía algunas mujeres dicen: quiero que me entierren con mi rebozo. El aroma lo tienen desde hace muchos años y esperan que las acompañe al más allá.