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El género no está arraigado en AL; sí lo leemos, pero el gringo o el europeo, dice

Ramón Valdés incorpora el misticismo maya en la saga fantástica Flor negra

Hablar de Chimalpopoca puede remitir a textos de primaria vomitivos, pero hay que darle el cariz de lo que nos gusta, propone el autor de la trilogía publicada por editorial Océano

 
Periódico La Jornada
Domingo 21 de junio de 2015, p. 4

Existen mundos llenos de seres fantásticos, buenos, malos, terribles; un universo de magia, hechizos y poderes sobrenaturales que no han sido explorados lo suficiente y que son vetas inagotable para el género fantástico: la mitología de los diferentes pueblos originarios de México.

El escritor Ramón Valdés Elizondo explora una de esas vetas, la maya, en su trilogía Flor negra, que inicia con el libro El címbalo de oro, publicado por la editorial Océano en su colección Gran Travesía.

La literatura fantástica no está arraigada en los escritores latinoamericanos, señala el escritor en entrevista. Sí leemos mucha literatura fantástica, nos encanta, pero de manufactura gringa y europea. Ha habido escritores latinoamericanos que han hecho literatura fantástica de alta calidad, sin duda, pero es como un equipo mexicano que quiere jugar hockey sobre hielo, pues no tenemos suficientes pistas de hielo aquí, y aunque podemos hacer equipos y eventualmente llegar a ser competitivos, nunca vamos a se campeones del mundo.

No tenemos la literatura fantástica en nuestro ADN, pero sí tenemos mitos y leyendas, añade Valdés Elizondo, quien radica en Mérida, Yucatán. “Vamos a ser bien claros: mientras Shakespeare en Sueño de una noche de verano habla ya de hadas, de toda esta parte de sus mitos y leyendas, Cervantes, que es nuestro referente, su obra máxima es una burla a las novelas de caballería; desde entonces se divide completamente el mundo. No quiere decir esto que nos limite, pero sí que al momento de plantear lo que tenemos que hacer como literatura fantástica tenemos que verla desde otro ángulo. Si empezamos a copiar, si queremos hacer un Juego de tronos o El señor de los anillos mexicanos no nos va a salir. Pero, ¿qué pasa con nuestros mitos? ¡Ah! Pues es que eso sí está en nuestro ADN”.

–Pero no lo tenemos desarrollado como literatura. Pensamos en ellos dentro de los libros de leyendas, los estudios antropológicos o los libros de texto.

–Porque no nos hemos atrevido. Hemos hecho bestiarios, cuentos, sin duda muchos estudios antropológicos y demás, que se iban a la parte mitológica siempre en la forma de estudio y nunca explotando la riqueza para hacer novela, pensándola divertida, que a la gente le guste.

“Si me pongo a hablar de Chimalpopoca o Tezcatlipoca, por ejemplo, hay una referencia inmediata a libros de texto de primaria aburridos, vomitivos; evidentemente no va a ser fácil, pero lo será si le damos el cariz de lo que sí nos gusta. Somos un pueblo muy místico, nos encanta la magia, la superstición, somos un pueblo sumamente sensual en todos los términos. Si empezamos a juntar nuestro valor en términos de color, superstición, nuestra forma de amar, etcétera, también lo podemos meter a la literatura fantástica, y esa es la propuesta de Flor negra”, cuya protagonista es Boox Nikté, quien se convierte en la hechicera más poderosa del mundo maya.

–Generalmente existe este prejuicio de que la literatura fantástica es para niños y adolescentes, pero Flor negra inicia con una escena brutal. No es literatura sólo para estas edades.

–Si te das cuenta, los propios estadunidenses y europeos no plantean su literatura fantástica para adolescentes. Juego de tronos es porno-violenta-medieval, por eso otro de los cometidos de Flor negra es darle una refrescada a la literatura fantástica.

Lector de este género, reconoce la influencia de Juan Rulfo, Jorge Luis Borges, pero también de Tolkien, George RR Martin, y hasta de JK Rowling, pero con una propuesta diferente. “Lo que tenemos que hacer los escritores es arriesgarnos, plantear cosas nuevas, porque si bien es cierto que el mundo suele ser cruel con lo nuevo, si no hay algo diferente entonces no evoluciona. Tenemos que arriesgarnos a innovar para generar productos, tendencias, gustos nuevos; esa es la gran propuesta de Flor negra”, libro que le llevó de inicio tres años de investigación de los seres mitológicos, la cosmogonía maya, entrevistas, documentación, pero sigo investigando y he encontrando cosas fascinantes todos los días, muchas de las cuales se leerán en los siguientes dos libros de la saga que desde un inicio se planteó como trilogía: El rey adivino y La hija de la noche.

–¿Hay futuro para la literatura fantástica en México?

–Tiene que haberlo. Espero que la saga de Flor negra sea como decir: ‘Oigan, miren todos, sí se puede’. Y los temas son muchos, de todo ese mundo mágico que nos rodea; a final de cuentas el genero literario que tiene más éxito en el mundo es, precisamente, la literatura fantástica.