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Penultimátum

Privilegios en Grecia

L

os Nobel de Economía Paul Krugman y Edmund Phelps han criticado con sólidos argumentos las severas medidas de austeridad impuestas a Grecia por la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional. Entre otras cosas, insisten en que las privaciones que agobian a la mayoría del pueblo heleno deben compartirlas especialmente las grandes fortunas de ese país.

Por ejemplo, la Iglesia ortodoxa, después del Estado el gran terrateniente. Posee hoteles de lujo, valiosos inmuebles urbanos y rurales, legados y donaciones. En bancos tiene más de mil millones de dólares. Por todo eso no paga impuestos. En la realidad es un Estado paralelo que se rige por sus propias leyes y además recibe del gobierno considerables apoyos manejados discrecionalmente.

No faltan sus acciones delictivas. Como la protagonizada en 2011 por Efrén, abad del convento de Vatopedis, en el monte Athos. El recinto tiene más de mil hectáreas de ricas tierras. El abad fue encarcelado por fraude y lavado de dinero. En ese manejo ilícito participaron conocidos empresarios y varios ministros  y cargos públicos del gobierno de derechas que presidió Costas Caramanlis de 2004 a 2009. A Caramanlis lo respaldó la jerarquía eclesiástica, que tradicionalmente utiliza su ventajosa posición para indicar a los creyentes por quiénes deben votar. Aunque sean políticos corruptos que, pese a los cambios registrados recientemente en el mapa electoral griego, siguen sin pisar la cárcel.

Tanto el convento de Vatopedis como otros igualmente importantes los manejan comunidades religiosas que explotan tierras y sitios de valor artístico y ceremonial. Están fuera del control estatal y no dan cuenta de los ingresos que obtienen.

Desde que la crisis comenzó a golpear los bolsillos de los griegos, varias instituciones de la Iglesia atienden a los más pobres por medio de comedores comunitarios y centros de salud manejados por enfermeras y médicos voluntarios. Pero Jerónimos, primado de la Iglesia ortodoxa, denunció que la burocracia trataba a sus instituciones filantrópicas peor que los ambiciosos inversores alemanes. En realidad protestaba por los tibios intentos del gobierno griego de reducir los privilegios de que goza la Iglesia. Uno de ellos es obligarla a declarar los bienes materiales y las inversiones que posee a fin de que paguen los impuestos correspondientes. Estarían exentos monasterios, templos y fundaciones eclesiásticas.

Los Nobel de Economía advierten que sacar de la pobreza en la que vive la mayoría de los 11 millones de griegos obliga al gobierno que preside Alexis Tsipras a terminar con las prebendas de todo tipo de que gozan desde antaño un reducido grupo de privilegiados que concentra la mayor parte de la riqueza nacional.