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¿La Fiesta en Paz?

Plaza México: ahora a hacerle la tarea

24 de junio, Gardel y Silverio

Palacio del Arte, ¿qué pasó?

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Entre duopolios autorregulados e importadores pero sin imaginación y confrontaciones interesantes sin promoción ni publicidad, las plazas lucen asíFoto Rosa Elmira Pérez
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uando los integrantes de un sistema tienen una deficiente idea de las cosas, lo más probable es que las hagan mal, para finalmente acabar con las posibilidades de hacerlas bien, trátese de un país, de una empresa o de una tradición, incluido el espectáculo taurino.

Han transcurrido 22 años y 35 días de la misma administración de la Plaza México bajo distintas razones sociales y algunos gerentes temporales, con la indiferencia o connivencia de sucesivas autoridades del Distrito Federal y de la delegación Benito Juárez, decididas a no otorgar ningún respaldo a los jueces de plaza para cumplir y hacer cumplir el reglamento taurino, más el sometimiento generalizado de ganaderos, toreros y medios a la autorregulada gestión y, como consecuencia, con el creciente alejamiento del público a una mediocre oferta de espectáculo, no por prolongada menos voluntariosa y cada día más dependiente, hasta reducir la fiesta de toros de la ciudad de México a tres o cuatro apellidos... extranjeros.

Para continuar con su miope idea del negocio taurino, la empresa de la Plaza México, imaginativa como es luego de su aportación a la mercadotecnia taurina con la celebración del 5 de febrero, aniversario de la plaza, en que ocasional asistencia mitotera juega a ser coprotagonista de la historia, ahora esa empresa ha tenido a bien convocar al gran público, no sólo a los cuates, a armar los doce carteles de la próxima temporada menos chica en el coso de Insurgentes, tras dos décadas de hacer exactamente lo que les ha venido en gana, de espaldas a la bravura, al público y a la eficaz rivalidad entre las dos únicas tauromaquias con expresión propia que hay en el mundo.

“No es tan fácil complacer a todos (a los diestros importados que figuran, sí, aunque no lleven gente, omitió)... Hemos hablado con (algunos de, le faltó precisar) los toreros más importantes... Nuestra meta es interesar a la gente joven (aunque ya tenga 40 años, debió agregar)... Ser aficionado es asistir a las plazas (independientemente de la oferta, no aclaró)... Se dan pocas novilladas en los estados, entonces los muchachos traen poco rodaje (y a los mejores no les pagamos o no los repetimos, está comprobado)... En Aguascalientes me gustaron El Juli, Tomás, Adame (que no estuvieron en el serial pasado) Zotoluco, Payo, Silveti... Que los torpes (sic) que hacen los reglamentos se den cuenta que están equivocados y que la gente quiere ver a dos o tres extranjeros en un cartel (o en varios, se abstuvo de confesar)...”, son algunas de las perlas que el fallido promotor vitalicio de la Plaza México soltó en reciente entrevista. Si después de jugar a la democracia quiere usted seguir jugando, ahora a la democracia taurina, mande sus combinaciones de toros y toreros a [email protected], pero absténgase de proponer que la plaza sea puesta a licitación de empresarios más capaces.

El 24 de junio no sólo es poderosa fecha de cambio estacional en que las energías se mueven por doquier desde el día del solsticio de verano, del nacimiento de Juan el Bautista –decapitado por denunciar las desviaciones del poder–, o del primer festejo taurino celebrado en la entonces Nueva España, en 1526, sino también el día en que partió a la inmortalidad Carlos Gardel, en el aeropuerto de Medellín, Colombia, en 1935 y, tres años después, cuando contrajeron nupcias María de la Paz Domínguez Jimeno y Silverio Pérez Gutiérrez, apadrinados por Fermín Espinosa Saucedo, los dos primeros, uno de los duetos vocales más sabrosos y un matrimonio imaginativo durante 67 años, y los dos últimos, dos de los toreros más dotados que ha habido en el mundo, mal que les pese a los importadores. Por favor no deje de visitar el espléndido portal www.silverioperez.mx, donde se da cuenta de la grandeza de un ser humano tan sencillo como superior.

Por cierto, en la muy modesta casa-museo de Carlos Gardel en Buenos Aires, en la empolvada calle Jean Jaurès 735, con una desalmada museografía, muy cerca de lo que fuera el mercado del Abasto, convertido hoy en oootro centro comercial, debajo del vidrio que cubre el minúsculo escritorio que utilizara El Zorzal Criollo, y junto a las fotos de sus guitarristas Riverol, Barbieri y Aguilar, se puede ver una tarjeta postal que reproduce un óleo de Ruano Llopis representando un par en lo alto de Saleri II (Julián Sáinz), fechada en Madrid el 30 de diciembre de 1923 y firmada por José, sin duda Razzano, pareja musical de Gardel, y quienes por esas fechas debutaron en el teatro Apolo de la capital española. En todo caso ese museíto de trámite y la pequeña calle-muladar con su nombre, son muy poca cosa para quien supo dar tanto lustre al tango y a esa maravillosa ciudad.

¿Qué pasó en Morelia el sábado 20 de junio con el mano a mano entre los novilleros triunfadores Antonio Mendoza, de México, y Andrés Roca Rey, del Perú? Otra prueba de que es ya casi imposible volver a meter a la gente a las plazas.