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Ver día anteriorMartes 7 de julio de 2015Ver día siguienteEdiciones anteriores
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¿Dónde están los trabajadores?
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as remesas de los trabajadores migrantes mexicanos han sido y son uno de los pilares de la economía. Se explican por los enormes flujos que se han desplazado hacia Estados Unidos desde la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (1994), muchos indocumentados. En algunos periodos las remesas han sido incluso más importantes que la inversión extranjera directa (IED) y si se situaron en segundo lugar después del petróleo fue por el altísimo precio que el barril alcanzó, sobre todo a partir de la presidencia de Vicente Fox, cercano a los 100 dólares. Pero como las enormes ganancias de la renta petrolera se dilapidaron deshonestamente y la población mexicana no percibió el mínimo beneficio, se perdió otra oportunidad para encaminar al país hacia un horizonte mejor. Así, los flujos de trabajadores migrantes siguieron sin pausa, generando remesas crecientes. La tendencia se revirtió a partir de la grave crisis de 2007 por el creciente desempleo que experimentó Estados Unidos, sobre todo en sectores como el de la construcción, industria beneficiada ampliamente por incorporar trabajadores migrantes, sobre todo indocumentados. Es importante resaltar que esos empleados están directamente determinados por las demandas de los mercados laborales internacionales. Por eso la respuesta a la crisis fue la disminución de los flujos de trabajadores lo que algunos autores interpretaron como que México había llegado a un nuevo modelo de migración cero. Algunas de las razones esgrimidas es que el país había alcanzado mejoras económicas trascendentes, el sector educativo absorbía a los jóvenes, además del sustancial descenso demográfico. Argumentos que por cierto enarbolaron sin empacho los presidentes Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto con retórica grandilocuente, pero alejados de la realidad, lamentablemente.

Otra de las consecuencias de la crisis financiera de 2007 fue la disminución de las remesas, tanto por el desempleo de los migrantes residentes en Estados Unidos, como por el número importante de deportados, de los retornados voluntarios, y porque los trabajadores migrantes potenciales esperaron en México mejores condiciones para desplazarse. Si no hay trabajo, es claro que no se arriesgan. Sin embargo, poco a poco, las remesas se han ido recuperando y en 2011 crecieron 7 por ciento, cayeron 2 por ciento entre 2012 y 2013 y se incrementaron 8 por ciento en 2014 (BBVA). Esta recuperación se explica, en parte, por el crecimiento económico de Estados Unidos, si bien todavía errático; sin embargo, hay datos muy importantes, como las bajas tasas de desempleo de 5.3 por ciento que, como señala el Departamento del Trabajo, son las más bajas en siete años. Por tanto, no es extraño que las remesas estén aumentando, pues los flujos de migrantes también.

El fenómeno migratorio recuperará su tendencia hacia Estados Unidos, si bien será bastante selectiva, como señalamos en una colaboración anterior, pues hay otro factor que los atraerá, y es la baja participación que se sitúa en 62.5 por ciento, el nivel más bajo desde octubre 1977. Según Ravi Balakrishnan, quiere decir que la fuerza laboral en Estados Unidos ha perdido el equivalente a 7.5 millones de trabajadores, circunstancia que afecta a la economía y será un obstáculo para mantener el ritmo de crecimiento a mediano plazo. Una de las explicaciones que plantea el autor tiene que ver con el envejecimiento de la población y la solución para reforzar a esa fuerza de trabajo envejecida son los migrantes, no sólo porque ayudaría a mejorar el tamaño y la productividad de la mano de obra, sino que mejoraría la posición fiscal del gobierno. Vale la pena considerar que se trata de un problema estructural que viven prácticamente todos los países desarrollados.

El autor se pregunta: ¿dónde están los trabajadores? Yo respondo, en México, porque el país no ha sido capaz de otorgar condiciones mínimas de bienestar y requiere las remesas que son ganancia neta, ya que las obtiene sin otorgar nada a cambio.

Los datos que ofrece Gerardo Esquivel en el estudio de Oxfam Desigualdad extrema en México: concentración del poder económico y político son contundentes y prueba la gran tragedia que vive la mayoría de los trabajadores. En México ha crecido la desigualdad extrema, la economía se ha estancado, los salarios promedios no crecen, el salario mínimo contraviene la Constitución, pues no es, ni de cerca, suficiente para adquirir una canasta básica y representa poco más de un tercio de lo que era hace 45 años, en ningún país del subcontinente se ha mantenido tan rezagado el poder de compra del salario mínimo como en México; la pobreza persiste; 48 por ciento de las escuelas públicas carece de drenaje, 31 por ciento no tiene agua potable, 12 por ciento se encuentra sin baños o sanitarios y 11.2 por ciento no tiene acceso a energía eléctrica. Y muchos más datos que por falta de espacio no puedo señalar, pero requieren nuestra atención urgente.

Mientras tanto, la fortuna de unos pocos sigue ­expandiéndose.